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La responsabilidad que tenemos por las cosas que vemos

Michael Berg
Septiembre 8, 2021
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Los israelitas le dicen al Creador que saben que cuando estaban en el Monte Sinaí aceptaron la responsabilidad por ellos mismos, por el mundo y por aquellas personas a su alrededor, pero luego le preguntan al Creador si son responsables por las acciones negativas o la falta de acciones positivas que no ven. El Creador les dice: “No. No se preocupen. Ustedes no recibirán ninguna negatividad de las cosas que no vean”.

Sin embargo, el Creador les dice que sí tienen una responsabilidad por las cosas que fueran reveladas ante ellos y que sí vieran, como por ejemplo: alguien que esté llevando a cabo una acción negativa que no pudieran detener, alguien que no esté viviendo acorde a todo su potencial o alguien que no esté revelando la Luz que está destinado a revelar en este mundo. Y no solo tienen esa responsabilidad, sino que si no hacen algo, entonces cualquier oscuridad que la persona revelara o que no haya eliminado se convertiría en su oscuridad.

En el Talmud está escrito que si una persona ve a su familia, a las personas que lo rodean o a su círculo de amigos cercanos haciendo algo negativo o no viviendo de acuerdo con su potencial, y no hace nada al respecto, entonces toda las acciones negativas que ve que realizan estos individuos se convierten en su responsabilidad; cualquier oscuridad que ellos revelen formará parte de él al igual que la falta de crecimiento de estas personas será parte de él. Por ejemplo: cuando vinimos a Rosh Hashaná puede que hayamos estado en lo correcto con respecto a la responsabilidad asumida por nuestras acciones positivas y negativas, lo estamos haciendo bastante bien; pero todos tenemos muchas otras responsabilidades en las cuales quizá no estemos pensando. Porque cada vez que vemos a alguien haciendo algo que podíamos ayudar a hacer de forma distinta, cada vez que vemos a alguien que no está viviendo conforme a su potencial y existe la oportunidad para ayudarlo a crecer y llegar a su potencial y no lo hacemos, entonces esa carencia y oscuridad vienen a nosotros.

Y esto no solo se corresponde con aquellas personas que nos rodean. Si una persona ve que gente en la ciudad en la que vive está haciendo cosas negativas y hay algo que puede hacer al respecto y no lo hace, todas las acciones negativas que ve forman parte de ella. Si una persona ve que ocurren cosas negativas en el mundo —es decir, personas que estén realizando acciones negativas o no se estén esforzando de forma que puedan crecer y revelar más Luz en este mundo—, y la persona que observa no hace nada al respecto, esa persona recibe la oscuridad del mundo sobre sí misma. Por lo tanto, acerca de este Shabat está escrito que no debemos preocuparnos por las cosas que no vemos, sino que debemos saber que las cosas que nos son reveladas ocurren con un propósito, y como tal, debemos hacer algo al respecto.

Este no es tan solo un mensaje agradable, positivo y espiritual; es importante conocer el otro lado de este mensaje también, y es que una vez que tenemos esa responsabilidad, no se trata de solo hacerlo mejor la próxima vez o de encontrar a alguien más a quien podamos ayudar. Si vimos a alguien y no ayudamos, si vimos a alguien haciendo algo negativo y pudimos haber evitado que lo hiciera pero ni siquiera lo intentamos, entonces cualquiera que sea la acción negativa que haya hecho, cualquiera que sea la carencia de Luz que tiene en su vida, vienen a nosotros.

Hay una historia en el Talmud en la cual Rav Aja dijo que nunca en la historia de la humanidad el Creador había dado una bendición a un individuo o grupo de individuos y luego la hubiese quitado. Es decir, si el Creador dice: “Voy a dar una bendición a una persona”, entonces, sin importar lo que esa persona haga, recibirá la bendición. No obstante, hubo un momento en la historia en que el Creador le envió una bendición a un individuo y luego se la quitó.

