Tómate un momento ahora mismo para pensar en qué es lo que verdaderamente quieres experimentar en tu vida. Respira profundo, cierra los ojos por un minuto si puedes, e imagina las cosas que deseas.
¿Es una relación de almas gemelas? ¿Es conseguir el empleo de tus sueños? ¿Pasar más tiempo con tus hijos? ¿Un milagro financiero? ¿Un milagro relacionado con la salud? Sea lo que fuere, visualiza claramente la imagen en tu mente.
¿Listo? Bien.
Ahora, ¿qué pasaría si te dijese que lo que quieres no es siquiera la punta del iceberg del nivel de los milagros que te están esperando? ¿Que lo que imaginaste es apenas una fracción de lo que en realidad es posible para ti? Los milagros existen en los ámbitos invisibles, en una dimensión de puro potencial y posibilidad. Incluso cuando te pedí que imaginaras lo que quieres experimentar, es probable que estés formando esa imagen con base en lo que personalmente crees que es posible.
Pero ¿qué sucedería si aun la visión más descabellada de tu vida, tu mayor sueño, no solo fuera posible, sino que te estuviera esperando a la vuelta de la esquina? Estoy aquí para decirte que es así, y lo único que se interpone en el camino eres tú.
Hoy es el día bisiesto, y este día adicional que se nos concede cada cuatro años es una dulce oportunidad para convertirnos en una vasija para lo milagroso. Los milagros son activos, requieren de nuestra participación y, a veces, de nuestro esfuerzo. Ciertamente, el Universo no solo los reparte en función de méritos. Llegan a aquellos que se presentan, que están abiertos, con una sed espiritual y llenos de aprecio.
Muchos de nosotros no creemos que los milagros sean algo práctico, ¿cierto? Crear milagros en tu vida puede sonar como un concepto sacado de un cuento de hadas, pero, en realidad, se trata de hacer cambios profundos y positivos. Existe una fórmula para cocrear milagros, e implica audacia, practicidad y un cambio de perspectiva.
Piensa en cómo te sientes cuando tu hijo te abraza. La oleada de amor y aprecio no solo por el hecho de que alguien te ame tanto, sino porque estás ahí recibiéndolo. Milagro. La cama en la que te acurrucas por la noche, el mundo de color que tus ojos te permiten experimentar, los amigos, la familia y las personas en tu vida que te apoyan e inspiran. Todos milagros.
Reconocer los milagros que ya están a nuestro alrededor es una práctica transformadora. Esto por sí solo puede ayudar a sanar la pereza espiritual en la que a menudo nos quedamos estancados. Es fácil escribir listas de gratitud y llevar un diario sobre tus deseos sin realmente sentirlos y poseerlos. Al desacelerar y cultivar una mentalidad de agradecimiento, podemos comenzar a observar y apreciar estos milagros, grandes y pequeños. Este es el primer paso para alinearnos con lo milagroso.
Mi suegro, Rav Berg, me contó una vez una historia en la que todavía pienso. Un estudiante se le acercó una vez, muy emocionado, y le contó la experiencia que había tenido en su camino a Shabat. “Me desperté esta mañana y, en el camino para llegar aquí a Shabat, tuve un accidente automovilístico. Pero, milagrosamente, ¡nadie resultó herido! ¡Mi auto ni siquiera tiene un rasguño! ¡Fue un milagro!”. El Rav lo miró y dijo: “¡Eso es un milagro! Y sabes algo, yo me desperté hoy y también vine aquí esta mañana, y no tuve ningún accidente automovilístico. ¡Eso también es un milagro!”.
Los milagros también pueden aplicarse a cosas que tal vez quisimos pero no obtuvimos. Parece contradictorio pensar que algunos de nuestros deseos más profundos no se manifiestan como milagros, pero en retrospectiva, es probable que descubras que sí lo son. Garth Brooks, la leyenda de la música country, tuvo una canción llamada “Unanswered Prayers” en el número uno de las listas de Billboard en 1991. En una entrevista, contó que la inspiración para la canción vino de un encuentro con su ex novia de la secundaria que tuvieron él y su esposa en un partido de fútbol americano. Esta mujer había sido el amor no correspondido de su vida durante muchos años, pero ahora estaba en el verdadero matrimonio de sus sueños con su esposa. Lo describió como tener “la conciencia inquebrantable de que lo que tienes es lo mejor para ti”.
Dar y recibir son dos caras de la misma moneda. Si queremos recibir radicalmente, podemos comenzar por compartir radicalmente. Dar hasta que nos incomode. ¡Llegar a ser tan generoso que la gente se quede boquiabierta! No tienes que ser multimillonario para compartir de formas extraordinarias, y la generosidad no tiene que estar relacionada con el dinero. La generosidad puede ser compartir tu tiempo a través del voluntariado o apoyando a un amigo. Puede ser donar cosas que están acumulando polvo en tu casa, pero podrían ser exactamente lo que otra persona necesita. Puede ser simplemente una generosidad de espíritu, ofrecer amabilidad y positividad a cada persona con la que te encuentres.
Estar al servicio de los demás es un camino para crear milagros no solo en la vida de aquellos a quienes ayudamos, sino también en nuestra propia vida. Nos abre el corazón, nos enriquece el espíritu y transforma nuestra existencia de formas que brindan alegría, plenitud y un profundo sentido de conexión con el mundo que nos rodea. A través del servicio, descubrimos que el verdadero milagro está en el mismo acto de dar, y al hacerlo, invitamos una abundancia de bendiciones a nuestra vida.
El tema de los milagros es uno que nunca perderé la oportunidad de desarrollar. El día bisiesto puede ser una ocasión divertida, pero ¿por qué no verlo como una invitación a recordar que lo milagroso es posible todos los días? Porque, en efecto, cada día es un milagro. Pueden estar llenos de acontecimientos mundanos, pero si miras con atención, no son tan mundanos al fin y al cabo. Te hago esta invitación: cada día escribe un milagro que experimentes. Te sorprenderá cómo se suman.