¿Qué podemos aprender de la porción de Balak?
La porción de la Torá de esta semana parece una historia de fantasía o ciencia ficción.
Balak, el rey de Moav, era un hechicero que se especializaba en el “Mal de Ojo”. Balak sentía temor, odio y celos por los israelitas, quienes eran invencibles y salían victoriosos ante las pruebas y las tribulaciones que encontraban en su camino. Los israelitas vencieron a cada nación que se atrevía a enfrentarlos en batalla. ¡Eran indetenibles! Balak sentía temor ante la posibilidad de que él fuese destronado y su reino le fuese arrebatado por la nación de Israel. Era sólo cuestión de tiempo para que esto ocurriese. Así que Balak decidió tomar la situación en sus propias manos.
A pesar de ser un gran hechicero, Balak sabía que él no era lo suficientemente poderoso como para destruir a los israelitas él solo. Él sabía que el éxito de ellos se debía a la ayuda y a la protección de la Fuerza de Luz del Creador.
Por lo tanto, recurrió a su antiguo enemigo, Bileam, para que lo auxiliara en lo que buscaba. Bileam también era hechicero y además era adivino. Él también atraía el poder del lado oscuro a través del “Habla Maliciosa”. Su poder es descrito en la Torá con la siguiente cita textual de Balak hacia Bileam: “Porque yo sé que a quien tú bendices es bendecido, y a quien tú maldices es maldecido”.
Cuando Balak invitó a Bileam a que se uniese a él en su plan, la Torá dice que: “Dios le dijo a Bileam: ‘No irás con ellos; no maldecirás al pueblo, porque es bendito’”.
En resumen, Bileam no escuchó a Dios. Leamos de nuevo lo anterior: Bileam no escuchó a Dios. Él siguió el plan de Balak de todas formas. Al final de esta historia, Bileam termina bendiciendo a la nación de Israel a pesar de sus esfuerzos negativos (te invito a que leas toda la porción).
Primero que todo, si Dios personalmente te hablara y dijera] que no hagas algo, ¿tendrías la osadía de decir “No”?
Ahora te pregunto: ¿Tiene esto algún sentido? Por supuesto que no, ¡desde ninguna perspectiva!
Como todos en el Centro de Kabbalah tenemos el mérito y la fortuna de saber, la Torá es un código de profundidad inimaginable y sabiduría eterna.
Una vez que decodificamos esta historia, obtenemos una perspectiva completamente diferente.
Balak y Bileam son códigos para las fuerzas energéticas de la duda y la confusión. Estas son las herramientas poderosas que emplea el Oponente para atacar nuestra conciencia despiadadamente.
La palabra Israel es un código para nuestra conciencia corregida. El término Israel representa nuestro siguiente nivel, el estado de conciencia que alcanzamos cuando actuamos con restricción, cuando compartimos de manera proactiva, cuando actuamos conforme a la voz de nuestra alma y cuando estamos “en el camino correcto”.
Así que, cuando permitimos que nuestra vista y nuestros oídos se vean afectados por la ilusión de carencia y separación de este mundo, cuando nos quejamos, culpamos o herimos a los demás con nuestras palabras, provocamos que nuestra conciencia caiga en la duda y en la confusión acerca de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Tan sólo ve o escucha las noticias.
Somos bombardeados constantemente con ideas de que estamos solos y que este mundo es un lugar peligroso. Ese es el mensaje repetitivo con el que el Oponente nos alimenta día tras día.
La Luz está allí para que nos conectemos con ella, está para guiarnos para que tomemos mejores decisiones, incluso si no tienen sentido en el momento. Nuestras almas nos susurran todo el tiempo. El Creador nos susurra todo el tiempo. ¿Estás escuchando y siguiendo las instrucciones del Creador? ¿Estás tan siquiera consciente de que el Creador te está hablando todo el tiempo?
Por lo general, la respuesta es: No.
Sin embargo, cuando hacemos nuestro trabajo espiritual (a través del estudio, lectura y escaneo del Zóhar, y el uso de nuestras herramientas espirituales de manera regular), cuando de forma consciente buscamos superar nuestros deseos egoístas, cuando nos ocupamos en hacer actos incómodos de compartir por las razones correctas, cuando nos dedicamos a digerir y procesar los conceptos que aprendemos en clase, en Internet o a través de nuestros maestros, podemos subirle el volumen a la voz de nuestra alma para que podamos conectarnos con la Luz. Ese es el estado mental llamado “Israel”. En hebreo, cuando reorganizas las letras de la palabra Israel, pueden formar las palabras “li rosh”, que significa “mi cabeza”. En otras palabras: Yo (mi alma) estoy a cargo de mi cabeza (la conciencia de ego), esto nos prepara para tener éxito y completar la misión de nuestra alma en este planeta.
Luego, cuando surja cualquier situación que pueda hacernos caer en la duda, la confusión o la incertidumbre, podemos anular la ilusión y conectarnos con las bendiciones (obvias y ocultas) en cualquier situación.