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Es mejor ser auténtico y caer

Michael Berg
Octubre 22, 2023
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Este artículo sobre la porción de la semana fue publicado originalmente en 2019.

El Creador le dice a Avraham, Lej Lejá, “Vete de tu tierra” a Canaán, que se conoce como Israel.  Él le dice: “Haré de ti una gran nación. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré. Ahí te haré prosperar”.  Así que Avraham llega a Canaán, pero una hambruna llega a la tierra y él no sabe qué hacer. Él tiene que decidir entre quedarse ahí en la Tierra Prometida o ir a Egipto donde había comida. Y él toma la decisión de ir a Egipto, y abandonar el lugar al que el Creador le dijo que fuera, donde el Creador le dijo que prosperaría y recibiría sus bendiciones.

“¿Cuántas veces nos comportamos de maneras que no son sinceras?”

Esta es una idea interesante. El Creador no solo le dijo a Avraham que fuera hacia ese lugar, sino que también le dijo que allí prosperaría, así que cuando él llegó y hubo hambruna, se creó, por supuesto, una apertura para la duda. Y eso es lo que sucede en el camino espiritual; siempre tiene que haber una apertura para la duda. De hecho, antes de cualquier bendición importante, cualquier crecimiento importante o cualquier siguiente nivel que una persona vaya a alcanzar, siempre habrá una apertura para la duda.

Esta decisión que Avraham tomó de marcharse e irse a Egipto es una decisión que ha sido discutida y estudiada cuidadosamente por los kabbalistas durante miles de años. ¿Fue la decisión correcta o incorrecta? ¿Él debió haber mantenido su certeza a pesar de que estaba viviendo una hambruna, y quedarse en la Tierra de Israel? ¿Debió haber mantenido la certeza de que un milagro ocurriría y él sería capaz de mantenerse a él y a su familia? ¿O la decisión correcta fue irse a Egipto? La opinión de uno de los grandes kabbalistas españoles, Najmánides, el Rambán, fue que Avraham cayó un poco en este punto; que al ir a Egipto, cometió un error. Él debió haberse quedado en la Tierra de Israel y mantener su certeza, y un milagro habría ocurrido y le habría llegado el sustento.

“Es mejor estar en un nivel más bajo, caer, y ser sinceros”.

Así que, ¿cómo entendemos la decisión de Avraham? Y más importante, ¿cuál es la lección para nosotros?

Para responder esto quisiera compartir una sección del Talmud. Se dice que los sabios, las grandes almas, estaban discutiendo su nivel espiritual y dónde estaban en su desarrollo y crecimiento. Cada uno de ellos dice: “Yo soy a mi padre como el vinagre es al vino”, y ellos cuentan cuán más elevados son sus padres en comparación con ellos, y dónde ellos están cayendo. Toda esta discusión es relativamente extraña. Estamos hablando de almas muy elevadas, personas que se han esforzado en crecer y cambiar, y aun así ellos cuentan sus fallos en comparación con lo que sus padres pueden hacer, aunque ellos fácilmente podrían estar haciendo las mismas cosas. Por consiguiente, la pregunta es: si estos sabios creían que la forma en la que sus padres se comportaban y que las acciones de sus padres eran más elevadas que las de ellos, ¿por qué no se comportaban igual que ellos? La respuesta nos lleva a algo muy importante que debemos entender: la verdad.

Cuando Rav Áshlag, el fundador del Centro de Kabbalah, tenía alrededor de siete años, tomó la decisión de que nunca mentiría en su vida. Él enseña que una persona no puede estar conectada a la Luz del Creador si miente o si vive en la mentira. Esta es una de las cosas que mi padre, Rav Berg, me dijo cuando yo era muy muy pequeño. Entonces, ¿qué es mejor? ¿Actuar como si fueras elevado o mostrar y actuar según tu verdadero yo?

Cuando los sabios decían: “Yo soy a mi padre como el vinagre es al vino”, en esencia, decían “Sí, puedo actuar como él, pero no estoy en el nivel en el que él estaba. Por lo tanto, es mejor caer y ser sincero, que mentir y actuar elevado”. ¿Por qué? Porque la verdad es la base de nuestra conexión con la Luz del Creador.

Avraham sabía que lo correcto era quedarse en Canaán. Pero él también sabía que no tenía la certeza que necesitaba para despertar un milagro que le diera sustento a él y a su familia. Así que dijo: es mejor caer y ser sincero, que vivir una mentira; si la manera en la que hablamos o actuamos es diferente de quien realmente somos en nuestro interior, no estamos ni podremos estar conectados con la Luz del Creador. Cuando los kabbalistas se refieren a la sabiduría de la Kabbalah la llaman la Sabiduría de la Verdad, porque no podemos estar conectados con la Luz del Creador, y ciertamente no podemos estar conectados a esta sabiduría, la Sabiduría de la Verdad, si no estamos actuando externamente según como sea nuestra conciencia internamente. Y por ello, era mejor que Avraham cayera y estuviera un poco en la oscuridad de Egipto, que vivir y quedarse en Canaán donde su conciencia, su nivel espiritual, no estaba.

De esto aprendemos una gran lección. A veces es más fácil, o creemos que es mejor, actuar de formas que no somos, decir palabras que no son sinceras, y comportarnos de formas que no son lo que somos. Pero recuerda lo que dijo Rav Áshlag: para estar conectados con la Luz del Creador es mejor estar en un nivel más bajo, caer,  y ser sinceros, que actuar elevados y vivir en cualquier grado de mentira.

¿Cuántas veces nos comportamos de maneras que no son sinceras? Incluso en cosas espirituales, en cosas buenas, lo hacemos. Pero cualquier parte de nosotros, nuestras palabras o nuestras acciones que no sean verdaderas, nos desconectan de la Luz del Creador; incluso las positivas. Si hacemos acciones espirituales que no son de nuestro nivel, que no son lo que realmente somos por dentro, ellas no te traerán Luz. Te desconectarán de la Luz del Creador. Porque no hay nada más importante que ser genuinos. Avraham sabía que estaba mal ir a Egipto, pero él dijo: “Este es el nivel en el que estoy ahora, y es mejor vivir en la verdad y caer que vivir una mentira”. Es un entendimiento muy importante que recibimos en Shabat Lej Lejá.


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