Nota del editor: Este artículo, escrito por nuestro maestro, Rav Berg, fue publicado anteriormente en la edición de verano de Kabbalah Magazine del año 1999 (volumen 3, edición 3), aunque considerando los acontecimientos actuales, pensamos que quizá sea más relevante hoy que nunca.
Este pequeño pedazo de tierra, que por miles de años fue insignificante, ocupa mucho espacio en los diarios y tiene a las grandes naciones del mundo atrapadas en la política y los asuntos internos de sus habitantes. En general, la gente de estas otras naciones no tienen el menor interés por verse involucrados en la intriga y los asuntos personales que emergieron en Oriente Próximo entre los judíos y los árabes.
¿Y por qué habrían de estar interesados en eso? ¿Qué relevancia podría tener para las demás naciones del mundo el resultado o la solución a la lucha que judíos y árabes tienen? ¿Qué impulsa a los líderes de estos gobiernos a involucrarse con lo que sucede allí? ¿Por qué deberían prestar tanta atención a una cuestión que, en la superficie, no les ha afectado en términos materiales ni a ellos ni a su gente?
Podemos entender que estas naciones se involucren cuando el conflicto afecta el bienestar o la economía de todo el mundo, pero no hay duda de la poca relevancia que este conflicto tiene en los asuntos internos de otras naciones. El que Israel y Palestina lleguen a un acuerdo tendrá poco peso en sus gobiernos, y aún así persisten en intervenir.
Asimismo, ¿cuándo hemos sido testigo de tal interferencia en un país en el que el victorioso es colocado en una posición en la que debe responder, como lo ha hecho Israel tantas veces en el pasado, a acusaciones como si fuera el agresor? Estados Unidos rara vez respondió a las acusaciones por haber ocupado territorios dentro del continente. Los indígenas fueron despojados de sus tierras sin más que un simple susurro por parte de otros países. Rusia nunca fue llamada al estrado cuando tomó a la fuerza territorio en el continente asiático. Nunca hubo intervención extranjera real en el conflicto de Irlanda del Norte o en la intromisión de China en Taiwán. Uno no lee acerca de emisarios diplomáticos extranjeros haciendo un viaje para resolver estas disputas. Se espera que los participantes resuelvan sus asuntos por sí mismos. Pero Israel es diferente. ¿Por qué?
Surge otro punto importante que me han pedido que responda: ¿puede haber paz real entre Israel, los palestinos y las otras naciones árabes? Nunca he expresado públicamente ninguna preferencia política, y nunca he proclamado que soy profeta o el hijo de un profeta, así que mi respuesta con un “sí” o un “no” sería muy inapropiada. Este no es el método kabbalístico para las soluciones o predicciones. Lo que se necesita es un entendimiento más profundo acerca de la Tierra de Israel y por qué los israelitas fueron escogidos, como lo señala la Biblia, para convertirse en los ocupantes de esta tierra.
Si la Biblia es ciertamente la fuente de referencia para demostrar el derecho legítimo de los israelitas para ser dueños de esta propiedad, entonces me gustaría plantear una interrogante muy seria que escuché hace muchos años de parte del embajador saudí en las Naciones Unidas.
Si los judíos se refieren a la Biblia como su título de propiedad divino para este terreno, entonces el embajador preguntó algo muy simple acerca de la legitimidad de su reclamo sobre la Tierra Santa de Israel. Tomando en cuenta que aproximadamente el 85% de los judíos del mundo no consideran a la Biblia como la guía absoluta de su estilo de vida y rechazan gran parte de, si no todo, lo que se menciona en ella, entonces ¿por qué los judíos tienen en su repertorio el referirse a esta propiedad como la Tierra de Israel? ¿Acaso los ciudadanos de Estados Unidos llaman a Texas la propiedad legítima de México? ¿Se les ha permitido a los indígenas demandar sus tierras de vuelta porque ellos estaban aquí antes que el hombre blanco?
Aceptar la guía divina y la declaración de Dios cuando se trata de que esta tierra pertenezca a los judíos pero rechazar parte o todo su contenido es de algún modo hipócrita. Además, los judíos del mundo no claman por ir y vivir en Israel. Hay algunos que incluso señalan que un gran número de israelíes que viven en Israel preferirían vivir en otro lugar, tal como lo demuestra la realidad.
