La porción de Vayikrá habla del proceso de realizar sacrificios en el Mishkán o Tabernáculo. Desde un punto de vista kabbalístico, siempre nos interesa entender el significado espiritual de las cosas; por lo tanto, como hoy en día no se realiza un acto físico de sacrificio, es importante que entendamos la conciencia que debía ser activada a través de él.
"El Tabernáculo se originó en el deseo del Creador de estar con nosotros."
El gran kabbalista el Maharal nos ofrece un hermoso y poderoso entendimiento sobre el concepto de sacrificios. En su libro Guevurot HaShem, capítulo 69, él dice que siempre hay una conexión profunda entre la causa y el efecto, el Creador y Sus creaciones, de tal manera que es mayor el deseo de dar que tiene el Creador que el deseo de recibir que tiene Su creación; mi padre, Rav Berg, a menudo citaba como ejemplo que la vaca quiere dar la leche a su becerro más de lo que el becerro quiere beberla.
La mayoría de nosotros concibe al Mishkán como el lugar que los israelitas construyeron en el que la Luz del Creador pudiera permanecer con ellos. Sin embargo, el Maharal explica que el proceso de creación del Tabernáculo se originó en el deseo del Creador de estar con nosotros, lo cual es una nueva manera de verlo. El Maharal nos dice que el Mishkán se originó con el deseo del Creador de estar con nosotros, Su creación, e irradiar Su Luz y bendiciones sobre nosotros, el Creador dijo: “Por favor creen un lugar en el que pueda hacerlo”.
Al entender esto, aprendemos que el Tabernáculo en realidad era una expresión del deseo de la Luz del Creador por estar siempre conectada con Su creación y fluir hacia ella. Además, el Maharal explica que el concepto del sacrificio es la necesidad que tiene la creación, nosotros, de volver a tener una conexión con nuestro Creador.
"Nada está separado del Creador."
Así pues, el acto de sacrificio consistía en reconectar el efecto, nosotros, con nuestra causa, la Luz. Su propósito era reconectar la creación con el Creador. No se trata de un acto físico, sino más bien de la conciencia de que estamos unidos totalmente con el Creador y que no existimos sin la Luz. El concepto de sacrificio consistía en que el individuo hiciera una acción que manifestara esta conciencia de que nunca hay separación de la Luz. Mientras que los israelitas creían que el sacrificio era la acción en sí, en realidad era una meditación espiritual que debía provocar un cambio de conciencia. Todo forma parte de la Luz del Creador, y ese constante proceso de pensamiento, esa meditación constante sobre esta realidad, era el propósito del sacrificio.
El Maharal nos enseña que el acto de realizar un sacrificio debía ser un proceso espiritual interno del individuo. Por lo tanto, en Shabat Vayikrá también podemos pasar por dicho proceso. Podemos obtener la claridad de que nada de lo que somos y nada de lo que tenemos está separado de la Luz del Creador. Y si bien este es un concepto que tenemos en alguna parte de nuestra mente, si lo viviéramos en realidad, podría transformar nuestra vida y seríamos capaces de crear milagros y estar alegres en todo momento.
La realización de un sacrificio tenía el propósito de despertar la conciencia y la claridad de que la Luz del Creador desea que regresemos a nuestra Fuente, y que todo lo que hacemos, como el hecho de realizar un sacrificio, forma parte del proceso de clarificación y refuerzo de esa conciencia. La mentira de este mundo físico es que existe la Luz del Creador y hay cosas que están, o pueden estar, separadas de ella. Y si nosotros llegamos a ver cosas de esta manera, lo que vemos es una ilusión. No obstante, en Shabat Vayikrá tenemos la oportunidad de apartarnos de esa ilusión. Tenemos la oportunidad de despertar el deseo y la conciencia para siempre redirigir todo —y más importante aún, redirigirnos a nosotros mismos— a la claridad de que nada está separado del Creador y, a través de esa conciencia, poder conectarnos por completo con la Luz.