¿Siempre está mal mentir? Cuando nos enfrentamos a esta pregunta, una respuesta común es que debemos evitar mentir a toda costa y que ser sincero es lo correcto y ético. La realidad es que decir siempre la verdad no es una regla espiritual. De hecho, la mentira tiene un tiempo y un lugar. Hay formas y razones apropiadas para decir una mentira, y el tipo apropiado de mentira puede fomentar conexiones entre personas.
He aquí tres preguntas que debes hacerte para determinar cuándo ser sincero y cuándo torcer la verdad:
Una de las cosas más difíciles de la vida es ser sinceros con nosotros mismos. Las mentiras que nos decimos a nosotros mismos son mucho más dañinas que las mentiras que les decimos a otras personas. Estas mentiras que nos creemos hacen que sea más difícil descifrar cuándo hay que ser sinceros con los demás.
Una mentira importante que a menudo nos decimos a nosotros mismos es que el trabajo espiritual que hacemos es lo suficientemente bueno. Cada uno de nosotros es tan poderoso y nuestra Luz es tan fuerte que no importa cuánto bien estemos haciendo o cuánto nos hayamos desarrollado, no estamos siquiera cerca de alcanzar nuestro potencial. Cuando empezamos a decirnos a nosotros mismos que el trabajo espiritual que estamos realizando es lo suficientemente bueno, es una mentira que nos impide esforzarnos en la medida que necesitamos.
También nos mentimos a nosotros mismos cuando creemos que necesitamos que los demás nos aprueben o que nos consideren de cierta manera. Esta mentira cambia la forma en que nos comportamos, haciendo que tratemos de complacer a otras personas a expensas de vivir auténticamente y alineados con nuestra alma.
Otra mentira que nos decimos a nosotros mismos tiene que ver con lo que es más importante en nuestra vida. Esto puede hacer que dediquemos demasiado de nuestro tiempo, energía y poder mental a las áreas de nuestra vida que son menos poderosas y transformadoras.
Cuando vives siendo fiel a ti mismo, naturalmente mientes menos, y cuando lo haces, es por las razones apropiadas. Tomarte el tiempo para tener conversaciones francas contigo mismo y recalibrar tus intenciones es una forma poderosa de comenzar a vivir auténticamente. Desde este lugar, puedes empezar a determinar cómo interactuar mejor con los demás.
Por lo general, hay dos tipos de mentiras que decimos: las mentiras que benefician a los demás y las mentiras para nuestro propio beneficio. La mayoría de nosotros mentimos para quedar mejor o porque es más cómodo decir una mentira que decir la verdad. Este tipo de mentiras en realidad son para hacernos sentir mejor desde nuestro ego y no tienen relación con lo que es mejor para la otra persona.
Si queremos vivir honestamente, sintamos curiosidad por saber por qué estamos mintiendo. ¿Es para evitar conflictos desagradables, para ser queridos, para ser respetados o para evitar la vergüenza? ¿O es para ayudar, proteger, apoyar o compartir con otra persona? Hay una razón detrás de cada una de nuestras pequeñas mentiras. Sé diligente en descubrir tus intenciones. Si la mentira te beneficia de alguna manera, es mejor ser sincero. Por otro lado, si es para el beneficio de la otra persona, existe la probabilidad de que mentir, en efecto, sea lo correcto.
Con mucha frecuencia, las personas que buscan ser sinceras lo hacen a expensas de ser amables y compasivas. “Decir mi verdad” es a menudo sinónimo de “voy a ser cruel”. Sirve como excusa para las cosas inapropiadamente duras que alguien está a punto de decir. Este tipo de sinceridad contundente suele crear más daños que los beneficios que aporta.
La cruda verdad a veces puede inhibir el crecimiento de otra persona. El amor duro o la sinceridad brutal pueden ser perjudiciales. Ponte en el lugar de la otra persona. ¿Lo que vas a decir la va a afectar tanto que el dolor será más abrumador que la lección? La vergüenza o la humillación pueden afectarla de formas mucho peores por el resto de su vida.
Antes de compartir tu verdad, pregúntate: “¿Me he tomado el tiempo para sentir y evaluar realmente cómo la otra persona va a recibir esto o cuánto daño podría hacerle? ¿Es el mensaje tan importante que debo transmitirlo sinceramente?”. Si tienes que elegir, elige la bondad por sobre la verdad.
Cuando se habla de sinceridad, no se trata simplemente de que mentir esté mal y que decir la verdad siempre sea lo correcto. Sin duda hay momentos en los que no deberíamos mentir y hay momentos en los que sería mejor hacerlo. Cuando se trata de decir mentiras que nos benefician a nosotros mismos, es bueno acercarnos a la sinceridad. Considera si buscas recibir o compartir con tu mentira, y si estás sacrificando la bondad por la sinceridad. Cuanto más sincero y en contacto estés contigo mismo, mejor podrás evaluar cómo interactuar con los demás y hablar con intención.