Estás en el año 1736 y eres un campesino en una tierra gobernada por un poderoso rey. Imagina que, contra todo pronóstico, recibes una invitación a visitar el palacio y a hablar con el rey. Podrías tardarte mucho tiempo en prepararte para la reunión, quizá hasta un año. Cuando llegas al palacio ves grandes murallas y gigantescas puertas custodiadas por guardias armados. Les muestras tu invitación y te permiten pasar, pero allí no está el rey, esto es solo el jardín. Debes pasar por otras puertas y guardias, ministros y consejeros que tratan de evitar que veas al rey. Te hacen esperar o regresar otro día. Te das cuenta de que tienes que ser muy persistente para ver al rey.
Ahora imagina que el rey escribió en la invitación que el mejor día para ir al palacio es el 15 de septiembre y te dio las palabras mágicas que abrirán todas las puertas. Vas ese día y, milagrosamente, te das cuenta de que no hay guardias, dices las palabras mágicas y las puertas se abren. Todo está tranquilo. Todas las puertas están abiertas, no hay nadie. No hay guardias, ministros, consejeros ni otros invitados, sólo tú y el rey. Luego el rey te pide que te acerques aún más y dice “Todo mi reino está a tu disposición, toma todo lo quieras, nadie te detendrá”.
¡Bienvenido a Yom Kipur!
De esto se trata Yom Kipur. Puedes estar frente a frente con el rey de reyes, el Creador. En esa reunión puedes tomar lo que quieras de todos los tesoros (todas las bendiciones) de su reino, por un año: inspiración divina, hijos justos, prosperidad, abundancia en la salud, felicidad, amor, alegría, entusiasmo, éxito, etc… en una palabra: LUZ.
Ahora puedes ver mejor por qué Rav Berg siempre se refiere a Yom Kipur como “la caja fuerte abierta” (y sí, adivinaste, el 15 de septiembre de 1736 fue el 10º día del mes de libra, es decir, Yom Kipur).
Ahora imagina visitar al rey, al primero de nuestra historia, y que te ofrezca tomar lo que quieras, pero tus bolsillos y bolsos están casi llenos y no te cabe mucho. ¿No sería una gran oportunidad perdida?
Los regalos que el Creador nos da en Yom Kipur no son físicos, son Luz pura. Si nos acercamos a él con todos nuestros apegos a lo físico, es como si nos acercáramos al rey físico con los bolsillos llenos. En consecuencia, las restricciones que respetamos en Yom Kipur (no comer ni beber, no bañarnos, no usar zapatos de cuero, perfumes, aceites, lociones ni colonias) son sólo nuestra disposición a separarnos de lo físico, sólo para que la Fuerza de la Luz del Creador pueda darnos más Luz. Vaciamos nuestros bolsillos espirituales para recibir mucho más y por mucho más tiempo.
Podrías preguntarte, “¿Cuáles son las palabras mágicas que el rey de la historia le dio al campesino para abrir todas las puertas del palacio?”.
Hay un libro de oración lleno de conexiones kabbalísticas y meditaciones del Ari (Rav Isaac Luria), el Baal Shem Tov y el Rashash. Nosotros “comemos” cinco comidas espirituales (cinco conexiones principales) y es el único momento del año en el que tenemos cinco conexiones principales y no tres. Y ahora te contaré una historia.
Era la época del gran kabbalista, el Baal Shem Tov, y se estaba celebrando Yom Kipur. Toda la comunidad se reunió antes del momento, esperando a que el Baal Shem Tov llegara y comenzara la poderosa conexión llamada Kol Nidrei, la oración aramea que abre las puertas del cielo y la festividad de Yom Kipur. El Baal Shem Tov estuvo de pie en el podio por un tiempo, meditando y orando en silencio. Luego les dijo a los estudiantes que estaban cerca, “las puertas están cerradas”.
El silencio y la tensión se sentían en el aire. En la parte de atrás de la habitación había un niño que no sabía leer ni escribir. Vio a todos metidos en sus libros de oración, algo que él no podía hacer. Este niño amaba mucho al Creador y también quería orar, así que hizo lo que siempre hacía cuando quería orar a Dios: comenzó a tocar su silbato. Todos lo callaron, algunos querían sacarlo, pero luego, el Baal Shem Tov se volteó y dijo, “Deténganse, no le hagan daño, las puertas se están abriendo”.
Karen nos dijo una vez que la primera vez que el Rav le contó esta historia, le dijo “ tu eres ese niño del silbato”.
En Yom Kipur, es suficiente acercarse con el corazón abierto y ser ese niño que abre las puertas del cielo para todo el mundo. El mundo necesita niños como ese hoy más que nunca.