Rav Áshlag explica en Las Diez Emanaciones Luminosas que hay dos formas de Luz: el nivel supremo de Luz que viene directamente del Creador, llamado Or deJojmá, y un nivel inferior de Luz que se revela en este mundo a través de nuestras acciones, llamado Or deJasadim. En realidad estos no son diferentes tipos de Luz, solo existe la única Luz simple del Creador. La diferencia entre las dos formas radica en nuestro nivel de participación en la revelación de la Luz.
"Debemos buscar la manera de inyectar la esencia de la verdad, en nuestro compartir".
Cuando nosotros somos los que revelamos la Luz en el mundo a través de nuestros pensamientos y nuestras acciones de compartir, la Luz es canalizada a través de nosotros en lugar de venir directamente del Creador. El problema con esto, enseña Rav Áshlag, es que significa que la Luz revelada nunca será tan pura e intacta como la Or deJojmá.
Solemos hablar acerca de la necesidad de transformarnos en seres más dadores y altruistas. La increíble lección de Rav Áshlag aquí es que incluso nuestros pensamientos y nuestras acciones de compartir solo pueden revelar un nivel inferior de Luz. Cuando estamos compartiendo con alguien o enseñándoles algo, impartimos nuestro entendimiento imperfecto y nuestra experiencia del mundo. Debido a que nosotros no somos el Creador, el consejo, la sabiduría o la ayuda que podemos ofrecer a alguien es extremadamente limitada. Desafortunadamente, sin importar cuánto compartamos, lo mejor que puede llegar a ser es Or deJasadim. La única manera en la que podemos tener una revelación total de Luz es cuando llegamos al punto en el que hemos eliminado nuestro ego de la ecuación y nos volvemos canales puros de la Luz. Es por ello que es tan importante que trabajemos en disminuir nuestro ego. Cuanto más puros seamos, más pura será la Luz que pase a través de nosotros hasta llegar al mundo. El máximo nivel de conexión es cuando nos hemos eliminado por completo del proceso.
Por supuesto, esto no significa que dejemos de compartir. En lugar de ello, debemos buscar la manera de inyectar la esencia de la verdad, la esencia del Creador, en nuestro compartir. Esto lo hacemos al conectar a los demás con la fuente, el Creador; ya sea a través de la Torá, el Zóhar o los escritos de los kabbalistas. Cuando inyectamos ese rayo de verdad en nuestras acciones, sin el adorno de nuestra propia interpretación, esa es la parte que resuena con el alma. ¡Es crucial que entendamos que la Luz que compartimos está tan diluida que casi no queda nada! Nuestras palabras y nuestra sabiduría por si solas no satisfarán a nadie. Sin importar cuánto compartamos, será una solución a corto plazo. Pero cuando conectamos a los demás con la fuente de Luz, lo que se espera es que sus almas reconozcan lo que verdaderamente desean: una conexión directa con el Creador.
"La Luz proviene del Creador, no de nosotros. "
Por ejemplo, cuando alguien nos pide un consejo, solemos pensar de inmediato en una historia o circunstancia similar por la que nosotros hayamos pasado. Queremos compartir eso con ellos, junto con lo que hemos aprendido, y es bueno compartir todas esas cosas. Pero ¿cuántos de nosotros nos detenemos a preguntarnos: “Bien, ¿qué dice el Zóhar? ¿Qué escribieron los kabbalistas sobre este desafío u obstáculo por el que la otra persona está pasando?”. Cuando compartimos los escritos de los kabbalistas o las palabras de la Torá o el Zóhar con otra persona, inyectamos ese rayo de verdad y los conectamos no con nuestras propias ideas, sino con la Luz.
Nuestro ego a veces nos hace pensar que nosotros somos los únicos responsables de revelar la Luz en el mundo. Debemos recordar que la Luz proviene del Creador, no de nosotros. Nosotros no podemos revelar Luz pura e intacta sin el Creador. Aunque nuestra intención sea revelar Luz en el mundo a través de nuestras acciones de compartir, no puede ser la totalidad de la Luz en tanto que nosotros seamos los que revelemos la Luz en el mundo.
El asombroso regalo del estudio de Las Diez Emanaciones Luminosas es que, en la medida que profundizamos nuestra comprensión de la sabiduría, en esa medida despertamos Luz. A través de nuestros estudios y conciencia, podemos inyectar un nivel de verdad en nuestro compartir que esperamos que inspire a los demás y despierte su deseo de buscar y desarrollar una conexión directa con el Creador. Cuando hayamos disminuido nuestro ego y nos hayamos eliminado por completo del proceso, solo entonces podremos revelar la Luz pura del Creador.
*Adaptado del curso de Michael Berg sobre Las Diez Emanaciones Luminosas, clases 24 y 25: