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Rosh Hashaná: El poder de dar nombre a nuestro deseo

Monica Berg
Septiembre 26, 2022
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¿Qué hay en un nombre? Aparentemente, mucho más de lo que podríamos imaginar.

La historia bíblica de Génesis cuenta cómo las primeras personas pusieron “nombre a todo ganado y las aves del cielo” (2:20). Pero el Zóhar kabbalístico lleva esta historia un paso más allá. Enseña que, a través del nombramiento, ¡las criaturas cobraron vida por primera vez! En otras palabras, una vez que nombramos algo —cualquier cosa que deseemos— le damos vida. Ponemos en movimiento la creación de nuestros deseos con tan solo reconocer y nombrar aquello que verdaderamente queremos.

Y en este tiempo del calendario cósmico, el potencial que tenemos para crear (y recrear) nuestra propia vida está en su punto máximo. Rosh Hashaná —o “la cabeza del nuevo año”— cae el primer día del mes de Tishrei (Libra). En este día y a lo largo de todo el mes, estamos naturalmente alineados con las poderosas energías de la renovación y la manifestación.

El pasado mes de Virgo nos motivó a practicar la teshuvá, que se traduce como retorno. Ya sea que hayas participado o no en mi programa Life Audit de los 30 días de Virgo, este es el momento del año para sentarnos y mirar minuciosamente dónde hemos estado… qué no ha estado funcionando en nuestra vida. Solo al entender nuestros errores pasados (o pasos equivocados), ¡podemos realizar los “ajustes” necesarios e identificar con precisión —y nombrar— aquellos lugares a los que más nos gustaría ir y crecer!

Investigaciones han respaldado el poder de los nombres para crear conexiones significativas y duraderas entre nosotros y las cosas que nombramos. La doctora Suzanne Degges-White, psicóloga, ha escrito mucho sobre el “gran poder de dar nombre a las cosas”. El acto de nombrar es más que asignar una identificación (aunque también cumple esa función). El acto en sí crea una especie de propiedad psicológica: la sensación de que algo nos pertenece más íntimamente. Esto explica por qué las parejas suelen darse apodos entre sí; también es la razón por la que quienes crían animales con fines alimenticios rara vez nombran a sus pollos o vacas. Cuando no nombramos algo, podemos mantenerlo a distancia y sentirnos menos responsables de cultivar una conexión real con eso.

Sin embargo, dar nombre a nuestros deseos no es suficiente para hacerlos realidad. Tenemos que adoptar un papel activo para convertirnos en cocreadores de nuestro destino. Rav Berg escribió que “lograr el verdadero cambio requiere fuerza de voluntad, propósito y perseverancia”. Él comparó el proceso de la creación con la formación de un negocio. Con el ejemplo de una fábrica de zapatos, estableció un escenario en el que la línea de producción está lista, todas las máquinas están en funcionamiento y todas las materias primas están en su sitio. No obstante, a pesar de toda esta preparación, la fábrica no producirá nada por sí misma. El potencial que está tan claramente presente no se hará realidad sin la acción. Es una danza entre el creador (en este caso, el diseñador de zapatos) y los pasos hacia la creación. ¿Cómo y en qué orden se cortarán los materiales? ¿Qué máquina creará cada parte del zapato y cómo se unirán las piezas?

Una danza similar se produce también para nuestros objetivos personales. Cuando nuestros deseos más profundos están alineados tanto con nuestro propósito como con la intención de compartir nuestra Luz con el mundo, la Luz del Creador nos ayudará a encontrar las mejores maneras de hacerlo realidad.

¡No es momento para la complacencia! En Rosh Hashaná, se toca el Shofar (tradicionalmente un cuerno de carnero), cuya penetrante resonancia nos recuerda que debemos despertar. Nos dice que toda intención —incluyendo la que fabricó esos zapatos perfectos— requiere nuestra acción y cierta medida de planificación para que se manifieste. Por suerte para nosotros, la ecuanimidad de Libra (simbolizada por la balanza equilibrada) puede ayudarnos a sopesar nuestras opciones con cuidado y a evitar las trampas de actuar muy precipitadamente. Sin embargo, si nos mantenemos firmes en nuestro eje, podemos fijar nuestro rumbo y avanzar con seguridad y confianza.

Hay un antiguo proverbio que dice: “Si no sabes a dónde vas, nunca vas a llegar”. Me gustaría añadir que para saber a dónde vas, es mejor que sepas dónde has estado. Mientras nos adentramos en un nuevo año lleno de posibilidades, te animo a dejar atrás lo que ya no te sirve. Al mismo tiempo, recuerda lo que te ha funcionado. Vuelve a familiarizarte con las actividades, las personas, los lugares y las situaciones que más te entusiasman. Consulta a tu corazón y recuerda lo que te acerca a tu esencia y tu alegría interior. Sobre todo, entra en contacto con tu propósito, y luego ponle nombre… y en el proceso, ¡ponle nombre también a tu deseo!

Es a través de ese nombre, a través de ese conocimiento y deseo, que tu nueva vida nacerá. ¡Feliz año nuevo!


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