Plazos que cumplir. Reuniones. Cuentas. Tráfico. Hay infinidades de factores estresantes que enfrentamos cada día. Nos hacen transpirar, estar irritables, ansiosos y nerviosos. Desde grandes desafíos hasta agravios mundanos, a veces el estrés puede parecer insuperable. Puede hacernos sentir desvalidos.
A menudo escuchamos sobre los efectos nocivos que el estrés puede tener en nuestro cuerpo y mente: alta presión sanguínea, problemas cardíacos y depresión, por nombrar algunos. Pero también hay formas sanas de usar el estrés. La manera en la que miramos nuestros obstáculos determina cómo nuestro cuerpo responde ante el estrés. El objetivo no es eliminarlo por completo de nuestra vida, sino replantearnos su propósito y cómo podemos usarlo para nuestro beneficio.
He aquí tres consejos para ayudar a redirigir tu estrés:
1. El estrés es una señal de que es momento de cambiar. El estrés en realidad puede ser una herramienta útil para nuestro crecimiento espiritual. Es un indicador de que hay algo en nuestra vida que está desalineado. Cuando nos sentimos estresados, es una oportunidad para reevaluar nuestras prioridades.
Cada vez que sientes estrés, no es coincidencia: es el universo tratando de decirte que hay cambios que necesitas realizar. Quizá estés intentando aferrarte a algo que debas soltar o tratando de controlar a alguien en vez de aceptarlo tal cual es. Pregúntate cómo estás dedicando tu tiempo. ¿Tus intenciones son las correctas?
El estrés no es el enemigo. Es una respuesta del universo. En lugar de preocuparte por lo externo, usa el estrés como oportunidad de reflexionar internamente y hallar la oportunidad para el crecimiento.
2. ¡No te tomes demasiado en serio! Pocas cosas por las que nos preocupamos son verdaderamente importantes en el marco más amplio. Solemos dar mucha más energía de lo que merecen cuando la mayoría son distracciones. Retrasarnos para una reunión importante podría angustiarte, pero no es el fin del mundo si no llegas a tiempo. Podría ser una señal de reevaluar cómo manejas tu tiempo, pero no merece arruinarte el día, tu autoestima y tu salud.
Cuando sientas estrés, piensa a futuro en unos cincuenta años. ¿Es esto algo por lo que todavía te preocuparías? Cuando los vemos bajo esta perspectiva, muchos de nuestros problemas se vuelven absurdos. Puedes ocuparte de lo que estás haciendo con seriedad, pero no te tomes tu papel demasiado en serio. ¡Ríete de ello y no te angusties por pequeñeces!
3. Confía en que el Creador te tiene en el camino correcto. El estrés en realidad es un disfraz del miedo. Nos estresamos porque creemos que tenemos que estar en control de todo. Mantenemos nuestra mente ocupada con las posibilidades, intentando delinear cada detalle de nuestra vida y enojándonos cuando estos no marchan según nuestro plan. Es fácil perder de vista el hecho de que el Creador es el único en control y sabe exactamente qué necesita nuestra alma mucho mejor que nosotros.
Sin certeza en el proceso del Creador, nos quedamos en un estado de preocupación y estrés, concentrados en cómo resultarán las cosas. Recuerda que la vida consiste en el proceso, no en el resultado final. Tu trabajo en este mundo es en asociación con el Creador, no todo recae sobre tus hombros. Haz tu parte al dar el 100 %. Ya sea que tengas éxito o falles, las cosas funcionen del modo que lo planeaste o no, al final no depende de ti.
Sin importar cuán graves parezcan las cosas, recuerda que provienen del Creador, así que son algo bueno. Puede que ahora no veas cómo o por qué, pero tu alma necesita pasar por esto para convertirte en la mejor versión de ti mismo.
No siempre podemos eliminar las causas de nuestro estrés, pero lo que importa es cómo respondemos ante ellas. Tenemos la opción de reaccionar con preocupación, ansiedad y enojo, o aceptar el estrés como un hermoso regalo y una oportunidad para el crecimiento.
Cambiar tu perspectiva requiere estudio y práctica constantes (y un poco de humor). Es un músculo que tenemos que desarrollar y una decisión que debemos tomar cada día. Pero cuanto más lo hagamos, más nos abriremos a la belleza y las bendiciones que esperan entrar en nuestra vida.