Hace poco nos invitaron a una fiesta a mi esposo y a mi. Ya era de noche cuando salimos de casa. Ninguno de los dos había estado en la zona donde se celebraría la fiesta, así que hicimos lo que cualquiera en nuestra posición habría hecho. La buscamos en Waze.
Las condiciones del camino eran peligrosas. Había mucha neblina y la visibilidad no era nada fácil. Había caminos que estaban en obras y la señalización que buscábamos era muy difícil de encontrar. Entre nuestra conversación en el auto y las condiciones de la carretera, perdimos la entrada a la autopista y luego perdimos dos desvíos.
"Sin hacerte sentir culpable, humillarte ni hacerte pasar por momentos incómodos."
Obviamente comenzamos a enojarnos. Yo sentía que mis niveles de frustración aumentaban y la voz crítica en mi cabeza comenzó a acosarme. Se activó la vieja grabación. El viejo comentario que me ha perseguido desde que recuerdo estaba en modo ataque antes de que pudiera darme cuenta de lo que ocurría en mi cabeza. Las mismas viejas canciones sonaban en la emisora “Radio Caos” que sintonizaba sus características preestablecidas.
“¿Qué te pasa?”. “¡Presta atención!”. “¿Cómo pudo haber perdido ese desvío?”. “¿Qué le pasa?”. “¿Por qué no estabas prestando atención?”. “¿Cómo puedes ser tan tonto?”. “Llegaremos muy tarde, ¡la fiesta habrá terminado cuando lleguemos y será tu culpa!”. “En realidad, todo es culpa suya”. “¿Por qué no saliste más temprano?”. “¿Qué te ocurre?”. “¡Grrr!”.
Al sentir que aumentaba la ansiedad de mi esposo, activaba aún más la mía. Aunque no hayamos hablado de eso, estaba segura de que él estaba pensando de manera similar.
Mientras yo estaba ocupada con mis latigazos reactivos internos, me di cuenta de que Waze me estaba ofreciendo un modelo de proactividad pura en respuesta a nuestras acciones. Cada vez que perdíamos un desvío, Waze simplemente recalculaba la ruta y nos daba una nueva opción. Sin importar cuántas veces nos equivocáramos, Waze no nos regañaba por nuestra incompetencia para seguir instrucciones. Waze no nos juzgó, no nos humilló ni nos sometió. Waze solo seguía ofreciéndonos una nueva opción para ayudarnos a llegar a nuestro destino.
Era muy gracioso. Comencé a reirme. Vaya, ¡Waze es muy espiritual!
Pensé: “¡Es maravilloso! Me pregunto qué se sentirá crecer con padres, hermanos, maestros y jefes (en especial yo), que respondan a mis errores como Waze: que simplemente me den una nueva opción para ayudarme a crecer o regresar a mi camino”.
"La mejor versión de mí misma."
Imagina regresar a casa de la escuela y decirles a tus padres que reprobaste matemáticas. “Está bien, cariño. Te muestro otra opción para aprobar el próximo examen”.
“Hola, papá. Choqué el auto por accidente”.
“No hay problema, cariño. Te muestro una manera de repararlo y que vuelvas a conducir lo antes posible”.
“Vaya. ¡Gracias, papá!”.
O imagina esta situación: “Mamá, papá, aunque solo me falta un semestre para graduarme de la universidad y ustedes hayan asumido generosamente una deuda de $200.000 por mí, decidí que hoy dejaré la universidad, me mudaré a Nueva York, me convertiré en actriz —y serviré mesas hasta que me descubran— en 10 años SI ES QUE tengo suerte”.
“Está bien, cariño. Toma el boleto de avión”.
Sin hacerte sentir culpable, humillarte ni hacerte pasar por momentos incómodos. Sin amenazas, gritos, insultos, drama o manipulación de ningún tipo. Solo un entendimiento agradable y na voluntad pura de ayudarte a ir a donde elijas ir.
Waze no juzga.
Cuando cambio de opinión, Waze está allí, incansable e incondicionalmente, para ayudarme a avanzar hacia mi nuevo destino.
Así pues, decidí eliminar mi vieja aplicación “Culpabilizar” e instalar un “Waze” de reflexión que no me juzgue. El me guía hacia la mejor versión de mí misma.
Espera un momento.
Acabo de darme cuenta de que ya tengo una aplicación para eso. Se llama Voz Interior. Es la voz de mi alma. Mi intuición. El Waze original. Y siempre ha estado conmigo, pero yo nunca le había prestado atención.