¿Cuáles son tus metas en la vida? Quizá sea obtener un título, tener más dinero, casarte o tener hijos. Si bien estas metas son increíblemente importantes, solemos ignorar la meta más importante de todas: entender quiénes somos y en quiénes queremos convertirnos.
Cada alma tiene un propósito único en el mundo, un don que estamos destinados a revelar mediante nuestro trabajo espiritual. Nunca ha existido otra alma con el potencial que la tuya posee. Pero la única manera de revelar ese don es a través del desarrollo personal.
He aquí tres pasos para ayudar a concentrar tu energía en seguir tu viaje espiritual:
1. Escribe declaración de objetivos. Todo negocio exitoso tiene una declaración de objetivos, una frase o un párrafo que refleja sus creencias fundamentales, valores y aspiraciones. Tiene la función de concentrar sus esfuerzos e inspirar seguridad en sus empleados. ¿Qué tal si abordásemos nuestra vida como un negocio exitoso?
Crear una declaración de objetivos para guiar tu vida proporciona un punto de referencia al cual acudir en momentos de incertidumbre, mantener los asuntos en orden en medio de la adversidad, y también ofrecen información sobre tus aspiraciones y la vida que deseas tener.
Sin importar tu edad, es importante pensar acerca de tus valores, tus creencias y tu misión espiritual. ¿Quién quieres ser en los próximos cinco, diez o quince años?
2. Haz una lista de atributos que necesitas desarrollar. Ahora que tienes una visión para tu vida, es momento de comenzar a delinear un plan para alcanzarla. Muchas personas buenas hacen cosas buenas en el mundo, pero no piensan en desarrollarse espiritualmente. Como resultado, sin importar cuánto bien hagan en el mundo o cuán exitosos sean, esto palidece en comparación con el don único que están destinados a manifestar. Un exitoso empresario que desarrolla una compañía multimillonaria podría haber estado destinado a hablar desde su corazón y escribir un libro que inspire a personas de una forma distinta.
Haz una lista de los atributos que quieres desarrollar y los rasgos que quieres reducir a fin de convertirte en una versión todavía superior de ti mismo.
3. Enfócate en ser proactivo en vez de reactivo. Cuando la gente piensa en espiritualidad, suelen pensar que si son personas generosas y caritativas, automáticamente serán personas mejores y más plenas. Pero hacer estas cosas sin la conciencia correcta no necesariamente elevara ni cultivará tu alma.
A veces estamos tan concentrados en tan solo sobrevivir y terminar el día que nuestra vida puede estar basada completamente en reaccionar. Nos preocupamos por llegar al trabajo a tiempo, concluir nuestras tareas, llegar a casa, preparar la cena, al punto que olvidamos lo que se siente estar vivo.
Todos tenemos responsabilidades, desde luego, pero aún así podemos cumplir con ellas a la vez que nos revisamos constantemente. Dos personas pueden hacer exactamente lo mismo, pero con una conciencia diferente. Un padre puede que piense: “Tengo que alistar a los chicos para el colegio antes de que lleguen tarde”, mientras que otro puede abordar la situación como: “Voy a ayudar a mis hijos a tener éxito hoy y compartir con ellos de la manera que pueda”.
Pregúntate: ¿Qué porcentaje de mi día es reactivo y cuánto es proactivo? Mientras estás viajando al trabajo, ¿en qué estás pensando? ¿Estás apresurado y estresado, o aprecias el trabajo que te paga, el hermoso cielo y la gente a la que puedes ayudar hoy?
En lugar de enfocarte constantemente en el siguiente elemento en tu lista de tareas, mantente presente en el momento. Escucha a las personas que te rodean y aprecia con quiénes te encuentras, ya se trate de tu pareja, tus hijos, tus compañeros de trabajo o cualquier otra persona en tu vida. Vive conscientemente y está atento a mantenerte presente en cada momento, sin importar dónde te encuentres.
Posees una Luz única que solo tú puedes revelar en este mundo. Comienza a manifestar esa Luz al definir metas espirituales, crear un plan y estar presente.