La capacidad de crear un milagro siempre está en nuestras manos. A veces es tan fácil como encender una vela.
De todas las aperturas cósmicas del año, Janucá es la más simple. A lo largo de Pésaj, evitamos comer determinados alimentos y antes de Rosh Hashaná realizamos una profunda introspección en un esfuerzo por obtener transformación. En Janucá, la Luz ya está allí. Todo lo que tenemos que hacer es encenderla.
Los kabbalistas enseñan que Janucá contiene una energía única. Esa energía es la Or HaGanuz, “la Luz oculta”, que se propagó por el mundo en las primeras 36 horas después de la Creación (antes del pecado de Adán). En la Or HaGanuz hay completitud absoluta, plenitud, bondad y amor puros y eternos; la fuerza primordial de toda vida. Cada año, durante estos ocho días, la Or HaGanuz está disponible para que toda la humanidad pueda recibir de su fuente.
Tal y como cuenta la historia de Janucá, un pequeño grupo de personas, los macabeos, vencieron a un ejército de 40.000. Los números en esta historia pueden parecer imposibles. Aun así, sabemos que con la Luz todo se vuelve posible. Fue la Or HaGanuz la que le permitió a los macabeos crear un milagro y, en consecuencia, preservar su esencia espiritual y camino de vida.
Los kabbalistas enseñan que la misma Or HaGanuz que estaba disponible para los macabeos ha sido parte del diseño cósmico desde el inicio de la humanidad, como tal, está disponible durante estos 8 días y noches para nosotros también, y nos ayuda a superar hasta los obstáculos que pueden parecer insuperables. Por medio de la Luz de Janucá, fortalecemos nuestra espiritualidad para beneficiarnos a nosotros mismos, así como a nuestros amigos, familia, comunidades y al mundo.
Como el Rav decía: “El conocimiento es la conexión”. El secreto de nuestra recepción de la Luz de Janucá está en nuestra conciencia y apreciación de esta, al igual que en las velas de la Janukiyá, el candelabro. Debido a que en la última noche, habremos encendido 36 velas, las cuales representan la Luz de las 36 almas justas que mantienen al mundo equilibrado en todo momento. Estas 36 almas son la chispa que activa la armonía y la protección para toda la humanidad. Y, al igual que la Or HaGanuz, también están ocultas. Usualmente son personas comunes que viven vidas comunes, tienen trabajos simples, al igual que el maestro del Rav, Rav Brandwein, quien era albañil.
Menciono estas almas porque cada uno de nosotros tiene un alma justa que puede ser activada en Janucá. Todos tenemos la capacidad de crecer en pos de la Luz, y eso en sí es quizá el mejor milagro de todos. A través de nuestra capacidad para ser amables, resistir al juicio, purificar nuestros pensamientos y ver lo bueno en nosotros y en los demás, unimos los mundos superiores con los inferiores y revelamos esa Or HaGanuz no sólo para estos días, sino para que nos acompañe durante el año entrante.
Espero que al inicio del encendido de las velas de Janucá este sábado en la noche recibamos la energía para hacer que nuestra propia Luz brille con más intensidad y nos volvamos así más conscientes de la naturaleza milagrosa de nuestra propia existencia.