Este artículo fue publicado originalmente en 2017.
Siempre me ha encantado "Los miserables" de Victor Hugo porque un poderoso y transformador acto de bondad redime y repone al héroe de la historia.
El personaje principal del libro se llama Jean Valjean, un convicto que fue injustamente encarcelado durante diecinueve años por haber robado una hogaza de pan para alimentar a su famélica hermana.
En la escena introductoria, Valjean, recientemente puesto en libertad bajo palabra y categorizado como un marginado de la sociedad, es acogido por monseñor Myriel, un generoso y hospitalario anfitrión sobre quien el narrador relata: “El dolor, que reinaba por todas partes, era para él siempre ocasión de bondad inquebrantable”.
“El dolor, que reinaba por todas partes, era para él siempre ocasión de bondad inquebrantable”.
Valjean, temeroso, amargado y bastante desesperanzado con respecto a su vida, le roba plata al bondadoso monseñor antes de escaparse en medio de la noche. Rápidamente, la policía lo atrapa y lo lleva de vuelta a donde el monseñor para que regrese los bienes robados. Pero cuando la policía le dice al monseñor que habían encontrado la plata en el bolso de Valjean, él les dice que se la había regalado. Luego regaña a Valjean por no haberse llevado también los candelabros de plata.
Cuando la policía se va, el monseñor le dice a Valjean que use esos objetos para convertirse en un hombre bueno y honorable. En ese momento de bondad sin razón, el corazón de Jean Valjean pasa a situarse en el lado de la Luz. Durante años sufrió con odio y amargura por ser enviado a la cárcel por tanto tiempo. Ahora, en esta escena, se restaura su fe. Un torrente de perdón desvanece su oscuridad. La bondad del monseñor atravesó la armadura que protegía a su corazón y su espíritu se despierta. A lo largo del libro ves cómo esta situación transformadora afectará y cambiará para bien a muchas personas más.
A veces creemos que no hay manera de darle un giro a una situación. Ha pasado ya mucho tiempo, quizá hemos sufrido una injusticia o quizá sintamos que tenemos razón en aferrarnos a la ira y la amargura. A veces caemos en una ilusión de desesperanza y olvidamos que la Luz del Creador, que todo lo incluye, está con nosotros en cada una de nuestras circunstancias.
Pero esta historia muestra que en un instante, un simple acto bondadoso, de gracia, puede cambiarlo todo. Además, todos tenemos el poder de ser la fuerza sanadora de bondad para alguien más.
Esta semana, los estudiantes de los Centros de Kabbalah de todo el mundo se reunirán en las sucot para atraer esta energía de misericordia, bondad y amor para todas las naciones del mundo. Sucot es una abertura cósmica a través de la cual este amor fluirá hacia nosotros como un río que puede apagar el egoísmo y el dolor que arde en la humanidad.
Que nuestros corazones estén abiertos para que podamos ser transformados por esta energía, para que podamos proyectarla hacia el mundo y compartirla con toda la humanidad en el año entrante.