Abierto y cerrado. Encendido y apagado. Luz y oscuridad.
Vivimos en un mundo de dualidades. Piscis, el plural en latín de “peces”, es representado por dos peces que nadan en direcciones opuestas. ¿Por qué? Tal y como el Kabbalista Rav Berg explicó, la energía pisciana está conectada con dos mundos: el mundo físico tal como lo vemos y experimentamos, y el mundo espiritual invisible. Este mes de Piscis (Adar) trae una oportunidad para acceder a los aspectos más profundos y ocultos de nuestro ser. Y conocernos con más profundidad nos acerca a alcanzar nuestro potencial único.
Considera el caso de un árbol común en medio del bosque. Vemos su áspera corteza, sus amplias ramas, sus hojas extendiéndose como manos hacia el sol; pero no podemos ver la savia en su interior, que sube y baja con las estaciones, acumulándose en la húmeda oscuridad de sus raíces. Nuestros ojos no perciben el intercambio constante de dióxido de carbono y oxígeno, junto con el milagro de la fotosíntesis, esa permanente búsqueda para aprovechar la luz. Sin embargo, ¿quién podría discutir que todo eso y más es fundamental para manifestar la cualidad arbórea del árbol?
Josh, nuestro hijo menor, que nació con síndrome de Down, suele ser capaz de percibir los aspectos menos visibles de las complejidades de la vida y comunicarlos de forma sorprendentemente simple. Recuerdo un día en que irrumpió en la habitación y anunció: “¡Voy a ser jugador de fútbol americano cuando sea grande!”. Entonces me preguntó si creía que podía hacerlo. Le dije que siempre espero que mis hijos hagan las cosas que más les ilusionan, y que lo admiro por ir tras sus sueños. Entonces me preguntó, muy serio: “¿Tú qué vas a ser cuando seas grande?”. Le dije que yo ya era grande. De inmediato contestó: “Entonces, ¿qué eres?”.
Si no supiera lo maravillosamente dotada que es la mente de Josh, quizá tan solo me habría reído. Pero me hizo pensar: él no me veía como un producto terminado, como una simple entidad como “mamá”, “estudiante y mentora espiritual”, “árbitro de hermanos” o cualquier etiqueta que otros pudieran ponerme. Percibió las partes ocultas de mí, las que todavía están creciendo y evolucionando. Percibió la savia del árbol, que aún está subiendo.
Según el Séfer Yetsirá (el Libro de la Formación), Piscis está regido por Júpiter, el planeta de la espiritualidad, la abundancia y la generosidad. Adar es el mes de la manifestación jubilosa. Estas energías convergentes nos invitan a descubrir y recobrar aquellas partes invisibles de nuestro ser que pueden haber quedado anegadas por demasiado tiempo. Bajo las turbias corrientes subterráneas de nuestras ajetreadas vidas, los coloridos corales y los fluidos paisajes marinos de las pasiones ignoradas u olvidadas esperan que los descubramos. Si las sacamos a la superficie, pueden conducirnos a acciones nuevas y con propósito, a conexiones y a la alegría. Entonces, ¿por dónde comenzamos? Puedes empezar con este ejercicio:
A menudo dejamos atrás nuestra infancia, y a veces así es como debería ser. Pero en la búsqueda para recuperar piezas perdidas de tu ser, empieza por el principio. ¿Cuáles eran tus experiencias favoritas cuando eras niño? ¿Eran los paseos por la naturaleza? ¿Colorear o pintar? ¿Jugar a la pelota en el recreo? ¿Cantar? ¿Las clases de arte o de matemáticas? ¿Visitar la biblioteca?
Yo era una “bailarina” cuando era niña. Tomaba clases, actuaba en recitales, todo el asunto. Posteriormente, cambié la danza por el atletismo y los recitales por los maratones. Pero me faltaba algo; echaba de menos la música y la expresión que ofrece la danza. Así que salí a buscar una buena opción, que resultó ser Tracy Anderson. La bonificación: en la búsqueda de revelar mi pasión, encontré también a un querida amiga. Ahora sé que voy y tengo que seguir bailando, ¡aunque tenga que arrastrarme al ritmo!
Lo más probable es que haya alguna pasión perdida desde hace tiempo esperando a que tú también la redescubras… o quizá sea una nueva que has puesto en el cajón de “algún día lo haré”. ¿Por qué no hacer ese de “algún día” un AHORA e inscribirte en esas clases de violonchelo? O tomar ese curso de escritura, o apuntarte al teatro, o participar activamente en una causa que te interese. O tal vez sea simplemente una visita semanal a tu biblioteca local, hojeando libros y refugiándote en un rincón tranquilo durante unos de minutos.
El propósito de la vida es la transformación. Siempre nos estamos convirtiendo en la siguiente versión de nosotros mismos. Es incesante, como las aparentemente interminables actualizaciones que nuestras computadoras siempre exigen que instalemos. Y al igual que nuestras computadoras, si no nos actualizamos al siguiente nivel, a esa siguiente versión de nuestro ser, las cosas salen mal. Cuando busques tus dones ocultos y reavives viejas pasiones, no tengas miedo de explorarlas ni te reprimas porque no parezcan encajar en tu vida, o porque ahora no seas tan bueno saltando la soga como lo hacías antes. Lanza la prueba beta de tu próxima versión. Puedes perfeccionarla en el camino.
Lo que el mundo ve en nosotros es solo un atisbo de lo que somos o de lo que podemos llegar a ser. Una antigua máxima hermética dice: “Como es arriba, es abajo”. Cuando traemos nuestros dones y pasiones ocultos al mundo y hacemos algo por ellos este mes, creamos un nuevo nivel de unión y completitud dentro de nosotros mismos, lo que a su vez trae más unión y completitud al mundo.
¡Feliz mes de Adar!