En la mañana del 31 de octubre de 2013, la joven Bethany Hamilton fue al océano por una sesión de surf. Tras haber pasado treinta minutos sintió un jalón en su tabla y supo inmediatamente lo que estaba ocurriendo. Un tiburón la atacó, le arrancó el brazo izquierdo. Ella había sido ampliamente reconocida como una estrella del surf en ascenso. Todos creían que sus días de surf habían terminado, excepto Bethany.
Tres semanas después, mientras estaba sentada en la playa viendo a sus amigos surfear en el océano, decidió que no estaba lista para terminar con su carrera en el surf. Corrió al agua aún con el vendaje puesto y, después de tres intentos, montó una ola. Un poco más de un año después ganó su primer título nacional, y para el 2007 ya había cumplido su sueño de ser una surfista profesional.
Dejar el surf habría sido sencillo para Bethany. De hecho, su familia y amigos habrían entendido y apoyado su decisión de buscar otro camino. Pero Bethany no buscó excusas. El accidente fue un obstáculo que ella simplemente superaría.
Nos encontramos obstáculos (grandes y pequeños) en nuestro camino muy seguido y permitimos que estos nos saquen fuera de curso. Cuando esto ocurre, usamos excusas para liberarnos de la responsabilidad de trabajar con más intensidad, salir de nuestra zona de confort y hacer cosas difíciles.
“No tengo dinero suficiente…”.
“No hay suficiente tiempo…”.
“Perdí mi oportunidad, soy muy viejo para…”.
Seguir nuestros sueños no es un lujo para nadie, es siempre nuestra elección. Perseguir nuestro deseo más profundo es nuestra responsabilidad con el Creador. Todos estamos aquí por una razón muy especial, un propósito que es único para cada uno de nosotros. Recibimos dones que estamos destinados a compartir con el mundo. No seguir un sueño es una opción, es abandonar una oportunidad para crear un cambio en el mundo.
Como dice la frase: “Los sueños no se cumplen sin acción”. El Centro de Kabbalah enseña que nuestro trabajo es ir superando los obstáculos mientras nos los encontramos. Nuestra responsabilidad es perseverar y encontrar una manera de satisfacer nuestros deseos. De hecho, Michael Berg dice: “Un aspecto esencial del verdadero trabajo espiritual es el hecho de que está más allá de nuestras capacidades, sin embargo, nunca debemos buscar excusas para no hacer lo imposible”. Los obstáculos son oportunidades para que sigamos nuestro camino espiritual.
Imagina un mundo en el que algunos de nuestros más grandes líderes, aquellos que ayudaron a producir los cambios más positivos en el mundo, hubiesen buscado excusas para no alcanzar la grandeza. ¿Qué hubiese pasado si Martin Luther King Jr. o Mahatma Gandhi hubiesen decidido que era muy incómodo liderar movimientos para el cambio pacífico?
Nuestra conciencia depende de nuestra disposición a ir enfrentando los desafíos en el momento en el que aparecen, hacer lo que es difícil y resistir la tentación de buscar excusas.
La verdad es que nuestro camino espiritual no está hecho para ser fácil o cómodo. La manera en la que reaccionamos cuando las cosas se ponen difíciles es lo que define nuestro crecimiento espiritual y quiénes somos. Michael Berg dice: “Cada vez que tenemos razones y excusas para no incomodarnos o no actuar, debemos detenernos y pensar. Literalmente, lo que menos queremos hacer, lo más difícil para nosotros, es lo único que vinimos a hacer a este mundo”.
Bethany Hamilton pudo haber buscado excusas, pero en lugar de eso ella superó un gran obstáculo y siguió su sueño. Para transformarnos debemos tomar la decisión de que cuando la puerta de un desafío se esté abriendo, no la cerraremos, sino que seremos responsables y estaremos a la altura de la lección que se encuentra en ella.