Piensa en un momento en el que obtuviste exactamente lo que querías y resultó ser una desilusión. O un momento en el que no conseguiste lo que querías, pero terminó siendo lo mejor que pudo haber pasado. La vida está llena de estos resultados inesperados. Entonces, ¿cómo sabemos cuándo luchar por las cosas que queremos y cuándo desviar nuestra energía a otra cosa?
He aquí tres consejos para dirigir tu deseo rumbo a la plenitud:
Cuando las personas piensan en la espiritualidad, a veces piensan que implica disminuir su deseo de más. Podríamos imaginar el epítome de una persona espiritual como un monje que no tiene ningún interés en las cosas físicas. Si bien hay beneficios en este estilo de vida, no es nuestro propósito final. Vivimos en el mundo físico y hay una razón para ello.
El Creador quiere compartir con nosotros infinitamente. Estamos hechos para desear y aspirar mucho más de lo que la mayoría de nosotros hacemos. No solo estamos destinados a desear, ¡sino que la mayoría de nosotros no deseamos lo suficiente! Hay personas que tiene problemas para pedir lo que quieren, decir lo que quieren o incluso permitirse desear algo debido a sentimientos de vergüenza. Esto puede impedirte recibir las bendiciones que el Creador quiere enviarte. Si no crees que eres digno de las cosas que deseas, entonces limitas lo que puedes lograr.
Recuerda siempre que eres digno y merecedor de bendiciones.
Si bien es cierto que estamos hechos para desear y recibir cada vez más del Creador, por lo general no sabemos lo que realmente necesitamos. Al igual que un niño que tiene un fuerte deseo de comer una caja entera de galletitas en lugar de verduras, a veces deseamos cosas que no son las que más nos convienen. No conseguir las cosas que queremos con frecuencia es una bendición oculta.
Esto puede ser confuso para las personas ambiciosas que quieren crear y manifestar sus vidas. Haz una pausa, da un paso atrás y pregúntate: “Si obtengo todo lo que quiero en este momento, ¿cómo podría perjudicarme?”. A veces, cuando seguimos presionando y pidiendo lo que deseamos sin incluir la energía del Creador, esas bendiciones pueden convertirse en una condena si es el momento equivocado, el deseo equivocado o algo que no está destinado a estar en nuestro camino. Del mismo modo, el fracaso a veces puede conducir al verdadero éxito. La clave es vivir en ese estado de conciencia mientras lo transitamos, en lugar de hacerlo solo en retrospectiva.
Trabaja en cultivar tu deseo de más, pero también mantente abierto al hecho de que no sabes qué te llevará en definitiva a la felicidad y la plenitud.
Si aceptas que estás hecho para tener más, pero también eres consciente de que no puedes saber si el éxito te aportará plenitud, naturalmente te lleva a un tercer estado de conciencia: alinear tu deseo con el deseo del Creador. Hay un deseo más fuerte y poderoso que el que estás sintiendo. Es la Luz del Creador.
Cuando despiertes cada mañana, recuerda que quieres tener más, pero que estás abierto a lo que el Universo tiene reservado para ti, que es lo mejor. Ten la certeza de que cuando sucede algo que no querías, es por máximo beneficio.
Nunca sabemos realmente qué resultado tendrán nuestros éxitos o fracasos, por lo que es importante mantenerse abierto a todas las posibilidades. Cuando vives con esa apertura, sientes aceptación, aprecio y entusiasmo, sabiendo que estás creciendo en bendiciones. Confía en que la trayectoria de tu vida te está llevando hacia más bendiciones, aun si esas no son necesariamente las cosas específicas que quieres en este momento. Hay una humildad y confianza que viene con mantenerse abierto.
La vida no se trata de disminuir nuestros deseos, sino de perfeccionarlos y cultivarlos de la manera correcta. No te quedes estancado en las pequeñas desilusiones o en las cosas que quieres forzar. Mantente abierto y humilde, y entonces encontrarás tu camino hacia el verdadero deseo y la bondad suprema que estás destinado a tener.