Este artículo fue publicado originalmente en 2018.
Esta semana se activa, quizá más que nunca, nuestro poder para ser creadores en nuestra vida y hacer realidad nuestros sueños.
Cuando nace un bebé en este mundo, la primera parte que sale del útero es la cabeza. La cabeza es lo que recibe el primer rayo de luz. La cabeza representa el “ser” del bebé. La energía del “yo” es la que respira por primera vez. Se dice que las manos del bebé apretadas al nacer son un indicador de nuestro Deseo de Recibir. Desde el momento en el que nacemos, mucha de nuestra energía consiste en recibir. Este es el hermoso diseño del Creador, ya que fuimos creados para ser receptores con el fin de adquirir todo el amor y la beneficencia que el Creador desea impartirnos.
“Esta semana enfrentamos el inicio de un nuevo año”.
Mientras crecemos, física y espiritualmente, aprendemos que el Deseo de Recibir no puede ser la única cualidad que debemos mantener en nuestra vida. Al madurar, aprendemos que no podemos continuar comportándonos como niños por siempre. Aunque la adultez nos haga cambiar, disfrutamos esta profunda oportunidad para madurar. Cuando finalmente somos adultos, podemos crear una vida increíble y satisfactoria para nosotros. Podemos convertirnos en inventores, artesanos, estudiosos, empresarios; en amos y maestros de nuestro propio destino. Con el tiempo, muchos de nosotros quizá nos volvamos padres, crearemos nueva vida que respirará por primera vez en este enorme y amplio mundo.
Este es el proceso de la vida. Nos damos cuenta de que el Deseo de Recibir no nos lleva tan lejos. El Deseo de Compartir y dar son los que, paradójicamente, nos dan la plenitud que verdaderamente buscamos y la vida que deseamos vivir. Cuando pensamos en los demás y queremos dar al mundo, logramos convertirnos en los mejores líderes, empresarios, padres; la mejor versión de nosotros mismos que nuestro corazón anhela genuinamente.
No es coincidencia que nuestra porción de esta semana sea Vayikrá. Cuando los niños comienzan a estudiar la Torá, Vayikrá es la primera porción que les enseñamos. Esperamos que las sencillas pero profundas lecciones de esta porción acompañen a los niños durante toda su vida. Vayikrá también es el primer capítulo en nuestro nuevo libro de la Torá conocido como Levítico. En esta aprendemos sobre los sacrificios que los israelitas hicieron en el Tabernáculo para purificarse. Sacrificios que eliminaban el egoísmo y, al final, les permitían acercarse al Creador. Con la presencia de Dios que moraba con ellos en el Tabernáculo, los israelitas entonces hicieron su viaje para unirse al Creador. Los sacrificios y las ofrendas de los israelitas eliminaban el ego y el Deseo de Recibir para transformarlos en seres generosos. Cuando los israelitas crecieron y maduraron de este modo, fueron capaces de unirse más con la energía generosa del Creador. Esta semana nosotros también recibimos la ayuda para sacrificar nuestro ego y comportamiento egoísta para darle paso a la vida que, de todo corazón, anhelamos vivir.
“Visita otra vez a tu niño interior”.
Con el inicio del año nuevo al final de la semana, podemos tomar un aliento fresco y energizarnos en todo lo que es posible durante el año astrológico entrante. Todos nuestros sueños y deseos comienzan a florecer y ocurre la prosperidad de nuestra vida. Solo debemos estar abiertos a saber que una vida que verdaderamente anhelamos no es una en la que vivimos como niños, sino como poderosos adultos que apoyan a los demás. Proveer, cuidar y dar a los demás nos dará la alegría y plenitud más auténtica. Todo lo que necesitamos hacer para atravesar esta nueva puerta es estar dispuestos a desprendernos de nuestro “pequeño ser” que solo se preocupa por nuestras propias necesidades, ya que dentro de nosotros hay un gigante durmiente que es la chispa del Creador. Esta chispa posee nuestro mayor deseo por convertirnos en seres que dan, ayudan, crean y conquistan en este mundo; no seres que toman para sí mismos y solo piensan en su propio bienestar. Estamos destinados a recorrer este viaje a la adultez y a la madurez. Nos da las respuestas para hacer nuestros sueños realidad.
Esta semana en tus meditaciones, regresa a tu infancia. Visita otra vez a tu niño interior. Puede ser doloroso hacer este viaje, pero ábrete a regresar una última vez a ese momento de tu vida. Siente cómo se sentía ser tú en aquel momento. Recuerda los sueños que una vez tuviste y lo frágil que era tu corazón. Bendice a ese niño. Dile que no se preocupe. Asegúrale que todo estará bien. Visualiza a tu ser adulto abrazando a ese niño y dándole amor. Ahora despídete de él. Susúrrale al oído que hay una hermosa vida que le espera, que el camino por recorrer puede ser difícil a veces, pero que al final hay mucha dicha y alegría. Respira profundamente de nuevo. Pídele al universo esta semana que te ayude a realizar los cambios que necesitas hacer para crecer y alcanzar tu siguiente nivel. Pídele a la Luz que abra tu corazón. Pídele a la Luz que te ayude a compartir más, a dar más y a dar los pasos para convertirte en líder y sustentar los sueños de tu alma.
Pídele a la Luz que despierte al Creador dentro de ti.
Esta semana activamos al Creador que tenemos dentro para manifestar las vidas que estamos destinados a vivir. Renacemos. Aunque ya no seamos niños, cada año en esta época recibimos el profundo poder y regalo que nos permite renovar nuestra vida. Si lo deseamos, podemos comprometernos de nuevo con el camino de espiritualidad y avanzar para despertar a Dios en nuestro corazón, dado que nosotros verdaderamente comenzamos a vivir cuando esta chispa divina brilla libremente.