Este artículo fue originalmente publicado en 2018.
Todos conocemos bien la manera en la que termina la mayoría de los cuentos de hadas. Y vivieron felices para siempre. Al final de innumerables cuentos e historias, vemos que todos terminan felices y, aún más importante, enamorados. ¿Por qué tantos cuentos de hadas terminan así? Creo que es porque todos sabemos, en el fondo de nuestro corazón, que el amor es todo lo que existe. Sabemos que el amor es la respuesta a todos nuestros problemas. El amor es la última palabra, es la razón por la que vinimos a esta tierra y es lo que dejamos cuando nos vamos de ella.
Nuestra Torá nos deja entrever este secreto. La Torá termina con la letra Lámed y comienza con la letra Bet, lo cual forma la palabra “lev”. “Lev” en hebreo significa corazón. Una vez un estudiante le pidió a su maestro que, en el tiempo que él durara parado en un solo pie, le describiera toda la Biblia. El maestro dijo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo. El resto es comentario”.
"Nuestro propósito de vida es muy simple, pero no es tan fácil”.
Nuestro propósito de vida es muy simple, pero no es tan fácil. Todo lo que estamos destinados a hacer es amarnos unos a otros.
Este es el tipo de energía que el mundo necesita ahora más que nunca. Este es el tipo de energía que provoca la paz, la alegría y la plenitud que necesitamos y deseamos desesperadamente.
Esta semana llegamos a las porciones finales del mes de Piscis, Vayakehel y Pekudéi. También son las porciones finales del libro de Éxodo. Llegamos al final de la historia. Para sorpresa de nadie, aquí también encontramos amor. En Vayakehel y Pekudei leemos sobre la conclusión y la construcción del Tabernáculo, la casa en la que el Creador moraría. Después de varias porciones de preparación en las que los israelitas contribuyeron para su construcción, al final del capítulo de Pekudéi está escrito: “Entonces una nube cubrió la Tienda de Reunión, y la gloria del Eterno llenó el Tabernáculo”. Una vez que la vasija —el Tabernáculo— estaba preparada, la Luz del Creador pudo entrar y llenarla. Esta fue la primera vez en la que un lugar así existió en el mundo físico. La totalidad del asombroso amor del Creador finalmente pudo manifestarse en su máximo esplendor en el plano físico. Cada vez que creamos un espacio para que el Creador entre en nuestra vida, reconstruimos el Tabernáculo en nuestra propia vida. Cuando el Creador mora con nosotros, encontramos la hermosa energía del amor. Nos cubrimos por completo de amor.
Cuando leemos sobre el trabajo de la construcción del Tabernáculo, en realidad leemos sobre el trabajo de aprender a amarnos los unos a los otros y a eliminar la apatía y frialdad de nuestro corazón. Es entonces cuando el Creador y Su amor pueden morar con nosotros y podemos estar unidos a Él.
Increíblemente, además de esta gran finalidad, también leemos sobre la vaca roja. La vaca roja purificó la negatividad del becerro de oro. El becerro de oro fue el ídolo que los israelitas crearon para reemplazar a Moshé en el capítulo anterior. La lectura de la vaca roja nos purifica de toda negatividad, odio y miedo, ya que donde hay amor, el miedo y el odio no pueden existir.
"Todo lo que estamos destinados a hacer es amarnos unos a otros”.
Esta semana somos bendecidos con el apoyo del universo debido a que tenemos la energía de la vasija completa del Tabernáculo y la purificación de la vaca roja. Ambas energías crean un espacio santificado para que el amor divino del Creador entre en nuestra vida y para que compartamos ese amor con los demás.
Cuando pensamos en la historia de nuestra propia vida, pareciera que la suma total de nuestras vivencias han consistido principalmente en el amor. Cuando somos niños, buscamos el amor de nuestros padres. Mientras crecemos, comenzamos a buscar a quien amar. A menudo nos hieren y nuestro corazón se cierra para protegerse del dolor futuro. Luego, con el paso del tiempo, aprendemos a amar nuevamente. Le damos una segunda y hasta una tercera oportunidad al amor. Si vemos que nuestro corazón se ha cerrado, intentamos de nuevo revelar la chispa del Creador que está en nuestro interior; una chispa que anhela dar amor y cariño a los demás. Aunque veamos que podríamos terminar heridos, con el tiempo, el amor que compone nuestras células, huesos y cada fibra de nuestro ser atraviesa las grietas y las heridas para brillar una vez más. Nuestra historia, como muchas otras, está compuesta por pruebas y desafíos. Pero todas nuestras experiencias de vida están diseñadas para llevarnos al objetivo final de despertar esa chispa divina que está dentro de cada uno de nosotros. Esa chispa divina es amor puro.
Al igual que un diamante enterrado en el centro de la tierra, el amor interior debe ser cultivado, explorado y recuperado. Es entonces cuando descubrimos la joya más preciosa de todas: un corazón que brilla con la intensidad del amor.
Esta semana en tus meditaciones, siéntate en silencio y pon tu mano en el pecho. Respira. Siente los latidos de tu corazón. Comienza a ver tu vida como la hermosa historia que es. Respeta cada momento. Aprecia cada ocasión. Ya que todos los personajes y experiencias de tu vida se han presentado para enseñarte qué es el amor y cómo amar. Tus experiencias de vida solo se presentan para que despiertes al Creador dentro de ti. Ve tu vida como un hermoso viaje que un día terminará en paz y amor.
Considero que el propósito principal de la experiencia humana es aprender a amar. Lograr esa simple pero grandiosa tarea de amar a tu prójimo como a ti mismo es la clave para activar la paz en la tierra y eliminar todo el dolor y el caos de ella.
Sé que, si estamos dispuestos a recibirla y a hacer el trabajo, cada uno de nosotros podrá alcanzar un espacio en el que conocerá la verdadera alegría, paz y plenitud. Todos podremos ganar nuestro lugar en el mundo por venir y un lugar en este mundo. Podremos vivir felices para siempre. Tener una vida que siempre estuvimos destinados a vivir.
Esta semana, la historia continúa, amigos míos. Permítanle que continúe con amor.