Estamos entrando en el mes de Siván o Géminis. En el Séfer Yetzirá, el Libro de la Formación, Avraham el patriarca habla sobre cómo fue creado el poder del movimiento en este mes, algo que no debe sorprender a quienes conocemos a los Géminis, pues pareciera que no pueden quedarse quietos por mucho tiempo. Los Géminis están en constante movimiento, siempre buscando qué más sigue para hacer. Pero, así como existe movimiento a nivel físico, también existe movimiento espiritual en un nivel más importante y profundo. Un obsequio de este mes es despertar nuestro propio movimiento espiritual.
Muchas personas están animadas al iniciar su trabajo espiritual, pero luego, desafortunadamente, llega un momento en el que el estancamiento empieza a aparecer. Como dijo Rav Áshlag, “Mil personas inician el viaje pero sólo una lo termina”. Cada uno de nosotros, de una u otra manera, pasa por este estancamiento.
Rav Áshlag usa un ejemplo simple pero poderoso para enfatizar la importancia del crecimiento y el movimiento constante. Él explica que nuestro trabajo espiritual puede compararse con las escaleras que llevan a un segundo piso. Iniciamos en el primer piso y en el segundo está el tesoro infinito de bendiciones que vienen a nosotros. Digamos que hay 10 escalones para subir al segundo piso, una persona dedica mucho tiempo y energía en subir del primero al octavo. Invierte años en pasar de un escalón o nivel a otro, pero luego se detiene en el noveno y no se presiona para continuar hasta el décimo. ¿Qué logró? Desgraciadamente, nada. Lo mismo ocurre con nuestro crecimiento espiritual, debemos entender que nuestro trabajo espiritual no sólo es algo que hacemos para sentirnos mejor o para hacernos mejores personas, sino que hay una meta final. Esa meta final es la plenitud completa y duradera, y no podemos parar si no hemos llegado a ese nivel.
Debemos seguir subiendo al siguiente nivel.
Por eso, en este mes cada uno de nosotros debe examinar cuidadosamente su crecimiento espiritual. Pero no se trata de observar que acciones estamos haciendo o a que conexiones estamos asistiendo, se trata de preguntarnos “¿Qué tanto he cambiado mi naturaleza?”. Las acciones, el estudio y las conexiones están allí para influir en nuestra transformación interna, no nos dejemos engañar por ellas, debemos preguntarnos qué tanto hemos cambiado internamente y en lo profundo de nuestro ser. ¿Eres menos egoísta? ¿Te concentras menos en ti de lo que lo hacías hace 1 o 5 años? Es la única manera de saber si de verdad estás creciendo o si estás estancado. Si continúas con tu vida tal y como es actualmente, ¿te ves cambiando completamente y alcanzando la paz y la plenitud verdadera y duradera? Si no, comienza a hacer algo distinto.
¿Cómo podemos comenzar a hacer algo distinto? Para merecer un verdadero crecimiento y plenitud infinita y duradera, tenemos que entender que no vemos quién somos. Muchos de nosotros creemos que sabemos qué tan egoístas y generosos somos, creemos que tenemos claro qué tipo de persona somos. Pero la verdad es que no sabemos quién somos en realidad, y este es un principio kabbalístico. Nunca podremos conocer exactamente nuestro nivel espiritual, necesitamos ayuda exterior, otras personas que nos digan y que nos muestren. No sabemos qué tan egoístas somos, sólo cuando nos damos cuenta de eso, logramos saber en qué nivel espiritual estamos realmente.
No es una coincidencia que se diga que en la creación de la primera pareja del mundo, Adán y Eva, el Creador “le dio (a Adán) una compañera para que se le opusiera”. El Creador sabía que si el hombre hubiese sido creado para estar solo, podría haber pensado que era la persona más espiritual, evolucionada y desarrollada del mundo. Sin Eva o, en nuestro caso, sin la ayuda de un compañero o compañera que nos señale lo que no vemos, no podríamos crecer nunca. Por eso es imposible estar realmente en movimiento espiritual sin la ayuda de otros, sin la ayuda de alguien que nos muestre esas fallas que no vemos.
¿Cómo sabemos si de verdad estamos creciendo? ¿Cómo sabemos si estamos estancados en nuestro trabajo espiritual? Pregúntate cuándo fue la última vez que te sorprendiste con algo de lo que te diste cuenta. ¿Cuándo fue la última vez que pensaste “Guao, qué ciego he sido, no puedo creer qué tanto me he engañado, no puede ser que mi ego sea tan grande”? Si no has pensado esto en las últimas semanas o meses, no es porque no te esté ocurriendo, sino que estás estancado y no te das cuenta.
En el mes de Siván tenemos el obsequio de poder salir del estancamiento. Pero tenemos que tener claro el hecho de que hay una meta final, que sólo hacer conexiones no es suficiente, que hay un décimo nivel al que estamos destinados a llegar. Debemos salir también de nuestra ceguera, cuando lo hagamos, nos abriremos a la ayuda de otros que tanto necesitamos. Si nos abrimos a eso, llegará. Y entonces, como estaremos en constante crecimiento, podremos continuar acercándonos siempre a la meta de plenitud verdadera y duradera.