En Ezequiel, el Creador le dice al Ángel Gabriel que vaya a la ciudad de Jerusalén y encuentre a los justos, aquellas personas que estén conectadas con la Luz del Creador, y escriba una carta de protección en tinta espiritual sobre sus frentes, y que también fuera y encontrara a aquellas personas que estén desconectadas de la Luz del Creador, que hayan matado, robado y hecho cosas negativas, y haga una marca de sangre sobre sus frentes. El Ángel de la Destrucción no podría tocar a quienes tuvieran la protección del Ángel Gabriel, pero quienes tuvieran la marca de sangre en sus frentes estarían abiertos a la llegada del Ángel de la Destrucción.

Así que el Creador le dice al Ángel Gabriel que les dé protección a los justos y dé una apertura a la destrucción a quienes estuvieran desconectados. Pero antes de que Gabriel estuviera listo para ir a hacer su tarea para el Creador, la Fuerza del Juicio y la Justicia en este mundo viene al Creador y pregunta: “Señor del Universo, ¿por qué son los justos distintos a aquellas personas que están desconectadas?”, el Creador responde: “Porque estas personas son buenas y aquellas son malas. Estas personas están conectadas y aquellas están desconectadas”. La Fuerza del Juicio y la Justicia en este mundo le dice al Creador: “Aunque es verdad que estas personas llevan una vida perfecta y aquellas personas viven de la forma más terrible, los justos debieron haber intentado ayudar a las personas negativas”. A lo que el Creador responde: “Sé que no hay esperanza para esas personas. Incluso si los justos hubieran hecho todo lo que estuviera en su poder para intentar salvarlos y cambiarlos, ellos no habrían cambiado, y por ello no se merecen ninguna repercusión. Los justos no merecen ninguna repercusión por no intentar ayudar a quienes son negativos”.

La Fuerza del Juicio y la Justicia en este mundo le dice al Creador: “Tú sabes eso, pero ellos no lo saben. Los justos no sabían que no hay forma en la que ellos habrían podido ayudar. Y dado que no hicieron nada, Tú no puedes darles el poder de protección”.

Este fue el único momento en la historia en que, a pesar de que el Creador ya le había ordenado al Ángel Gabriel dar el poder de protección a los justos, dicho poder fue eliminado. Por ende, está escrito, desafortunadamente, que el Ángel de la Destrucción vino y trajo muerte y destrucción tanto para los justos como para las personas negativas.

Aprendemos una increíble lección de esta historia. Estas eran personas completamente justas. Las vemos y se comportan de manera en la que únicamente comparten y dan las veinticuatro horas del día. No hacen nada de índole egoísta nunca. Sin embargo, estaban viviendo en una época en la que veían a gente hacer cosas negativas. Y si bien no había absolutamente nada que pudieran hacer o decir que cambiara a estas personas negativas, ni siquiera intentaron hacer algo en medio de la situación desalentadora, y por ello el Ángel de la Destrucción tuvo permitido atacarlos. Entonces, aprendemos nuevamente acerca de los peligros de ver una oportunidad para ayudar, cambiar o detener la negatividad, y no hacer nada; no se trata solo de una acción espiritual y positiva. Si lo vemos, incluso si sabemos que no ocurrirá absolutamente nada por nuestras acciones, aún así tenemos que actuar.

En Ezequiel, con respecto a los justos en Jerusalén, no había nada que pudieran hacer para ayudar a las demás personas porque, tal y como el Creador deja muy en claro, nada podía cambiar a las personas negativas. Aún así, debido a que ni siquiera lo intentaron, no recibieron el poder de la protección.

Está escrito que no nos preocupemos por las cosas que no vemos, pero que las cosas que sí se nos revelan no son una coincidencia; no porque necesariamente tengamos el poder para cambiarlas, sino porque tenemos que aprovechar la oportunidad para intentarlo. Y si aprovechamos la oportunidad, entonces tenemos protección, aun si no logramos cambiar la situación o a la persona; si aprovechamos la oportunidad, recibimos la protección de la Luz del Creador.


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