En un estudio de la Universidad de Harvard, el 80 % de los niños entrevistados dijo que sus padres estaban más preocupados porque ellos fueran personas felices y exitosas que porque fueran personas bondadosas. Estos resultados podrían sorprenderte, pero cuando pensamos en ello, pasamos mucho tiempo dándole importancia tanto a la felicidad como al éxito cuando se trata de las decisiones de nuestros hijos. Llenamos sus tardes de actividades que los harán sentirse bien y también lucir bien en las solicitudes de ingreso a la universidad, incluso apoyamos los cuestionables caminos de vida de nuestros hijos cuando son adultos, diciendo: “Solo quiero que sea feliz”. Así pues, es comprensible que muchos jóvenes asuman que la felicidad y el éxito son una prioridad para nosotros, ya sea que lo digamos explícitamente o no. ¿Cuán a menudo guiamos a nuestros hijos en sus decisiones basados en lo que es ser más bondadoso?
"Los niños bondadosos son aquellos que saben escuchar a los demás, solucionan problemas y ofrecen ayuda ."
No lo suficiente.
Los niños bondadosos son aquellos que saben escuchar a los demás, solucionan problemas y ofrecen ayuda (¡son los niños que esperas que tu hijo invite a jugar a casa!). A la larga, cuán bien le va a tu hijo en el recreo y en el salón de clases es un buen indicador de cuán exitoso será en la vida. Al criar niños bondadosos, por omisión criamos niños con la única habilidad fundamental para vivir una existencia verdaderamente plena y gratificante: la bondad.
Criar a un niño bondadoso no se trata de asegurarse de que tu hijo sea popular. Consiste más bien en criar a una buena persona, alguien que sea fundamentalmente bondadoso y compasivo. Estas cualidades tienen poco que ver con si el niño es tímido o extrovertido, deportista o artista, emocional o estudioso. Por encima de todo, un niño bondadoso es aquel que interactúa bien con los demás y sabe cómo trabajar en equipo.
Los niños bondadosos son:
Personas que saben escuchar
Nuestros jóvenes se conectan cada vez más con medios de todo tipo, eso les da cada vez menos oportunidades para interactuar con los demás en persona. Siendo completamente sinceros, los adultos no son inmunes a este fenómeno. Podemos tener toda una conversación a través de mensajes de texto sin tener que analizar el lenguaje no verbal de alguien. Enséñales a tus hijos a escuchar al escucharlos a ellos. Hazles preguntas abiertas y haz contacto visual. Abstente de terminar sus frases. Esto es particularmente difícil con los niños pequeños que aún están expandiendo su vocabulario y se toman largas pausas mientras buscan las palabras que necesitan para expresarse. Sé paciente. Muéstrale que te interesa saber cómo se siente y lo que piensa dándole espacio para decírtelo, así aprenderá a darles espacio a los demás.
Buenos solucionadores de problemas
Los conflictos forman parte de toda relación. Lo que separa a los niños bondadosos de los no tan bondadosos es su capacidad para resolver conflictos con los demás. No tenemos que estar de acuerdo con todas las personas con las que tenemos contacto; ni siquiera estamos obligados a que nos agraden. Pero sí tenemos que respetarlos. Enseñarles a los niños a respetar a los demás a pesar de las diferencias los prepara para el éxito en el salón de clases y, más adelante, en su lugar de trabajo. Habla de sucesos actuales; pregúntales que harían en una situación similar. Habla sobre los programas de televisión y las películas que ven juntos, las decisiones que toman los personajes y sobre cómo harían ellos las cosas. Identifica la opción bondadosa en cada situación. Enséñales que incluso las decisiones difíciles pueden ser tomadas con compasión, que al otro lado de cada decisión que tomamos hay alguien que será afectado por nuestras acciones. A menudo tenemos que evaluar una decisión que nos hace feliz frente a una que ayuda a alguien. Los niños bondadosos aprenden a tomar en cuenta los pensamientos y sentimientos de los demás y, cuando es posible, llegar a un arreglo en beneficio de todas las partes involucradas.
Buenos ayudantes
“Con el tiempo, tenemos que llegar al punto en el que todos los momentos de nuestro día en los que tuvimos elección entre cerrar y abrir, decidimos abrir: nuestro corazón, nuestras manos, nuestra mente”. – Michael Berg
Los kabbalistas enseñan que ayudar a los demás y compartir de manera desinteresada lleva a la transformación espiritual, además de ser lo correcto. Enseñarles a nuestros hijos a preocuparse por el mundo comienza cuando adoptamos el hábito de ayudar. Deja que te vean haciendo voluntariado. Libera tu agenda un domingo y donen su tiempo en familia a una causa en la que todos crean. Involúcrate en la escuela de tu hijo: hornea galletas para recaudar fondos en la escuela, dona útiles al salón de clases o haz fotocopias para los maestros. Crea oportunidades para que tus hijos ayuden en casa y deja claras tus expectativas. No hay necesidad de elogiarlos de más por su colaboración; realizar tareas domésticas y limpiar lo que ensucian simplemente es lo que se requiere para ser parte del equipo en casa.
Cuando mostramos cómo ser bondadosos, les enseñamos a nuestros hijos a ser bondadosos también. Aprender a interactuar positivamente con amigos y desconocidos, y preocuparse por su bienestar, prepara a nuestros hijos para el éxito futuro. Tómate el tiempo para reconocer los extraordinarios actos bondadosos que tus hijos hacen en el mundo. Fortalece su confianza en sí mismos; muéstrales qué pueden llegar a ser. Mi esposo, Michael Berg, dice: “Con el tiempo, tenemos que llegar al punto en el que todos los momentos de nuestro día en los que tuvimos elección entre cerrar y abrir, decidimos abrir: nuestro corazón, nuestras manos, nuestra mente”. Estas decisiones definen quiénes somos. Y que cuando les pregunten a nuestros hijos qué nos enorgullece más sobre ellos, su respuesta sea: “Que soy bondadoso”.