Mi padre, Rav Berg, decía la siguiente frase: “Hay que ser tonto para seguir apostando al mismo caballo que llega de segundo, una y otra vez”. Rav Berg relacionaba esto con la gente que realiza acciones religiosas una y otra vez creyendo que por sí solas traerán al Mashíaj, cuando por miles de años no ha sido así. Y considero que esa es una lección importante ya que se relaciona con nuestro propio trabajo espiritual.
La razón por la que hacemos este trabajo es porque creemos que hay una posibilidad de que, a través de él, traigamos el Guemar HaTikún, el Final de la Corrección. Espero y asumo que la mayoría de nosotros no está aquí sólo para ser espirituales, difundir sabiduría espiritual o ayudar a los demás; todo eso es bueno, pero ese no es el propósito del Centro. Esa no es la razón por la que Rav Shimón bar Yojái trajo el Zóhar a este mundo; el Arí, Rav Áshlag y Rav Brandwein no trajeron su sabiduría a este mundo para eso.
Sólo hay una razón y debe ser la principal fuerza motivadora en nuestra mente. Existe la posibilidad de que, a través de la enseñanza y el estudio de esta Luz y sabiduría, la eliminación del dolor, el sufrimiento y la muerte llegue a este mundo. Y si realmente vivimos de ese modo y pensamos de esa manera, las preguntas que debemos hacernos son: ¿Qué estoy haciendo? ¿Cómo lo estoy haciendo? ¿Es posible que eso traiga al Mashíaj? Pienso que siempre es importante que digamos: De acuerdo, el año pasado no trajimos al Mashíaj, no tiene sentido que sigamos haciendo exactamente lo mismo de la misma manera.
Y el próximo año, si el Mashíaj no viene, tenemos que seguir buscando nuevas, diferentes y mejores maneras de compartir esta Luz y sabiduría. Por supuesto, la esencia de la Luz y la sabiduría será siempre la misma, pero la manera en la que la compartimos no debe serlo. Por ejemplo, la manera en la que Rav Berg enseñaba esta sabiduría en los años sesenta es distinta a como lo hacía en los setenta, la de los setenta fue distinta a la de los ochenta, la de los ochenta fue distinta a la de los noventa y así sucesivamente. Recuerdo cuando en los ochenta mi madre, Yehuda y yo atravesamos el país en auto hasta Los Ángeles para sorprender a mi padre, Rav Berg, quien estaba allí dando una charla. Recuerdo haber visto el libro de Star Wars en la mesa de la sala. No entendía por qué Rav Berg estaba leyendo Star Wars, pero a partir de ese momento comenzó a usar muchos elementos del vocabulario de la película y del libro… ¿Por qué? Porque la sabiduría sigue siendo la misma, pero el canal o incluso el vocabulario usado para compartirla en un momento es distinto al de otros momentos. Rav Berg siempre buscaba nuevas maneras de hacerlo. Y, de nuevo, esa es la conciencia que debemos tener, debemos preguntarnos: ¿Cuáles son los nuevos métodos?
Mientras leíamos la porción pasada, Yitró, pensé en la descripción que en ella se hace sobre el humo y la neblina alrededor del Monte Sinaí con la Revelación de la Luz del Creador. ¿Por qué había humo y neblina? Porque la Luz del Creador venía a descansar. Y tal y como los kabbalistas enseñan, ese humo siempre está presente, esa parte que nos hace creer que no podemos ver, esa confusión, por así decirlo, antes de una gran revelación. Esta es una de las razones por las que cuando leemos toda la historia de la Revelación en el Sinaí, ocurren muchas cosas; hubo un despertar de confusión antes de la Revelación. Y considero que incluso al vivir o ver cosas que no tienen sentido, son molestas o confusas, la conciencia que debemos tener consiste en entender el panorama completo, y que lo que está ocurriendo es un preludio a nuevos entendimientos, nuevos métodos y nuevo trabajo.