No es ningún secreto que a la gente le gusta compartir historias jugosas. Nos encantan los reality shows, las biografías reveladoras o incluso una buena sesión de chismes. Nos gusta ventilar nuestros trapos sucios y hablar de los errores de los demás, ya sea publicándolo en redes sociales, hablando con un amigo o familiar, o hasta confiando en un desconocido durante un vuelo. Pero a veces podemos ir demasiado lejos. Con frecuencia, estas historias se comparten desde un lugar egoísta o crítico que hiere a otras personas y deja a quien las cuenta con una sensación de arrepentimiento.
Todos somos víctimas de hablar más de la cuenta a veces, revelando una cantidad inapropiada de detalles sobre nuestra vida personal filtrados a través de nuestro propio punto de vista sesgado. Por suerte, hay algunas herramientas que podemos usar para asegurarnos de que pensemos antes de hablar y de que lo que contamos esté en armonía con nuestro propósito espiritual.
He aquí tres consejos para tener presente antes de decir tu verdad:
1. Entiende la diferencia entre ser auténtico y ser hiriente.
Muchas veces, la gente dice: "Tengo que contar mi verdad", antes de decir algo innecesariamente negativo o desagradable sobre otra persona. Es fácil confundir la autenticidad con una excusa para calumniar a alguien. La verdadera autenticidad consiste en ser lo bastante valiente para ser tú mismo y lo bastante genuino para vivir de acuerdo con tus valores. No depende de tener la última palabra ni de que la gente vea tu punto de vista.
Que algo sea cierto no significa que haya que decirlo. Hay un momento para hablar y otro para reflexionar en silencio. No es necesario compartir todas las verdades. Sé reflexivo en lo que compartes, especialmente con relación a juzgar o herir a otros.
2. Intenta sentir empatía por aquellos a los que normalmente juzgarías.
La mayor parte del dolor y los problemas del mundo se deben a que la gente juzga y habla negativamente de los demás. Imagina un mundo en el que las personas no se juzgaran tan severamente. Desde luego, hay veces en las que tenemos que denunciar las cosas dañinas que hacen los demás, pero con frecuencia, cuando hablamos negativamente de alguien, es por rencor o por dolor, y usualmente acabamos arrepintiéndonos.
Vemos muy poco de la vida de los demás, y es injusto juzgarlos sin habernos puesto en su lugar. Esfuérzate por juzgar menos. Comienza a sentir empatía por aquellos a los que antes o ahora juzgas. Antes de hablar en contra de alguien, pregúntate: ¿Estoy seguro de que lo que voy a decir es cierto? ¿Es bueno decirlo? ¿De verdad necesito decirlo y es útil?
3. Considera lo que has ganado o aprendido de una experiencia difícil antes de hablar de ella.
Una parte fundamental de nuestro trabajo espiritual consiste en concentrar nuestra energía en el interior, en los cambios y transformaciones que debemos realizar. Esto depende de que busquemos constantemente en nuestro interior formas de mejorarnos a nosotros mismos. Cuando pasamos por un desafío, es porque estamos destinados a ganar algo de la experiencia, aunque sea difícil de ver en el momento. Piensa en cuánto has crecido gracias a los obstáculos que has encontrado a lo largo de tu vida.
Cuando compartimos una historia desde el dolor y todavía no le hemos encontrado sentido, solemos expresarla con juicio. Podemos caer en el victimismo, culpando a otras personas o hasta a la mala suerte de lo que nos ha ocurrido. Aunque alguien nos haya hecho algo malo, nuestro trabajo es encontrar la bendición oculta en la experiencia. ¿En quién te has convertido o puedes convertirte gracias a lo ocurrido? En este caso, si decides contar la historia, no lo harás desde un lugar de juicio, sino con el propósito de compartir una perspectiva más amplia y la sabiduría que has adquirido.
Es fácil pensar que desahogarse o chismear es relativamente inofensivo, pero puede herir a otras personas y tener un efecto negativo en nuestro propio bienestar espiritual. Sé fiel a ti mismo, pero también ten en cuenta los sentimientos de los demás, trata de empatizar con su punto de vista, aunque te hayan herido, y busca la bendición en el desafío. Cuanto más te concentres en estas áreas, más poderosas serán tus palabras e historias cuando decidas compartirlas.