La porción de Shoftim se lee a inicios del mes de Elul (Virgo). Elul es el momento de retroceder en el tiempo y cambiar las acciones negativas o los pensamientos que han influido desfavorablemente en nosotros y en los demás, con frecuencia es un mes intenso e incómodo.
Shoftim significa “jueces”. Podemos situar jueces espirituales en áreas específicas de nuestro proceso espiritual para ayudarnos y aprender de ellos cómo hacer las cosas correctamente. Karen Berg dice que podemos poner jueces en nuestros ojos para asegurarnos de ver las cosas correctas y poner jueces en nuestra boca para decir las palabras correctas.
Realmente, la idea es usar estos jueces para transformar la manera en la que percibimos la realidad y el modo en el que interactuamos con ella. ¿Estamos ocupados con la Luz y el compartir o con la oscuridad y el ego?
En Elul podemos caer en la trampa de pensar, ‘¿Estoy haciendo mi tikún? ¿De qué otra manera pude haber actuado? ¿Qué hice mal?’. Esto puede llevarte a que todo se centre en ti y terminar por quedar estancado en ti y en tus problemas desaprovechando muchas cosas durante el mes situando los jueces en las puertas incorrectas, en el enfoque incorrecto.
Una vez, un maestro visitó al Rav y le preguntó, “¿Cuál es mi tikún?” y el Rav le respondió, “¿Por qué me preguntas eso? Ve y cuida de otras personas, eso es lo que necesitas hacer. No vengas a preguntarme sobre tu tikún”. La lección es que si cuidas de otros, tu tikún tiende a resolverse por sí solo. ¿Acaso no es eso lo que enseñamos? Te ocupas en cuidar de otros y la Luz se encarga de cuidar de ti.
La siguiente es una historia de Rav Akivá para ilustrar este punto:
Cuando su hija nació, él vio en las estrellas que su hija estaba destinada a morir el día de su boda. ¿Qué hizo? Crió a su hija y le enseñó a siempre ser amable con los demás y a buscar la manera de ayudar y cuidar de otros.
Finalmente el día llegó y su hija se casó. Fue una boda fabulosa y Rav Akivá estaba muy feliz por su hija. Bailaron y festejaron, estaban muy alegres.
A la mañana siguiente, su hija despertó y jaló de la pared su aguja para el cabello, la cual usaba para mantenerlo arreglado, y en la punta de la aguja había una serpiente muerta.
Cuando Rav Akivá escuchó lo sucedido, supo que esa era la serpiente que iba a matar a su hija. Al ver a su hija le dijo “Por favor, hija mía, háblame de tu boda, ¿Qué hiciste? ¿Viste algo inusual?”.
Lo pensó por un momento y luego respondió “No realmente... Bueno, cuando estábamos bailando vi a un vagabundo parado afuera. Nadie le estaba prestando atención, todos estaban celebrando, así que fui y lo invité a sentarse, le di un poco de comida y algo de beber, cuidé de él”.
Rav Akivá exclamó “¡Mi hija! Gracias a esa buena acción salvaste tu vida. Si bien eras la novia, te dedicaste a cuidar de un vagabundo; cuando todo giraba en torno a ti, fuiste capaz de tener presente a los demás”.
Una historia verdaderamente hermosa con muchas lecciones, pero concentrémosnos en lo que Rav Akivá hizo cuando vio la muerte en el futuro de su hija.
¡Pudo haber hecho muchas cosas! ¿Cómo hubiésemos reaccionado nosotros? Una solución obvia es que él pudo evitar que su hija se casase, ¿no? O enseñarle meditaciones divinas, ayunar por ella, o, de llegar a morir, Dios no lo quiera, culpar al Creador “¿Por qué nos haces esto a mi hija y a mí?”.
Bueno, Rav Akivá era, con toda razón, el alma más grande que ha venido a este mundo.
Le enseñó a su hija la más poderosa lección para evitar la muerte y los juicios en la vida. Ayuda a los demás, comparte con ellos y trata a todos con dignidad humana. En otras palabras, sitúa los jueces en lugares en los que puedan ayudarte a ver realmente cuando alguien, o una situación, necesita de tu ayuda, cuidado o amor y ¡Haz algo!
Todos tenemos juicios sobre nosotros, todos hemos hecho cosas negativas, pero si de verdad deseamos un cambio y somos sinceros en nuestros corazones, la Luz del Creador nos dará oportunidades para eliminar esos juicios y poder transformar nuestras vidas.
Si estás leyendo esto, significa que tienes algún interés en la espiritualidad. La Kabbalah enseña que la espiritualidad no viene por sí sola, la persona tiene que hacer algo para ganar el mérito, para estar interesado y abierto a la espiritualidad, especialmente a la Kabbalah. Piensa en lo que has hecho en tu vida, los momentos en los que tal vez hiciste algo por alguien más, algo fuera de tus responsabilidades y no relacionado con tu comportamiento habitual. Estoy seguro de que encontrarás algo. Piénsalo por unos minutos.
¡Bien! Espero que ese hecho te emocione y anime, úsalo en este mes para ayudarte a ver más oportunidades para transformar y compartir, y en consecuencia, eliminar más y más juicios en tu vida trayendo bendiciones en su lugar. Pregúntate siempre “¿Qué más puedo hacer?”.
Este Shoftim pídele a la Luz que sitúe a los jueces en tu corazón, alma, ojos y boca para ver las oportunidades que te da el Creador, básicamente a diario, para compartir con otros y, de este modo, mejorar tu vida y la de todo el mundo.
¡Shabat Shalom!