Nuestras vidas están llenas de desafíos: ya sea que alguien se nos atraviese en el tráfico o recibamos una noticia inesperada que nos cambie la vida. No siempre podemos prevenir los desafíos, pero podemos cambiar la manera en que los vemos y procesamos.
He aquí tres consejos espirituales para encontrar la calma en medio del caos:
1. Concéntrate en el panorama completo: El desafío es tan solo un aspecto de tu vida, no la totalidad. Cuando algo angustiante o decepcionante nos ocurre, solemos concentrarnos únicamente en el problema y lo hacemos el centro de nuestra vida. Pensamos en ello, cuestionamos por qué ocurrió y nos revolcamos en el dolor. Cuando hacemos esto, pasamos por alto las enormes bendiciones que tenemos en nuestra vida. El gran kabbalista conocido como el Baal Shem Tov lo compara con salir en un hermoso día soleado y poner monedas de un centavo sobre tus ojos. Hasta las monedas de un centavo, que en esencia son poco útiles, pueden bloquear la gran fuerza y luz del sol. Hacemos lo mismo cuando permitimos que nuestros desafíos oculten la abundante Luz del Creador en nuestra vida.
En realidad, sin importar por qué situación estemos pasando, casi nunca va a ser el relato completo. Si miramos la totalidad de nuestra vida, la verdad es que tenemos muchas más bendiciones que desafíos. La parte difícil es mantenerse conscientes de ello en los momentos más duros. Algunos desafíos son más fáciles que otros para mantener esta perspectiva. Esta manera de pensar es como un músculo que se debe desarrollar con el tiempo.
Cuando ocurra un pequeño percance, dite a ti mismo: “No voy a permitir que esto oscurezca la gran Luz de mi vida”. Practica con los problemas y disturbios pequeños, y te preparará para problemas mayores.
2. Recuerda que has superado otros desafíos y has salido más fuerte. Los momentos más profundos y trascendentales a veces comienzan con cosas que son incómodas o dolorosas. Algunas de las habilidades más importantes que desarrollamos o sabiduría que ganamos provienen de momentos de dificultad.
Cuando surja un nuevo desafío, piensa en otro desafío que hayas tenido en el pasado y que hayas podido superar. Recuerda cuán aguda parecía esa situación y cómo no solo la superaste sino que creciste como resultado de esta. Quizá descubriste que en realidad era una bendición maravillosa que te cambió para mejor.
Todo lo que te ocurre está destinado a ocurrir. Puede que no parezca correcto o justo en el momento, pero con el tiempo obtenemos claridad. Siempre estamos mirando un párrafo de un capítulo de nuestra vida a la vez. Pero si pudiésemos ver cinco o diez años en el futuro con la historia completa, nunca cuestionaríamos ningún proceso por el que hemos pasado. Intentar apegarnos a esto durante el desafío, y no solo después de que haya terminado, te ayudará a confiar en el proceso y tener certeza de que hay una bendición en el desafío.
3. Pregúntate si el desafío es un intercambio justo por todas las demás bendiciones que tienes. Por lo general no consideramos nuestros desafíos como la razón de toda las cosas buenas que hay en nuestra vida. A menudo los vemos como obstáculos a superar o percances en nuestro camino a alcanzar nuestras metas. Sin embargo, la sabiduría de la Kabbalah enseña que nunca podemos ganar o mantener nuestras bendiciones sin algún tipo de pago espiritual. Y, a veces, el precio a pagar viene en forma de desafío.
Todos tienen partes positivas y negativas de su ser. Hay algunas acciones negativas que hacemos que nos devuelven la negatividad. Lo que experimentamos en la vida es un efecto de nuestras acciones. En un nivel básico, las dificultades que experimentamos son necesarias para transformarnos o funcionan como un medio para ganar y mantener nuestras bendiciones.
La perspectiva importante que debemos mantener es que nuestros desafíos a menudo son superados por las abundantes bendiciones que tenemos. Si se te quebrase un jarrón caro, ¿sería un precio justo por mantener a tu familia, tu salud, tu hogar y tu empleo? Si alguien dijese algo negativo sobre ti en Instagram, ¿sería un precio justo por todas las bendiciones que tienes? Es difícil hacer esto cuando el dolor es muy fuerte, pero no deja de ser cierta esta realidad.
Pregúntate: ¿Estoy dispuesto a pasar por estos desafíos como precio por mantener todo lo que tengo? ¿Este precio es justo si es un pago por todo lo demás? La respuesta casi siempre es sí.
El estrés, el dolor y los desafíos son todos parte de la experiencia humana. ¿Cómo sería tu vida si, en lugar de resistirte a ellos, los vieses como oportunidades para crecer, aprender y ganar bendiciones? ¿Cuánto más aprecio y gratitud tendrías? Se requiere mucha paciencia y práctica, pero puedes desarrollar la capacidad de replantear tu conciencia. Concéntrate en el panorama completo, recuerda el crecimiento por el que ya has pasado y ten presente que tus desafíos son un intercambio justo por tus bendiciones.