Cada uno de nosotros tiene un lente a través del cual vemos el mundo. Es como si viéramos la vida a través de una cámara que se ajusta automáticamente a la luz y otras condiciones para darnos una imagen en particular. Pero supón que deseas ver el mundo de manera distinta. Tendrías que cambiar la configuración de tu cámara para que puedas ajustar manualmente tu visión.
Nuestro ego funciona de la misma forma; es un lente que se programa de forma automática para mostrarte el mundo desde una perspectiva particular, esa perspectiva es tu propio punto de vista.
Nuestro ego está enfocado en lo que queremos, pensamos, sabemos y necesitamos. Podemos sentirnos muy cómodos viendo el mundo a través del autoenfoque del ego, es decir: nunca tenemos que considerar las necesidades o sentimientos de los demás. Nunca tenemos que entender cómo se siente la vida desde el otro lado de la cámara. Es como si viviésemos en nuestro pequeño mundo particular.
El Centro de Kabbalah enseña que el ego distorsiona la realidad, provocando que veamos lo negativo a nuestro alrededor y en otras personas. Michael Berg explica que “Mucho de lo que vemos es una ilusión pintada de manera negativa por nuestro ego. Si podemos deshacernos del ego, podremos ver el bien verdadero”. Cuando vivimos guiados por nuestro ego, puede que nos sintamos satisfechos con nuestros logros y relaciones, pero podemos tener experiencias mucho más enriquecedoras (éxito, relaciones más significativas, amor más profundo, etc.) tan pronto como cambiemos nuestra perspectiva y veamos el mundo más allá del lente de nuestro ego.
Las divisiones emergen cuando comenzamos a percibir la negatividad. Comenzamos la vida siendo inocentes y sintiendo curiosidad por el mundo que nos rodea, nos acercamos a las personas y a nuevas experiencias abiertos y receptivos. Pero a medida que nuestra relación con el mundo crece, descubrimos la vergüenza, la decepción y el rechazo. Esta negatividad alimenta nuestro ego y altera la forma en la que vemos el mundo e interactuamos con él. Comenzamos a cerrarnos y nuestro ego evita que actuemos con bondad y generosidad hacia las demás personas.
En lugar de enfocarnos en los pensamientos y en las necesidades de los demás, pensamos: “Tú no me haces feliz. No estás satisfaciendo mis necesidades. Tú estás equivocado, yo estoy en lo correcto. Yo necesito…”. Este tipo de pensamiento nos pone contra quienes nos rodean, cuando en realidad nuestro verdadero enemigo es el ego. Intenta ver más allá de las intenciones ocultas de tu ego. No es una persona o una situación lo que causa dificultad en nuestra vida, es nuestro ego llenándonos con ira y deseo de culpar a otro, evitando que conectemos genuinamente con los demás.
Sin embargo, no todo está perdido. Con la conciencia correcta podemos comenzar a cambiar la forma en la que vemos el mundo; podemos derribar la insensibilidad emocional que se construyó cuando nos acostumbramos a ver el mundo sólo desde nuestra propia perspectiva.
Todo se trata de las decisiones que tomemos. Michael Berg establece en términos simples que: “Tenemos el poder para escoger nuestra realidad. En cada momento podemos conectarnos en diferentes niveles con la Luz o con la Oscuridad, dependiendo de nuestras acciones. En la medida en que nuestras acciones conecten con Dios, sentiremos Luz y plenitud. En la medida en que nuestras acciones nos conecten con la Oscuridad y el ego, sentiremos dolor”.
A través de nuestras acciones bondadosas y generosas escogemos conectarnos con otras personas y, como consecuencia, vemos el mundo desde la perspectiva de los demás. Cuando hacemos esto, derribamos los muros del prejuicio para descubrir que todos estamos conectados por medio de la Luz del Creador. La unidad ocurre cuando no existen divisiones entre nosotros y los demás, y cuando podemos sentir el dolor de la otra persona como si fuera nuestro propio dolor. Intenta ver más allá del lente de tu ego y conéctate con la Luz que existe en los demás.