En la porción Shoftim está escrito: “Una persona necesita tener a alguien a quien rendirle cuentas en términos espirituales”. Para explicar esto, tenemos que entender algo que está escrito en Ezequiel, en forma de profecía: cada acción negativa que un individuo realiza queda grabada en sus huesos. ¿Por qué? Porque cada acción negativa tiene una combinación de letras. Tal y como hay combinaciones de letras que son canales de Luz, hay otras que son canales de oscuridad.
“Cada acción negativa tiene una combinación de letras”.
Así pues, cuando una persona actúa motivada por la negatividad —es decir, con ira, envidia o Deseo de Recibir para Sí Mismo—, despierta la combinación de letras específica de esa acción negativa y queda grabada en sus huesos. Mientras el individuo continúe realizando esa misma acción, ese mismo Nombre queda grabado más profundamente. Y esa huella, la escritura de esos Nombres negativos en los huesos de la persona, hace que la negatividad se manifieste en su vida; en realidad se nos dice en el Libro de Jeremías que la negatividad que despierta un individuo y que se graba en sus huesos es lo que luego se manifiesta como negatividad para él en su vida.
Esta es la razón por la que durante el proceso de slijot y Yom Kipur es importante que un individuo diga ciertas palabras. Existe un grupo de oraciones llamado vidui, que se traduce como “confesiones”, que ha de hacer el individuo. Además, antes de que una persona deje este mundo, es importante que haga vidui; es una especie de última oportunidad para eliminar cualquier huella restante de Nombres negativos en sus huesos.
Cuando el individuo recita el vidui o le dice a otra persona las cosas negativas específicas que ha hecho, la energía de esas palabras que salen de su boca puede quitar las capas de negatividad que él ha grabado en sus huesos. Por ejemplo, imaginemos que ayer me enojé y hoy me dirijo a mi maestro o amigo para decirle: “Quiero confesarte que ayer alguien me hizo algo, me enojé y le grité”. Entonces, a través de esas palabras, podemos eliminar la capa de negatividad que quedó grabada en nuestros huesos debido a esa acción.
Ahora que sabemos esto, podemos entender por qué dice en la porción de Shoftim que “una persona necesita tener a alguien a quien rendirle cuentas en términos espirituales”; esa es la persona a la que le cuenta todas las cosas negativas que recuerda haber hecho. Y ahora sabemos lo sumamente importante que es hacerlo.
“Podemos eliminar la capa de negatividad que quedó grabada en nuestros huesos”.
En el Talmud, en Sotá, está escrito que los israelitas llevaban los ataúdes de Yosef, Yehuda y otras personas con ellos. Además, dice que los huesos de Yehuda estaban incómodos en el ataúd y hacían ruido. ¿Por qué? Porque de entre las doce tribus, Yehuda era el líder cuando Yosef fue vendido como esclavo y, por lo tanto, esa acción negativa quedó grabada en sus huesos. El Nombre negativo que fue activado con la venta de Yosef dejó huellas en los huesos de Yehuda y él, por alguna razón, no logró eliminarlas completamente durante su vida. Por ende, mientras su ataúd era llevado por el desierto, hacía ruido porque sus huesos aún sufrían.
Moshé, al hablar con el Creador, dice: “Escucha la voz de Yehuda”. Yehuda sabía que había caído con la venta de Yosef, pero decirlo una vez no bastó. Aunque muchas veces a lo largo de su vida estuvo consciente de esta acción negativa, hizo el vidui y les mencionó esto a su maestro y amigos, no fue suficiente. En consecuencia, de esto aprendemos que no necesariamente es suficiente mencionarlo una o dos veces, y debemos recordarlo mientras nos acercamos a Rosh Hashaná y pasamos por el proceso de vidui.
De hecho, los kabbalistas enseñan que cuando una persona está verdaderamente en sintonía con el proceso de teshuvá, es importante que recuerde constantemente la acción negativa hasta que la elimine. No basta con decirla una vez; si todavía tenemos la sensación de energía negativa por la acción que realizamos, eso significa que aún existe, por eso la tenemos que mencionar las veces que sea necesario. Aunque Yehuda era consciente del hecho de que esta acción negativa y el Nombre que despertó se habían grabado en sus huesos y pasó por el proceso de teshuvá, no fue suficiente. Por lo tanto, cuando Moshé vio en el desierto que los huesos de Yehuda no estaban tranquilos y sufrían, despertó otra vez la fuerza del vidui que Yehuda despertó cuando estaba vivo; Moshé tenía el poder de hacerlo por Yehuda de nuevo y, por ende, sus huesos se tranquilizaron. Con el despertar del vidui nuevamente y la mención de Yehuda de la acción negativa que hizo, Moshé pudo finalmente eliminar esa huella negativa de los huesos de Yehuda para siempre.
A partir de esta enseñanza deberíamos despertar un aprecio genuino por la naturaleza de lo que hemos hecho y recordar que absolutamente todo acto negativo que hayamos realizado el año pasado, y a lo largo de nuestra vida, dejó huella en nuestros huesos y que esa es la energía a través de la cual llega la negatividad a nuestra vida. Tenemos el regalo de poder eliminarla con el proceso de vidui, el proceso de decirla hasta que comencemos a sentir que esa negatividad se aleja. Y, tal y como aprendemos de Yehuda, no fue suficiente hacerlo una vez, dos veces ni quizá veinte veces en su vida. Tenemos que seguir contándola hasta que pierda su energía, hasta que eliminemos la huella de esa acción negativa de nuestros huesos. Esto funciona igual con toda acción negativa y, ciertamente, con todo grupo de acciones negativas que hayamos realizado.