Es un error común pensar que las dudas solo afectan a personas que tienen baja autoestima, carecen de confianza en sí mismas o acaban de empezar a trabajar en el campo al que se dedican. La realidad es que todos tenemos momentos en los que cuestionamos nuestras capacidades o dudamos de nuestras decisiones. Hasta los grandes gigantes de la ciencia, el arte y la política dudan a veces de sí mismos, aunque no resulte obvio al observarlos.
Aunque pueda parecer que la duda es algo que debemos erradicar de nuestra vida, en realidad es una parte útil y necesaria de nuestra experiencia. No hay emoción que experimentemos que no tenga un propósito positivo: la cuestión es cómo la utilizamos.
He aquí seis consejos para transformar las dudas sobre ti mismo en algo positivo:
1. Evalúa si tus dudas te hacen avanzar o te frenan.
Hay dos tipos de dudas. La primera intensifica nuestros niveles de estrés, nos hace sentir desestimados en nuestros logros y nos impide ir tras las cosas que realmente deseamos. La otra nos impulsa hacia la grandeza al obligarnos a analizar nuestras capacidades, pensar detenidamente en las soluciones y cuestionar nuestras suposiciones.
La duda nos plantea la pregunta: “¿De verdad estás seguro?”. Esa pregunta puede paralizarnos por la incertidumbre o puede ayudarnos a aclarar y mejorar el camino que estamos siguiendo. Una forma de asegurarte de que tus dudas sobre ti mismo se manifiestan de la forma correcta es preguntarte: “¿Me impulsa hacia delante o me frena?”. Ningún logro importante llega sin superar alguna oposición, y la duda sobre uno mismo puede proporcionar la oposición que necesitamos para impulsarnos hacia nuestro máximo potencial.
2. Desafía las dudas preguntándote: “¿Y si fuera lo contrario?”.
Es fácil caer en una espiral de preguntas negativas, como: “¿Y si no soy lo suficientemente bueno? ¿Y si me equivoco? ¿Y si fracaso?”. Por supuesto, es importante hacer una pausa y considerar tus decisiones desde múltiples ángulos, pero, en lugar de enfocarte en el miedo a lo que podría salir mal, concéntrate en la posibilidad de lo que podría salir bien y pon tu energía ahí.
3. Concéntrate menos en cómo te percibirán los demás.
La duda en uno mismo suele venir del miedo a cómo nos verán los demás. ¿Pensarán que somos incapaces, inexpertos o tontos? ¿Descubrirán que no somos tan hábiles como les hemos hecho creer?
Ninguno de nosotros tiene que ser perfecto. Se supone que debemos esforzarnos por ser cada vez mejores, indistintamente de lo que los demás piensen de nosotros. Concéntrate en tu propio camino de superación personal. Si realizas un esfuerzo constante por superarte, no importa lo que los demás digan o piensen de ti.
4. Trabaja en equilibrar la duda y la confianza: ambas son necesarias.
A menudo vemos la duda en uno mismo como un obstáculo para el éxito, pero el exceso de confianza puede ser igual de perjudicial. Con frecuencia las cosas salen mal porque las personas están tan seguras de saber qué es lo mejor que se ciegan o se descuidan. La duda nos ayuda a detenernos, a reflexionar y a evitar suposiciones perjudiciales.
El camino correcto es el que integra la duda con la confianza. La duda en uno mismo está ahí para impulsarte a convertirte en la mejor versión de tu ser, para que puedas manifestar tus objetivos. Acepta la duda como una fuerza con la que puedes crear una amistad en lugar de como un enemigo que debes vencer.
5. Concéntrate menos en el resultado y más en el proceso.
Muchas veces comenzamos a dudar de nosotros mismos cuando no vemos los resultados de nuestro trabajo duro o cuando los resultados no son los que esperábamos. La verdad es que la energía nunca se pierde. El esfuerzo que realizas crea efectos positivos en otro lugar que quizá no puedas ver. Solo podemos controlar nuestros esfuerzos y nuestra conciencia; los resultados no dependen de nosotros. Si tu intención está en el lugar correcto, el resultado no importa realmente.
Practica separar tus acciones y tu conciencia de lo que va a ser el resultado final. Recuerda que no eres el árbitro supremo de si algo se va a manifestar o no de la manera que habías planeado. Acéptalo y recuerda que solo puedes controlar tu parte del trabajo. ¡No es tarea fácil! Pero cuanto más practiques, más fácil se volverá.
6. Practica la autocompasión.
Cuando hablamos de espiritualidad, cambio y crecimiento, es fácil comenzar a ver todas las cosas que debemos cambiar y sentirnos abrumados por la tarea monumental. Puede hacernos sentir mal con nosotros mismos. Un ingrediente clave para transformar la duda en algo útil es tener autocompasión. Si no sentimos compasión por nosotros mismos, podemos caer fácilmente en la autocrítica.
Cuando veas cosas que tienes que cambiar, ¡recuerda que nadie es perfecto y que ver áreas en las que podrías mejorar es algo bueno! Considéralo como una oportunidad para convertirte en una persona mejor, más fuerte y más sabia; aunque te lleve toda la vida conseguirlo.
La gente suele ver las dudas en uno mismo como inseguridad, debilidad o falta de confianza, pero no es así. La duda en uno mismo puede ser una parte positiva de nuestro desarrollo si se emplea adecuadamente. No es algo que debamos despreciar o con lo cual debamos desilusionarnos, sino una parte necesaria de nuestro crecimiento siempre y cuando no nos paralicemos por ella. Acepta la duda como parte de la existencia humana que está aquí para desafiarte a subir de nivel y revelar más de tu grandeza.