Cuando pensamos en la transformación personal, solemos concentrarnos en los aspectos de nuestra vida que ya no deseamos: malas experiencias que hemos tenido, errores que hemos cometido, personas que nos han lastimado; las cosas que queremos dejar atrás. Pero antes de que podamos asumir una nueva versión de nosotros mismos, es importante hacer una pausa y examinar quiénes somos en este preciso momento. Si indagamos lo suficiente, ¡puede ser una experiencia reveladora!
He aquí tres preguntas que, al hacértelas, pueden ayudarte a entrar en contacto con tu ser interior:
1. ¿Tus fortalezas y debilidades son realmente lo que crees que son? Hagamos une experimento. Haz dos listas: una de tus fortalezas y otra de tus debilidades. Ahora invierte los encabezados para que tus fortalezas sean debilidades y viceversa. ¿Cómo se siente? ¿Confuso? ¿Equivocado? ¿A qué se debe?
Solemos catalogar nuestras fortalezas como “buenas” y las debilidades como “malas”, pero, en realidad, ambas cumplen un papel importante en nuestro desarrollo. Considera cómo tus fortalezas podrían estar limitándote de alguna manera y cómo tus debilidades de hecho podrían ser un beneficio. Por ejemplo, la independencia y la seguridad podrían considerarse fortalezas, pero también podrían impedir que pidas ayuda o muestres vulnerabilidad. Por otro lado, ser testarudo podría ser una debilidad, pero también significa que eres persistente y determinado.
Entiende que incluso las partes que no te agradan de ti mismo proporcionan oportunidades para el crecimiento y conforman una parte única del trabajo espiritual que estás destinado a hacer. Del mismo modo, las cosas que te agradan de ti mismo podrían estar impidiendo que veas cuánto te falta por crecer todavía. ¿Cuán apegado estás a la idea de que tus fortalezas son “buenas” y tus debilidades son “malas”?
2. ¿Cómo mejoras en las áreas que te importan más? Sin importar lo buena que sea la labor que estamos haciendo, siempre podemos mejorar. Dedica tiempo a reflexionar y pensar cómo puedes crecer en todas las áreas de tu vida. Si no hay al menos un momento en que reconozcas que hay un área en la que necesites trabajar, ¡entonces no estás indagando lo suficiente!
Nos dicen que seamos perfectos, mantengamos todo en orden y nunca fallemos. Así que a menudo ignoramos nuestras propias deficiencias. Palabras como fracaso, fallo e imperfección tienen una connotación negativa, pero esas son las áreas que proporcionan oportunidades poderosas para que crezcamos. En realidad, esas son las partes de nuestro ser que deberíamos perseguir, no ignorar.
Permítete ver tus fracasos y fallos de la forma más clemente posible. Estos no te hacen una mala persona o incapaz, sino un ser humano con áreas por mejorar como todo el mundo. Considera este ejercicio como una simple retroalimentación. No necesitas dar ningún paso inmediato; tan solo tener la información es un enorme primer paso. Si no examinamos nuestra vida, estamos destinados a mantenernos iguales.
3. ¿Estás constantemente buscando aprecio en todas las cosas? Estar en un estado de búsqueda constante es fundamental para nuestro crecimiento espiritual, y una de las cosas más poderosas que podemos buscar es aprecio por todo. Sin la gratitud, nos concentramos en nuestra carencia en vez de las bendiciones en nuestras vidas. La sabiduría de la Kabbalah enseña que no podemos de descansar en un lugar de oscuridad. En otras palabras, cuanta más gratitud tengamos, más nos abrimos a recibir bendiciones en nuestra vida.
Cada año crecemos y cambiamos, ya sea que lo reconozcamos o no. Cada día te ha moldeado y transformado. Incluso en un año que haya sido oscuro, busca los regalos. ¿Por cuáles relaciones estás más agradecido? ¿Qué lograste superar? ¿Qué aprendiste? ¿Cómo creciste? Aun en medio de la oscuridad, podemos encontrar la belleza.
Es muy importante que entendamos quiénes somos y dónde nos encontramos en nuestro viaje espiritual a fin de concentrar nuestra energía en la dirección correcta. ¿Cómo sabemos en qué debemos trabajar si no podemos vernos claramente? Dedica tiempo a evaluarte, pero hazlo con bondad y compasión. Piensa las formas en que puedes mejorar, pero también piensa en todo lo que has logrado y cuán lejos has llegado. Reconoce que puedes hacer cualquier cosa siempre y cuando tengas la dedicación y la disposición adecuada.