El argumento que se ha dado es que, ya que los judíos no tienen un lugar propio, por qué no Israel. Pues, los árabes opinan que la propuesta de Theodor Herzl de crear una patria en Madagascar no habría sido mala idea. Los judíos han sido acosados y perseguidos por miles de años; por lo tanto, Israel parece ser el lugar perfecto para finalmente finiquitar la cuestión de por qué Israel debe ser la patria judía. Cómo esto da legitimidad a las alegaciones judías me resulta incomprensible. Ciertamente puedo entender la posición de los árabes en esta discusión, pero no estoy seguro de cuántos judíos puedan aceptar este razonamiento.
Uno comienza a entender la confusión en torno a este candente asunto. Todas las posiciones señaladas anteriormente realmente no llegan a la raíz del asunto y, por consiguiente, nos corresponde indagar con mayor profundidad en las declaraciones de la Biblia, la cual todas las grandes religiones denominan como su fuente.
Un buen punto de partida para nuestra investigación es el Zóhar, el cual considera a la Biblia como ininteligible y rodeada de misterio. Fue tarea de Rav Shimón bar Yojái el decodificar el contenido bíblico. Así que vamos ahora a examinar un aspecto peculiar que el Zóhar considera: ¿por qué todos los grandes imperios consideraron necesario conquistar y gobernar este pequeño terreno del mundo? ¿Qué tenían en mente estos emperadores cuando pelearon por el derecho a gobernarlo?
Jerusalén ha sido distinguida como la Ciudad Santa. ¿Se debe esto a que el Templo Sagrado estaba ubicado allí? La respuesta kabbalística a este tipo de razonamiento es: ¿por qué estaba allí el Templo Sagrado en Jerusalén para comenzar? La expresión física del Templo no puede determinar las causas subyacentes, y en vista de ello nos surge una pregunta: ¿qué determinó la ubicación del Templo en primer lugar?
El Zóhar documenta el vínculo entre el Templo y la ciudad de Jerusalén. La razón inicial para la ubicación del Templo está relacionada con el hecho de que el centro de energía del universo se encuentra en la Tierra de Israel. El Zóhar nos dice que el Templo y el Arca dentro de Jerusalén eran depósitos y conductores de energía cósmica inteligente. Cuando un circuito de energía fluyó, el universo y todas sus galaxias infinitas estaban en armonía y la violencia no existía.
El Templo de Jerusalén reflejaba algo completamente distinto de los templos de otros pueblos antiguos. Lo que ocurría en Jerusalén afectaba todo en la Tierra y el cosmos. Jerusalén era considerada el núcleo alrededor del cual giran las galaxias. Tan ridículo como pueda parecer, y tan condicionados como estamos ahora por la estrecha visión científica contemporánea, Jerusalén no representaba ni representa actualmente una ideología religiosa. Las estructuras físicas simplemente simbolizan el pensamiento metafísico de una energía inteligente y representa su plano interno. El cuerpo representa la conciencia interior del alma de la humanidad. El cuerpo es la fuerza secundaria. La energía inteligente de nuestra alma es lo que motiva la conciencia del cuerpo.
Cuanto antes nos demos cuenta de ello, más posibilidades tendremos de alcanzar soluciones significativas y duraderas a nuestros problemas. El enfoque actual a la solución de problemas ha hecho muy poco por mantener los objetivos necesarios para mejorar el bienestar de nuestra sociedad. El razonamiento superficial para determinar la causa y el efecto es una conveniencia de los cinco sentidos. Este razonamiento nos permite sentarnos cómodamente y pensar que hemos solucionado las cosas.
Debemos recorrer todos los caminos en la búsqueda por determinar las causas primarias, a pesar de los esfuerzos a veces frustrantes por llegar “a la raíz del asunto”. Debemos investigar todo el espectro de la realidad cuántica antes de que podamos llegar a una conclusión. Las preguntas para el “por qué” final nos dan la causa suprema, y esa causa final y definitiva nos conduce a la solución del problema.
¿Cómo este terreno llegó a ser conocido como la Tierra Santa? Conectar esta denominación con el hecho de que el Templo Sagrado estaba ubicado allí sería tan incorrecto como la explicación usual de que Jerusalén es conocida como la Ciudad Santa por la presencia del Templo. La palabra “santo” o “sagrado” deberían considerarse como “completo”[1], indicando así el máximo equilibrio de energía conocido como la Fuerza de Luz de Dios. La Tierra Santa es el centro energético del mundo y encapsula el asombroso poder de la Fuerza de Luz.
