El legendario mitólogo Joseph Campbell escribió: “Debemos desprendernos de la vida que hemos planeado para tener la vida que nos espera”. De manera similar, la Kabbalah enseña que, en cada momento, en cierto modo, renacemos. Con cada respiración, enfrentamos el mundo como una persona diferente, una que puede decidir cambiar con tan solo cambiar cómo piensa o actúa. Y cuando salimos de nuestro entorno familiar, duplicamos nuestras oportunidades de transformación. Esto se debe a que ir a un lugar nuevo (ya sea cercano o lejano) añade a la mezcla ese elemento de novedad externa.
La arquetípica “aventura del héroe” de Campbell (esbozado en todo su esplendor en El héroe de las mil caras) me inspiró a pensar en todas las formas en que crecemos a través de los viajes. He aquí tres etapas principales que contribuyen a nuestra transformación, basadas libremente en el famoso monomito:
1) La llamada a la aventura
Una invitación a una boda… un deseo de ver a un amigo de la infancia… un libro o una película reveladora… sea lo que fuere lo que nos impulsa a levantarnos y salir, ¡decimos que sí! Y con esa decisión, nuestra mente nos lleva a esas costas lejanas. Imaginamos la playa al atardecer o las montañas nevadas. Hacemos listas, contactamos compañías aéreas y leemos guías para obtener consejos de viaje. ¡Y ya están en marcha los beneficios para la salud! Estudios recientes compartidos por Robert Sapolsky, autor de Behave, ¡han demostrado que la anticipación de una recompensa (en este caso, viajar) libera más dopamina, la hormona del bienestar, que la propia recompensa! Así es, incluso pensar en visitar nuevos lugares es bueno para nosotros. Como autoproclamada adicta al cambio, ¡puedo dar fe de ello!
2) Cruzar el umbral del gran desierto
Desde el momento en que subimos al avión (o al barco, el tren o la miniván), entramos en nuestra versión de la naturaleza inexplorada. Disfrutamos de las verdes colinas que pasan a nuestro lado. Nos maravillamos con las nubes de algodón de azúcar o las aguas azules y brillantes. Tal vez decidimos charlar con ese extravagante hombre de la chaqueta amarilla y descubrimos algo sorprendente que tenemos en común. En cualquier caso, nos encontramos con que nos acomodamos en la incomodidad. Nos relajamos, aunque sea un poco. Según un estudio publicado en Forbes, el 89 % de los viajeros entrevistados declararon una disminución de sus niveles de estrés tras un solo día fuera de su entorno habitual.
Una vez que llegamos (si hemos planeado un destino), nuestras neuronas siguen activas a niveles máximos. Estudiamos las costumbres sociales, en especial cuando nos exponemos a una cultura desconocida. Observamos los deslumbrantes tapices, los techos rugosos, el camino de grava entre los pinos. Incluso si visitamos un lugar cercano a casa pero nuevo para nosotros, nos llama la atención toda la novedad.
Es posible que nos encontremos con uno o dos inconvenientes en el camino; pero, por otra parte, ¿qué héroe de película mítica sale adelante sin un poco de conflicto? Correcto: ¡ninguno! Porque no hay crecimiento en eso. El dragón (ya sea interior o exterior) debe ser derrotado antes de que alguien pueda convertirse en un héroe. Por suerte, no necesitamos monstruos literales para crecer en nuestros viajes. ¡Superar el miedo a lo desconocido y acoger la belleza de lo desconocido ya es cosa de leyendas!
3) El retorno y el regalo
La mayoría de las búsquedas míticas conducen a un tesoro o premio de algún tipo. Una habitación llena de oro, una espada, un elixir u otro objeto que represente el triunfo del héroe. Puede que tú y yo busquemos pequeñas baratijas de la tienda de regalos para nuestros amigos, pero el verdadero regalo con el que volvemos es mucho más valioso. Estudios dirigidos por el profesor de Columbia Adam Galinsky han descubierto que viajar —en especial al extranjero o cruzando las fronteras—aumenta “tanto la flexibilidad cognitiva como la profundidad e integración del pensamiento”, junto con “la capacidad de establecer conexiones profundas entre formas dispares”. En otras palabras, ¡viajar nos hace más creativos! Y este es solo uno de sus muchos regalos que podemos compartir en todos los demás aspectos de nuestra vida. A esto hay que añadir las lecciones y la información que hemos aprendido, las nuevas amistades que hemos formado y el autodescubrimiento que supone cada valiente salto fuera de nuestra comodidad.
La aventura del héroe, profundamente arraigada en la psique humana, ha servido de modelo para algunos de los mejores cuentos del mundo. Como dijo Rav Áshlag: “Una vez que hemos elegido un entorno, estamos sometidos a él como la arcilla en manos del alfarero”. Lo que hagamos con esa arcilla en definitiva depende de nosotros.
Esta semana, planea explorar algún lugar nuevo, ya sea al otro lado del mundo o de tu ciudad. Nunca sabes qué aventura te espera… pero sí puedes estar seguro de esto: cuando nos atrevemos a adentrarnos en lo desconocido, ¡estamos destinados a convertirnos en los héroes de nuestras propias historias!