“Las relaciones pueden ser nuestra mayor fuente de dolor, así como nuestra mayor fuente de alegría”. – Monica Berg, Repensar el amor
No todas las relaciones están destinadas a perdurar. Sabemos que, estadísticamente, muchas de ellas no perduran. Sabiendo que todas las relaciones tienen desafíos, ¿cómo sabemos cuándo aguantar y cuándo alejarnos?
He aquí cuatro preguntas que debes hacerte antes de separarte:
1. Cada relación está destinada a enseñarnos algo, ya sea que perdure o si no. ¿Qué has aprendido y sigues aprendiendo?
Todo tiene un propósito, desde los momentos más importantes hasta los más aparentemente intrascendentes. Lo mismo ocurre con cada persona que entra en nuestra vida, ya sea con intenciones románticas o no. Cuando una relación nos desafía, nos proporciona oportunidades para crecer de maneras profundas.
Si crees que todo es casualidad, puede ser preocupante elegir una pareja. ¿Cómo puedes estar seguro de que estás tomando la decisión correcta? Pero si tienes la comprensión intuitiva de que todo tiene un propósito, entonces el hecho de que hayas conocido a esta persona y sientas algo por ella no es una coincidencia. Recuerda que hay una fuerza que te dirigió hacia esta persona. Aunque no sea la relación indicada para siempre, ten presente que no está ahí por casualidad. Piensa en lo que has aprendido y en lo que todavía puedes aprender de la relación antes de salir.
Solo si estás dispuesto a pasar por ese proceso de crecimiento, podrás tener claro si esa persona es alguien con quien debas quedarte o separarte. Y adicionalmente, si no aprendes las lecciones de esta relación, es muy probable que encuentres los mismos problemas en la siguiente. Ese trabajo es necesario para que cambiemos, ya sea en beneficio de la relación o para prepararnos para una nueva relación.
2. ¿Te quiere por lo que eres?
El objetivo de una relación sana es ser cada vez más abiertos con el otro. Al principio de una relación, puede darnos miedo revelarnos completamente a nuestra pareja por miedo a perderla. Esto puede llevarnos a ocultarles aspectos de nosotros mismos. Con el tiempo, estas partes de nosotros se revelan y, cuando lo hacen, puede hacer que la otra persona se sienta burlada, engañada o que no hemos confiado en ella.
Lógicamente, queremos una pareja que vea todo lo que somos y nos quiera por nuestra esencia verdadera. Esto requiere confianza y vulnerabilidad por parte de ambos miembros de la pareja. Cultivar la transparencia es un proceso que debe comenzar lo antes posible.
Evalúa francamente si tu relación es lo suficientemente fuerte como para soportar la sinceridad abierta. Identifica un aspecto vulnerable que todavía no hayas compartido con tu pareja y haz un plan para compartirlo lo antes posible. Empieza con algo pequeño. Si responde bien, ofrece más progresivamente. Si no lo hace, es un indicio de que no merece conocer las partes más profundas de ti.
3. ¿Estás decepcionado por las razones equivocadas?
Somos criados viendo historias románticas de cuento de hadas, de relaciones “perfectas” llenas de romance, atracción y emoción que nunca se desvanecen. Desde luego, esa no es una representación realista de lo que implican las relaciones, pero es fácil caer en la trampa de comparar nuestras relaciones del mundo real con esas imágenes perfectas y, al hacerlo, descubrir que no están a la altura.
¿Dónde podrías estar teniendo expectativas poco realistas? ¿Tenías una ilusión de lo que sería esta relación que no se está cumpliendo?
4. Las relaciones sólidas requieren tiempo y esfuerzo. ¿Cuánto están invirtiendo ambos?
En lugar de ver los defectos de tu relación como razones para marcharte, intenta verlos como oportunidades de crecimiento. Piensa en cómo puedes convertir esto en la relación que imaginas en vez de asumir que no hay forma de que mejore. Cualquier cosa importante merece nuestro esfuerzo antes de decidir marcharnos.
Trabajar en una relación puede parecer duro y estresante, pero no tiene por qué ser doloroso. Nada importante se consigue sin tiempo y esfuerzo. No esperarías crear un negocio exitoso sin esos ingredientes. Lo mismo ocurre con una relación próspera. Las relaciones que funcionan son aquellas en las que trabajamos.
Si bien estas son algunas pautas útiles para empezar, el panorama de cada persona es diferente. Por ejemplo, si alguien es maltratado física o mentalmente en una relación, debería terminar absolutamente la relación y buscar ayuda de inmediato.
No hay una manera infalible de saber si una relación está destinada a durar para siempre. Lo más importante es buscar en tu corazón y alma, y hacerte las preguntas difíciles. Una relación sana es aquella en la que hay un crecimiento constante, una transparencia abierta y un compromiso de tiempo y esfuerzo por parte de ambos. Haz que tu relación funcione o abandona la relación, porque la realidad es que la vida es demasiado corta para ser infeliz. Centrarse en estas cuatro áreas puede ayudar a dejar claro cuándo es el momento de abandonar una relación que simplemente no funciona o si se trata de una relación que puede resistir el paso del tiempo.