Uno de los recuerdos más vívidos que tengo sobre mi padre, Rav Berg, es de la Tercera Comida de Shabat, cuando cantábamos Yedid Néfesh. Esa canción habla del anhelo de nuestra alma por la Luz del Creador, y la última parte habla de la Redención Final. Noté que el Rav siempre movía las manos como si realizase una clase de llamado en la última parte. Por supuesto, la pregunta es: ¿Por qué?
"Uno de los recuerdos más vívidos que tengo sobre mi padre, Rav Berg..."
Para responder esto quiero compartir un gran secreto del Rambán, Najmánides. El secreto que reveló se relaciona con todo lo que ocurre en la porción Vaerá y en la siguiente, Bo: acciones. Moshé realiza todo tipo de acciones. Realiza una acción para invocar a cada una de las plagas. Vemos esto en otros profetas también; no solo hacen una profecía, también realizan una acción.
Así pues, el Rambán escribe sobre la porción de Lej Lejá que hay dos tipos de revelaciones. Una revelación es cuando un profeta o persona justa habla, pide por algo o da una bendición. El Rambán dice que, cuando eso ocurre, puede que la bendición no se manifieste. El otro tipo de revelación es cuando un profeta o persona justa además hace algo de naturaleza física que es similar a la bendición que intenta despertar, como ocurre con Moshé en la porción Vaerá. Por ejemplo, no solo le dice al Faraón o al Creador que manifieste la plaga de sangre, más bien hace una acción en el río que es similar a la acción que está intentando despertar. El Rambán dice que cuando un profeta o persona justa dice las palabras y luego realiza una acción similar, no importa lo que ocurra, ese decreto, despertar o profecía tiene que ocurrir. Y por eso es que, a menudo, vemos que los profetas no solo dicen profecías, bendicen o hablan, sino que también hacen una acción.
"Vemos que los profetas no solo dicen profecías, bendicen o hablan, sino que también hacen una acción."
Por tanto, ahora podemos entender por qué el Rav realizaba una acción con sus manos durante la sección del Yedid Néfesh que pide que se revele la Luz del Creador. Tal y como el Rambán nos dice, es porque cuando oramos o pedimos por algo, si logramos hacer al menos una pequeña acción, garantizamos que ocurra. Si recibimos una bendición y no tiene una acción unida a ella, puede que no se manifieste. Pero si se realiza la acción, como en el caso del Rav, entonces tiene que manifestarse.
Hay muchos otros casos e historias en los que vemos esto, cuando incluso pequeñas acciones que un individuo hace despiertan la bendición o la profecía. Obviamente, no estamos en el nivel en el que estaban los profetas y las personas justas, pero todos nosotros, a pequeña escala, podemos realizar estas acciones. Podemos, al igual que el Rav y Moshé, llamar a la Luz con acciones porque eso es lo que hacemos también con nuestras palabras, eso es lo que estamos intentando hacer cuando oramos. Y si nuestras oraciones y peticiones —para nosotros, los demás y el mundo— se llenan de esta conciencia, entonces todas nuestras bendiciones podrán ser mucho más poderosas.