Muchas personas dejarán una huella importante en nuestra vida. Sin embargo, aquellos a quienes recordamos con nostalgia y cariño son a menudo quienes nos aman incondicionalmente.
Dichas personas dan amor sin intenciones ocultas: tienden una mano cuando lo necesitamos, nos confortan cuando caemos y nos dan apoyo mientras nos esforzamos por alcanzar nuestras metas. Constituyen nuestra comunidad, nuestra familia y nuestro sistema de apoyo. Y no podríamos tener éxito sin ellos.
Si lo analizamos, realmente hay sólo dos tipos de amor: el amor egoísta y el amor incondicional.
Todos hemos vivido ambos tipos. Aquellos que son impulsados por el deseo de recibir algo de una relación, aman egoístamente; incluso si ese “algo” que desean recibir es amor. Por el contrario, el amor incondicional nunca se trata acerca de ganancias personales, se trata acerca de amar a una persona exactamente por quien es; ya sea buena o mala.
Piensa en tus relaciones más importantes y pregúntate: ¿estás dando amor de forma incondicional?
El Centro de Kabbalah enseña que debemos compartir con otras personas y amar de manera incondicional para poder crecer espiritualmente. Esto parece obvio para la mayoría de nosotros, pero si echamos un vistazo con sinceridad a nuestras acciones, ¿podemos realmente dar fe de que amamos incondicionalmente?
Karen Berg dice: “Debemos aprender que cuando amamos a alguien —nuestra pareja, un amigo o un familiar— y esa persona muestra cambios de humor poco agradables o nos alteran, aún debemos darle amor sin intenciones ocultas, tal y como nos gustaría que esa persona nos amara con todas nuestras flaquezas y defectos”.
Como seres humanos, podemos fallar, así como aquellos a quienes amamos pueden hacerlo también. Nuestra meta al compartir con otras personas es siempre dar amor sin imponer estándares que deban alcanzarse, y esperar que los demás den el mismo amor ilimitado a cambio. Sin embargo, esto no quiere decir que debamos tolerar el abuso o un comportamiento inapropiado. Los límites saludables son necesarios en todas las relaciones. Pero como Karen Berg señala: “Debemos permitirles a quienes están cerca de nosotros sentir que forman parte de nosotros, aun cuando no están en su mejor momento por así decirlo, o cuando actúan como niños en lugar de como adultos”.
Cuando deseamos recibir algo de otra persona para nuestra ganancia personal, complicamos la relación. Nos volvemos antipáticos y puede que inconscientemente evitemos dar amor cuando no obtenemos lo que queremos. Este comportamiento a menudo surge del sentimiento de carencia en nuestra vida, una idea equivocada de que quienes amamos pueden darnos plenitud de algún modo.
Nuestro trabajo espiritual en esta vida es expandir nuestra capacidad de amar a los demás. El Centro de Kabbalah enseña que es nuestro trabajo abrir nuestro corazón y compartir amor con el mundo de manera incondicional. ¿Cómo sabemos si hemos alcanzado ese nivel de amor?
Cuando nos importan tanto las otras personas que deseamos compartir con ellas sin esperar nada a cambio. La plenitud que encontramos en la vida se relaciona directamente con la profundidad en la que hacemos que crezca nuestro amor incondicional por los demás.
Ciertamente, el amor es una necesidad básica del ser humano, pero no lo recibiremos de forma que realmente nos dé plenitud hasta que aprendamos a darlo de forma incondicional. Karen Berg dice: “Este es el regalo del amor incondicional. Y la única forma en la que podemos recibir tal regalo es cuando somos capaces de darlo. Este es el tipo de amor que el Creador tiene para nosotros”.
Cuando estamos listos para dar amor, este regresará a nosotros de las maneras más extraordinarias.