"Alimentar el cuerpo nos permite sobrevivir, pero alimentar el alma nos permite progresar". – Karen Berg
Al igual que el cuerpo, el alma necesita que la cuiden. Si a un cuerpo no se le nutre, no se le da comida, agua y ejercicio, dejará de funcionar. Cuanto menos se le dé, menos podrá devolver. El alma también necesita ser alimentada para proporcionarnos sabiduría, inspiración y felicidad.
Cuando nuestra alma se ve privada de lo que necesita, se aferra a los traumas y la tristeza. Si estás experimentando algún tipo de carencia, malestar o infelicidad en tu vida, puede que haya llegado el momento de alimentar tu alma.
He aquí cuatro consejos para nutrir tu alma:
1. Estudia espiritualidad.
Incluso cuando la gente considera que la espiritualidad es importante, no suele estar entre las principales prioridades. Tendemos a pensar que primero debemos tener éxito, una carrera, una relación, una familia, un hogar —todas las cosas que la sociedad nos dice que debemos obtener— y luego podemos centrarnos en la espiritualidad. La verdad es que no puedes crecer a menos que inviertas en tu estudio y trabajo espiritual todos los días.
Nuestra mente opera en una frecuencia diferente a la de nuestra alma. Estudiar sabiduría no es solo abrir la mente y aprender los conceptos, en realidad alimenta el alma.
2. Sé consciente de tu conciencia.
A menudo caemos en una rutina espiritual. Puede que dediquemos un día específico a la oración o al estudio, y puede que conozcamos los rituales y las palabras que hay que decir, pero nos volvemos robóticos en nuestro trabajo espiritual. No basta con realizar las acciones que nos han enseñado para alimentar el alma. Debemos tener una conciencia acompañándolas. Esto significa tener intención con nuestras palabras y acciones, y esforzarnos por comprender el propósito espiritual de lo que estamos haciendo.
Ya sea que estés estudiando, orando o asistiendo a un evento espiritual, revisa el estado de tu conciencia. Recuerda por qué estás allí y qué esperas conseguir.
3. Esfuérzate constantemente por salir de tu comodidad.
Con demasiada frecuencia, nuestro estudio espiritual se desarrolla en los confines de la comodidad. Queremos entender más, pero queremos hacerlo de una manera que realmente no nos complique. El problema con esto es que limita nuestro potencial de crecimiento. Somos capaces de mucho más cuando nos esforzamos para salir de lo cómodo.
La tristeza, la ansiedad o la depresión aparecen en la vida porque nuestra alma nos está diciendo que despertemos y que necesitamos algún tipo de cambio. Hacer las cosas como siempre las hemos hecho nos hace sentir seguros, pero no nos impulsa hacia el crecimiento. Cuando hacemos que el cuerpo se sienta incómodo y nos esforzamos, el alma se expande.
Pregúntate: "¿Busco situaciones incómodas constantemente a fin de que mi alma crezca? ¿Cómo estoy permitiendo que mi alma crezca de maneras que me saquen de mi comodidad?".
4. Comprende tu obligación de revelar la Luz de tu alma en el mundo.
Es fácil pensar considerar a nuestra alma como algo que nos pertenece y con lo que podemos hacer lo que queramos. Cuando tienes un auto, puedes elegir no cargarle gasolina o no llevarlo a mantenimiento, permitiendo que se deteriore. Pero nuestra alma en realidad es un regalo precioso que nos dio el Creador. No nos pertenece realmente. Nuestro trabajo es proteger y nutrir nuestra alma porque tiene un gran potencial y una Luz que revelar en el mundo.
Somos parte de una realidad más amplia y el alma que nos dan es para un propósito específico. Nos confían nuestra alma para permitirle desarrollarse, crecer y revelar su esencia a fin de cambiar el mundo. No estamos destinados a ser perfectos, pero tener esta perspectiva nos ayuda a recordar la importancia de nuestro trabajo espiritual y la necesidad de alimentar constantemente nuestra alma. Hay mucho más que estamos destinados a lograr y mucha más Luz que debemos a revelar en el mundo.
Pasamos demasiado tiempo enfocados en nuestra salud física que a menudo nos distrae de pensar en nuestra salud espiritual. No podemos crecer y progresar sin nutrir nuestra alma. Tiene que ser en una prioridad para todos nosotros.
Alimenta tu alma estudiando sabiduría, preparando tu conciencia, impulsándote a salir de tu comodidad y esforzándote por revelar la Luz única de tu alma en el mundo.