¿Quiénes son estas personas llamadas Israel? ¿Por qué han dejado una huella tan extraordinaria en el escenario universal de la historia, una marca que realmente está fuera de proporción con relación a la cantidad de sus individuos? “El pueblo de Israel mantiene el grado más intenso de Deseo de Recibir de todas las demás naciones del mundo”, dice el Zóhar. Este nivel de Deseo de Recibir ofrece la oportunidad para la máxima expresión de la Luz de la Sabiduría universal. De manera similar a la forma en la que una bombilla atrae poder de acuerdo con la capacidad restrictiva de su filamento, el grado de Luz manifestado por el hombre depende de su capacidad para hacer restricción y así atraer esa energía cósmica sublime. Esta es la naturaleza de los judíos. Y la región mediante la cual la energía máxima alcanza nuestra galaxia es el nivel de conciencia conocido como Tierra de Israel.
“Cuando el Eterno creó el mundo, creó siete firmamentos arriba. En cada uno hay estrellas, constelaciones y ministros a quien servir. De forma similar, hay siete divisiones espirituales en la tierra abajo, una espiritualmente superior en energía que la otra, siendo la Tierra de Israel la más elevada de todas y Jerusalén el centro de energía de todo el mundo habitado”.
El universo es un mensaje escrito en un código cósmico, y es tarea del Zóhar descifrar ese código. A través de este código cósmico se revela el orden celestial más allá de nuestra experiencia racional inmediata. Cuando las escrituras se refieren a la región de “la Tierra de Israel”, es para indicar el plano invisible de conciencia. El Zóhar expone la existencia de las fuerzas cósmicas internas que dan forma a la condición humana y controlan el universo físico.
Al considerar la descripción del Zóhar de la Tierra de Israel, resulta fascinante examinar la relación entre la Tierra de Israel y el ascenso y la caída de los imperios antiguos. El Imperio parto de Chipre, por ejemplo, alcanzó su pináculo cuando Chipre controló la Tierra de Israel. Un destino similar ocurrió a los Imperios babilonio, griego y romano y, más recientemente al Imperio otomano. El ejemplo más actual de este extraordinario patrón es el Imperio británico. Sorprendentemente, cada imperio alcanzó la cima de su influencia internacional en el momento en el que gobernaron Israel, y cada uno vio su caída desde el momento en que perdieron posesión de esta tierra.
Las dinámicas intrínsecas internas de la Tierra de Israel encuentran paralelismo exacto con la intensidad del Deseo de Recibir del pueblo de Israel. La inteligencia cósmica particular generada por esta tierra busca su propio nivel de receptividad. La energía positiva desea compartir. El pueblo de Israel sustenta esto al generar la forma más elevada de Deseo de Recibir, que es la Vasija para la revelación de Jojmá, la Luz de la Sabiduría. La capacidad de la Vasija de Israel se corresponde precisamente con el grado de energía que fluye desde la tierra y a la intensidad de energía que esta Vasija puede manejar adecuadamente. Por esta razón, la región ha sido conocida como la Tierra del Pueblo de Israel: un código para la interconexión entre este pueblo y la tierra.
Ahora vamos a examinar la designación por la cual la Tierra de Israel ha sido profundamente vinculada con la Tierra Santa. Después de la destrucción de Shiló (alrededor de 1050 a. e. c.), se necesitaba un Templo central. La derrota militar que sufrieron los israelitas en Eben-Ezer, lo cual resultó en la captura del Arca por los filisteos, ocasionó la separación del Arca del altar. David finalmente trajo el Arca de regreso al Monte Sion donde erigió una tienda para resguardarla.
Los estudiosos se dividen acerca de por qué el monte específico en Jerusalén fue escogido como lugar del descanso para el Arca. El principal inconveniente era si el sitio seleccionado para el Altar era también el lugar que la tradición había identificado como el lugar de la atadura de Yitsjak. Otro factor al escoger a Jerusalén era su independencia territorial. Siendo una ciudad recién conquistada, no había sido incorporada al territorio de ninguna tribu. Por naturaleza propia, este lugar era el único lugar que probablemente satisfaría las demandas de cada tribu.
El significado místico del cosmos era bien conocido por todas las culturas antiguas. Templos, monumentos y enseñanzas religiosas son testimonio de la influencia que se creía se había ejercido por los cielos sobre la vida diaria de los hombres. Se pensaba que la estructura organizada del cosmos simbolizaba el mecanismo metafísico del plano celestial. No obstante, los pueblos antiguos consideraban a los cielos como el dominio de los dioses y la Tierra y el hombre eran vistos como totalmente insignificantes en el vasto esquema del cosmos.
