Las festividades kabbalísticas son ventanas cósmicas de tiempo en las que hay a nuestra disposición energías específicas. Una de estas ventanas en el tiempo es Yom Kipur, a la que damos la bienvenida este domingo, día 10 de Libra.
La oportunidad para nosotros en Yom Kipur es experimentar grados expansivos de alegría, plenitud y paz. Tener una sensación sobrecogedora de bondad y aprecio. Parece contradictorio dada la forma en que observamos Yom Kipur. No comemos ni bebemos, no nos bañamos y nos abstenemos de muchas otras comodidades cotidianas, lo que crea una atmósfera más de incomodidad que de alegría. Y es precisamente aquí donde comienza la labor transformadora de Yom Kipur. Al desconectarnos del mundo físico, nuestra conexión con el mundo espiritual se hace más profunda y desinhibida.
El Arvéi Najal dice que en Yom Kipur nos sentamos junto al Creador, mientras repasa cada día del año transcurrido y hace un recuento.
Veamos la primera parte de esa frase: “Sentarse junto al Creador”. ¿Te imaginas qué le dirías? ¿Qué valdría la pena preguntar? He pensado en esta pregunta, y me gustaría que, al sentarme junto al Creador, dijera lo siguiente:
"Sé que hay muchas cosas que quiero lograr en este mundo y que no he logrado. Sé que necesito transformar mi Deseo de Recibir para Sí Mismo en Deseo de Compartir. Dame fuerza y asistencia para transformarme completamente y poder lograr lo que vine a hacer a este mundo”.
La segunda mitad de esa frase es un poco más fatídica: “mientras repasa cada día del año transcurrido y hace un recuento”.
La mayoría de nosotros preferiríamos que el Creador no viera algunos de nuestros peores comportamientos del año pasado. Ante los momentos de los que estamos menos orgullosos, podríamos pensar que seguramente el Creador también tendrá en cuenta nuestros momentos positivos y nuestras buenas acciones, ¿verdad? Me temo que no funciona así exactamente. Las horas que pasaste compartiendo y conectándote a la Luz no son lo que importa. El Creador solo cuenta los segundos que somos capaces de elevarnos del caos en nuestros momentos más difíciles. Esos son los momentos más importantes de cualquier día.
Esto, por supuesto, no pretende asustar a nadie y no se trata de juzgarnos severamente. Todo lo contrario. El gran Kabbalista el Baal Shem Tov dijo algo muy sencillo sobre este tema. Cualquier pensamiento que tengas, cualquier autoevaluación que estés llevando a cabo, hay una manera clara de saber si viene de un buen lugar o de un mal lugar, del lugar correcto o del lugar equivocado, y es muy simple: ¿Te impulsa a la acción o te hace retroceder? ¿Te deprime o te entusiasma? Cuando hablamos de sentarnos junto al Creador y mirar hacer retrospectiva de nuestro año, queremos que ese examen sea inspirador, queremos que nos lleve hacia el crecimiento.
Esto me recuerda una anécdota que me encanta de Jim Carrey. Hace muchos años, Oprah Winfrey lo entrevistó en su programa y él le contó una historia sobre los comienzos de su carrera y los muchos problemas a los que se enfrentaba: depresión, falta de vivienda y grandes dificultades económicas. Apenas podía sobrevivir. Habría sido muy fácil —¡incluso aconsejable!— renunciar a su sueño de ser actor. Pero no lo hizo. En lugar de sucumbir a sus circunstancias de carencia y aparente limitación, visualizaba conscientemente todas las cosas que quería. Se conectaba a esos sentimientos de alegría y positividad aun en medio de circunstancias que pintaban un cuadro muy opuesto. Esto le daba fuerzas para continuar.
Llevó esta práctica un poco más lejos y se firmó a sí mismo un cheque de 10 millones de dólares por “servicios de actuación” que se pagaría el Día de Acción de Gracias, tres años después de la fecha en que lo firmó. Lo llevaba en la billetera todos los días, y se arrugó y se desgastó, pero le sirvió de recordatorio constante. Un recordatorio de que el éxito estaba en camino. Pasaron tres años y, al llegar Día de Acción de Gracias, se enteró de que ganaría 10 millones de dólares con una película llamada Una pareja de idiotas. Y como todos sabemos, desde entonces ha hecho reír a millones de personas.
Tenemos la capacidad de elevarnos en cada momento, a través de cualquier desafío. Cuando hacemos esto estamos extrayendo Luz de la oscuridad, y si en el tiempo de un año una persona ha elevado 24 horas de Luz, entonces esa persona es considerada justa. El trabajo de elevar no es fácil, ni debería serlo. Está diseñado para ayudarnos a crecer y transformarnos. La promesa de este trabajo es la plenitud verdadera. Cuando estamos verdaderamente plenos entonces podemos compartir nuestra abundancia y Luz con otros de maneras profundas.
Nuestra meta es traer Luz en abundancia no solo para nosotros mismos sino para nuestra familia y el mundo, y Yom Kipur nos da una poderosa oportunidad de hacer exactamente eso. El Arvéi Najal añade que “dignos somos si, cada día, tenemos unos minutos que sean de trabajo verdadero”. Este trabajo verdadero se traduce en luchar contra los obstáculos que nos impiden cumplir nuestro propósito. Hacer el esfuerzo cuando no queremos, transformar el juicio en misericordia y no ser reactivos ante las circunstancias difíciles. Estas son las claves para atraer las bendiciones disponibles para nosotros en Yom Kipur, para traer Luz en abundancia aun en medio de la incomodidad.
Mientras observas Yom Kipur, date permiso de sentir alegría, plenitud y paz en el grado más alto, sin importar dónde te encuentres. Sin importar tus circunstancias o incomodidades. Reconoce con certeza que, a medida que atraes Luz a tu vida, la atraes para todos a tu alrededor.
Guemar Jatimá Tová
Bendiciones para tu nuevo año