Imagina por un momento que eres inmortal. ¿Cuán diferente sería tu vida?
Cosas como el fracaso o los pensamientos y opiniones de los demás no parecerían tan intimidantes, ¿no? En lugar de ello, si descubrieras de pronto que eres inmortal, es muy probable que sientas una infusión inmediata de posibilidades. Los límites desaparecerían… porque, al fin y al cabo, no vas a desaparecer, ¿cierto?
Esta es la energía de Shavuot. Es un día en que nos dan la oportunidad de saborear lo ilimitado. Nos comprometemos de nuevo a vivir nuestra vida al máximo llenos de bendiciones y abundancia. Shavuot nos conecta con lo que los kabbalistas llaman “la revelación en el monte Sinaí”. El nombre mismo es un código para la unión perfecta entre la Luz y el mundo físico.
Porque eso fue lo que ocurrió hace 3400 años en el desierto: la conexión entre el cielo y la tierra se manifestó en la recepción de sabiduría divina. Como resultado, cada año en esta época, entramos en un estado de potencial puro donde todo es posible… incluso la idea de la inmortalidad.
Sé lo que estás pensando: ¿Cómo algo —y sobre todo alguien— podría ser inmortal? Eso va contra toda información científica que conocemos. Sin embargo, lo que sabemos de la naturaleza de la vida (y si vamos al caso, de la muerte) es tan solo una pequeña partícula de lo que hay en los ámbitos invisibles.
En cuanto a la ciencia, hemos comenzado apenas a escarbar la superficie de los aspectos inmortales de nuestro universo físico. Por ejemplo, sabemos que las estrellas nacen y con el tiempo mueren. Pero ¿de verdad mueren? La energía solar, la radiación, las proyecciones químicas y los elementos emitidos por las estrellas viajan en el tiempo por miles y billones de años. Y esos fragmentos eyectados de estrellas que “mueren” se convierten en los cimientos de nuevas estrellas y cuerpos celestes, así como de cualquier forma de vida que pueda existir en el cosmos. De hecho, de acuerdo con la NASA, “desde el carbono de nuestro ADN hasta el calcio de nuestros huesos, casi todos los elementos de nuestro cuerpo se forjaron en el corazón ardiente y la agonía de las estrellas”. Sin importar quiénes seamos ni de dónde vengamos, ¡todos y cada uno de nosotros estamos hechos de polvo de estrellas! Y eso es tan solo el aspecto físico de nuestra “inmortalidad”.
Nuestras palabras, acciones y creaciones tienen el potencial de hacernos inmortales, al menos en el sentido humanista de la palabra. ¿Quién no ha oído el nombre de Platón, a pesar de que vivió hace más de dos mil años? ¿Quién no ha oído un soneto o una obra de Shakespeare? ¿O leído un poema de Emily Dickinson? ¿O admirado las obras de muchos grandes artistas que hace mucho dejaron este mundo físico? Dejamos restos de nosotros mismos en nuestros hijos, en nuestro trabajo y en nuestra mismísima forma de ser.
Podemos dar una mirada a ese sentido de lo eterno, también, en cualquier momento a través de nuestros estudios y prácticas espirituales, sean cuales fueren. Mi esposo Michael expresó su propia experiencia de esta manera: “Cuando me conecto con el Zóhar [las enseñanzas de la Kabbalah], lo que en realidad estoy haciendo es irradiar la Luz de la Inmortalidad sobre ese aspecto de mi cuerpo físico, mi alma y el mundo…”. Nuestro trabajo espiritual ayuda a desterrar la negatividad, el caos y el miedo en nuestra vida, y nos realinea con la Luz en todas sus expresiones. Y cuanto más nos infundamos a nosotros mismos y a nuestro trabajo con esa Luz, más tiempo brillarán nuestras creaciones en este mundo.
En definitiva, Shavuot sirve como un poderoso recordatorio de que estamos eternamente en alianza con la Luz del Creador, y que los límites que percibimos en nuestra vida a menudo no son reales. Existen porque hemos creído que existen. Piensa en esto: hace apenas 130 años, si le hubieses dicho a alguien que los humanos pronto volarían en una máquina por encima de las nubes, te habrían mandado al manicomio. Pero estamos aquí, con unos 2,5 millones de pasajeros embarcando en aviones cada día. Cómo cambiaron esas limitaciones, ¿no?
De la misma manera, ¿cómo sabes lo que puedes o no puedes lograr si no lo intentas? Es momento de dejar a un lado los “no debo” y los “no puedo” y mirar a través del lente de: ¡todo es posible!
Desde este punto de vista, nuestros desafíos y aparentes contratiempos se convierten en oportunidades de transformación. Al prestar atención a lo que tendemos a resistirnos y trabajar en esas áreas, nos convertimos en versiones más fuertes, más resistentes y más capaces de nosotros mismos. E incluso un obstáculo superado ayuda a que desaparezca nuestra resistencia al crecimiento y el cambio.
Rav Berg decía a menudo que “la conciencia lo es todo”. La conciencia ilimitada de Shavuot es potente sin medida. Ya sea que pensemos en la inmortalidad como una posibilidad literal o como una herramienta metafórica para nuestra propia evolución y la del mundo, al conectarnos con ella trascendemos nuestra vida tal y como la hemos conocido. Comenzamos a reconocer y acoger las partes infinitas de nosotros mismos, ¡los aspectos de nuestro ser que son eternos!
Y nos damos cuenta de que cada cosa y cada individuo que nos encontramos también comparte una chispa de esa Luz eterna: la misma que brilló en todo pasado… y que brillará en todo futuro por venir.