Los antiguos israelitas creían lo contrario. La Tierra, en vez de ser sólo una entre miles de millones de entidades celestiales regadas a lo largo del universo, era de hecho el centro del universo. El Templo, estructurado de tal modo que funcionara como un canal adecuado para esta energía cósmica, fue pensado para dar nutrimento, paz y prosperidad a todos los habitantes de la Tierra, e incluso a la inteligencia extraterrestre propagada en el cosmos. El Arca de la Alianza era el instrumento que atrajo la fuente suprema de energía inteligente. Se creía que las entidades celestiales eran gobernadas por la actividad del hombre. Por consiguiente, en lugar de ser peones en el plano cósmico, como otras civilizaciones antiguas creían, los israelitas consideraban al hombre como la interfaz suprema entre las energías terrestres y las fuerzas celestiales del dominio metafísico. Y sólo cuando las fuerzas se encontraban en equilibrio, los cielos declaraban su magnificencia e influencia.
Esta es precisamente la razón por la que grandes imperios buscaban la Tierra Santa. En un nivel racional, no había razón válida para que estuvieran preocupados u ocupados con esta insignificante parcela de tierra. Sin embargo, como emperadores con un deseo insaciable de dominio, eran atraídos por el anzuelo de un punto de poderosa energía cósmica, lo cual entendían y buscaban en su esencia interna.
Con esta historia profunda acerca de Oriente Próximo, Israel y los judíos, se han iluminado algunas de las interrogantes que formulamos al comienzo de este artículo. El futuro de la humanidad, y de los judíos en particular, dependerá en gran manera de las actitudes y comportamientos de los judíos entre ellos particularmente y con la humanidad en general.
Si la mayoría de los judíos continúa comportándose como lo describe el Talmud, entonces los judíos y el resto del mundo se verán sujetos al caos. El Talmud declara que el Primer y el Segundo Templo fueron destruidos por ninguna otra razón más que sinat jinam: “el odio gratuito”. No había respeto ni consideración por la dignidad humana. ¿Esto significa que sólo los judíos fracasaron por demostrar insensibilidad y otras naciones del mundo sí mostraron sensibilidad y dignidad humana? Esta sería obviamente una declaración incorrecta.
No obstante, debido a la composición interna de los judíos, una acción negativa tiene consecuencias mucho más devastadoras que si la misma acción fuera realizada por otras personas. Y del mismo modo, las violaciones del código de conducta universal por un judío puede y encenderá las llamas de la violencia en nuestra sociedad. Esto contribuyó —y aún lo hace— al odio antinatural e irracional o a los sentimientos antisemitas generados por algunos no judíos. Hay algo interno que motiva al antisemita a manifestar su resentimiento pero sin una explicación correspondiente por su comportamiento.
Como alguien que ha pasado un gran número de años en Israel, he llegado a entender la sociedad de los judíos. Puesto que las disciplinas de la Kabbalah enfatizan la importancia de “no juzgar”, de ningún modo lo siguiente implica mis sentimientos u opiniones personales concernientes a los israelíes. Lo que voy a decir tampoco debería indicar un sentimiento de frustración o desesperanza. Creo que estoy hablando de un hecho y, aunque haya desacuerdos, yo aún me apoyo en lo que el Talmud dice en cuanto a la existencia del caos y la destrucción: la insensibilidad de los judíos y la intolerancia de unos hacia otros es y seguirá siendo el origen del caos entre los judíos y entre los judíos y otros pueblos del mundo.
Lo que parece ser muy prevalente en Israel en este momento es la intolerancia —y a veces hasta el odio— que los judíos demuestran unos hacia otros. Esta condición de caos siempre será la evidencia de que nosotros los judíos seguimos viviendo con una conciencia de odio.
Si esta conciencia fuera eliminada, entonces el resultado sería la eliminación del caos de la faz de la Tierra. La religión aparentemente no ha enviado el mensaje correcto. Las personas son heridas, mutiladas e incluso asesinadas en el nombre de Dios.
Es precisamente por esta razón que la paz no puede existir entre los israelitas y los árabes mientras los israelitas no demuestren compasión o se comporten de forma compasiva entre ellos.
Si bien esto suena demasiado simple para ser cierto, individuos que dejen a un lado su animosidad y adquieran un comportamiento tolerante es todo lo que se necesita para alcanzar una vida libre de caos, guerra y conflicto. Amén.
[1] Rav Berg usaba este juego de palabras en inglés. Holy es “santo” y wholly es “completo”, cuando se pronuncian suenan igual y se refiere a que ser santo en realidad significa ser completo.