“El placer constante no es placentero”. – Baal Shem Tov
¿Alguna vez has oído hablar del suelo de la tierra? La definición literal es la parte superior de la corteza terrestre, como en un jardín, patio o campo. Bien, es bastante simple. Pero para los climatólogos, el suelo es venerado como la sustancia más valiosa del planeta, una manifestación de magia pura. Desde nutrir nuestros alimentos hasta mantener la vida vegetal y almacenar cantidades masivas de carbono, las 2-8 pulgadas de suelo debajo de tus pies están repletas de vida microbiana diversa que es responsable de nutrir toda la vida en la Tierra. Jane Zelikova, una científica del cambio climático, dio toda una charla TedTalk llamada “Las maravillas ocultas del suelo” y describió el suelo como “la base literal de la vida en este planeta”.
Y está compuesto casi completamente de materia orgánica en descomposición.
El crecimiento y el deterioro son fuerzas opuestas en el mundo natural, pero una engendra simultáneamente a la otra. El crecimiento podría representar vitalidad y sanación, pero —tal y como lo demuestra el poder sustentador del suelo— para que el crecimiento se lleve a cabo de manera efectiva, si es que se lleva a cabo, es necesario el deterioro. Nuestras vidas están en una danza similar de polaridad. Según la Kabbalah, el deseo es un regalo del Creador y nos lleva a experiencias profundas de plenitud y alegría. Sin embargo, la felicidad constante se convierte rápidamente en una ilusión, una trampa que nos mantiene desconectados de nuestro verdadero ser y del reino espiritual.
El tema de la dualidad —¡y, en efecto, de la felicidad!— figura en gran medida en la energía del mes de Piscis. Es el mes hebreo de Adar, el duodécimo y último mes del calendario lunar, y está bajo el signo zodiacal de Piscis; que se considera el mes para estabilizar el próximo año. De vez en cuando, el mes de Piscis se repetirá en un año de calendario, dándonos una especie de año bisiesto, una dosis adicional de la alegría y la felicidad del mundo celestial que los kabbalistas nos animaron a extraer durante estas cuatro semanas.
La energía de Piscis está a nuestra disposición para aumentar y expandir nuestra felicidad, pero también para recordarnos que nuestros desafíos no solo sirven para crecer, sino también para cultivar nuestro aprecio y nuestra gratitud. Rav Brandwein explica que el momento en que podemos entender y vivir con la conciencia de que la verdadera felicidad es un regalo del Creador, y que este regalo viene a través del cambio en nosotros mismos, es el momento en que podemos mantener ese nivel de alegría en nuestra vida sin importar cuán difícil sea el desafío.
Cada situación es, de hecho, una oportunidad para cambiar. Y cada desafío sirve para fortalecer y sumar significado a lo largo de nuestra vida. Retomando la metáfora transformadora del suelo, damos la bienvenida a la alegría y la felicidad de la primavera, y a medida que nuestras manifestaciones disminuyen y se marchitan, su “muerte” se convierte en el terreno fértil para que florezca nuestra próxima cosecha.
Piénsalo de esta manera: una vida en la que cada deseo se satisfaga instantáneamente y cada placer esté siempre disponible no deja espacio para la aspiración, la búsqueda o el anhelo. En la superficie, esto podría parecer el sueño definitivo, pero en la práctica, solo conducirá a un vacío espiritual y a una falta de plenitud verdadera.
Al igual que la materia en descomposición que enriquece el suelo con nutrientes vitales, el contraste es esencial para nuestro crecimiento espiritual. Es a través de la experiencia tanto del placer como del dolor, de la luz y de la oscuridad, de los picos y los valles, que podemos apreciar y saborear verdaderamente los momentos de alegría y placer en nuestra vida. Un árbol que continuamente da frutos sin nunca detenerse solo crea un dolor de cabeza: ¡un jardín que se ahoga en frutos que una persona nunca podría comer! Del mismo modo, el placer constante eliminaría este contraste, dificultando que reconozcamos la chispa divina en los momentos de felicidad.
Este contraste y la satisfacción resultante son evidentes en toda la naturaleza. La Luna crece y mengua, nuestros cuerpos inhalan y exhalan, las mareas fluyen y refluyen. Es este constante ir y venir entre fuerzas opuestas lo que crea la danza de toda la vida. Es responsable de la esperanza que buscamos en tiempos de crisis y de la profunda emoción de gratitud que sentimos en momentos de belleza pura.
Este mes, celebra todas las luchas y desafíos que te trajeron hasta aquí hoy. Reconoce con certeza que sirvieron a un propósito enorme: convertirte en esta versión de ti mismo capaz de experimentar cantidades de alegría sin precedentes. Y quizá cómprate una flor en una maceta y admira el contraste de la tierra y los pétalos. El dulce sentimiento de afecto que tienes por esa pequeña flor podría ser la mismísima forma en que el Creador te mira…
¡Feliz Adar!