La porción de Devarim comienza con una discusión entre Moshé y los israelitas. Moshé reúne a todos los israelitas y parece contarles todas las cosas negativas que habían hecho durante los cuarenta años.
Rashi, el gran kabbalista y comentarista, pregunta por qué Moshé reúne a todos los israelitas en lugar de ir de tribu en tribu. Los reúne a todos para que si alguien tiene algo que decir lo diga inmediatamente, y si nadie dice nada, significa que nadie tiene una respuesta. Así pues, todos escucharon a Moshé y nadie tenía respuestas; aceptaron como cierto que en los últimos cuarenta años habían hecho todas esas cosas negativas que él nombró.
Pero luego encontramos lo que parece ser una explicación contradictoria. Está escrito que, en determinado momento de la porción de Devarim, los israelitas le dijeron a Moshé que no habían hecho ninguna de las cosas que él dijo que hicieron. Entonces, por un lado, parece haber entendimiento de que los israelitas permanecieron allí y aceptaron toda la lista de las cosas que Moshé dijo que hicieron mal en los últimos cuarenta años; por otro lado, parece que ninguna de las acusaciones que Moshé hizo sobre los israelitas fueron ciertas. ¿Cómo podemos conciliar ambas cosas? ¿Cómo pudieron haber aceptado lo que Moshé decía si sabemos que, en realidad, no hicieron ninguna de estas cosas que Moshé nombró como sus fallas?
Rav Áshlag explica en la Introducción a las Diez Emanaciones Luminosas (publicado como: Y escogerás la vida) que el fin principal de todo lo que hacemos, incluso de las cosas de naturaleza física, es elevar nuestra conciencia y situarnos en un estado en el que nuestra mente esté completamente unificada con la Luz del Creador. Pero ¿cómo llegamos a eso? Tenemos que purificar la mente.
La mayoría de nosotros sabe que cuando hacemos una acción negativa, la recordamos, y si alguien intenta abrirnos los ojos con respecto a esa acción negativa que hicimos, podemos aceptarla. Pero caemos muchas más veces en nuestros pensamientos que en nuestras acciones. Por ejemplo, piensa en tu día de hoy. Quizá, si tienes suerte, no hiciste nada negativo hoy; sin embargo, probablemente cada uno de nosotros tuvo al menos un pensamiento negativo. Imagina la acumulación de eso día tras día, año tras año. Probablemente ninguno de nosotros recuerde un pensamiento negativo que tuvo hace treinta años; quizá recordemos una acción negativa, pero seguramente no recordaremos un pensamiento negativo ni de hace un mes. Y eso es un problema, porque esos pensamientos negativos limitan nuestra capacidad para conectarnos con la Luz del Creador.
Si, por un lado, decimos que el propósito principal de todo nuestro trabajo es ser capaces de conectar nuestra mente directamente con la mente del Creador, entonces tenemos que entender que la acumulación de pensamientos negativos obstaculiza eso. Todo el tiempo hablamos de tener completa certeza en la Luz del Creador… pero ¿por qué no logramos tenerla? La respuesta es simple: nuestra mente está tan llena del residuo de todos los miles y miles de pensamientos negativos que hemos tenido, que lo que llamamos certeza en la Luz del Creador no puede realmente predominar. Por eso, aquí comienza nuestra enseñanza. Para que podamos llegar al estado por el que vinimos a este mundo, para que nuestra mente de verdad sea capaz de conectarse con la Luz del Creador, tenemos que desechar y limpiar todos los pensamientos negativos que hemos tenido, y eso es lo que Moshé estaba haciendo en este Shabat.
Ahora lo entendemos. Es una manera muy hermosa y distinta de verlo; Moshé no les nombró todas las cosas negativas que hicieron. Más bien, estaba activando dentro de ellos un recuerdo de todos los pensamientos negativos que tuvieron a lo largo de su vida entera. En este Shabat, Moshé no les habla de las acciones negativas que realizaron. Si los israelitas hubiesen pensado que lo que Moshé les decía se refería simplemente a acciones, podrían haber dicho que ellos no hicieron eso. Pero lo que hace es recordarles todos los pensamientos negativos que tuvieron en los cuarenta años anteriores para despertar esos pensamientos para ellos.
Esta es una de las últimas cosas que Moshé hizo mientras estuvo en este mundo. Y la hizo porque es tremendamente importante. La mayoría de nosotros no se da cuenta del daño de los pensamientos negativos, por eso Moshé reúne a los israelitas y despierta todos sus pensamientos negativos para que puedan limpiarlos.
De esto aprendemos que nunca podremos llegar al estado por el que nuestra alma vino a este mundo mientras tengamos una acumulación de años y años de pensamientos negativos porque, tal y como el Zóhar nos dice, nada desaparece. Y así, los kabbalistas nos dicen que uno de los principales propósitos del estudio de los Escritos del Arí y del Zóhar es limpiar y purificar lo que ni siquiera sabemos que necesita ser limpiado y purificado.
El Zóhar dice que tenemos que saber que la energía creada, no solo por cada palabra que decimos y acción que realizamos, sino por cada pensamiento que tenemos, permanece por siempre. Y si no la limpiamos, si no la desechamos ni la cambiamos, no seremos capaces de verdaderamente elevarnos y conectarnos.
Por lo tanto, uno de los propósitos más importantes de estudiar los Escritos del Arí y el Zóhar es permitirnos limpiar nuestra mente de forma genuina. Rav Áshlag dice que, mientras se vive en este mundo, es imposible no ser agobiado por los pensamientos de este mundo. Cuando hay miles de millones de personas que piensan de manera egoísta, es imposible separar nuestra mente y pensar que nosotros, por nuestra cuenta, seremos capaces de proteger nuestra mente de la conciencia de este mundo. Así pues, nosotros estudiamos los Escritos del Arí y el Zóhar, no para obtener más sabiduría, sino para separar por un momento nuestra mente de la conciencia de este mundo y conectarla con la conciencia del Arí, o Rav Shimón bar Yojái y el Zóhar.
Rav Áshlag nos dice que es imposible que cualquier persona, sin importar cuán elevada crea estar, sea capaz de soportar el bombardeo de miles de millones de personas que están concentradas en el Deseo de Recibir para Sí Mismo. La razón por la que estudiamos y leemos al Arí y al Zóhar es para que, durante ese momento del día, nuestra mente se aparte de la abrumadora conciencia de este mundo y se una a la verdadera conciencia. Ese es uno de los mejores regalos de Shabat Devarim, el Shabat en el que Moshé, justo antes de dejar este mundo, reúne a los israelitas con el propósito de permitirles purificar y transformar su mente.