La porción de Mikets está llena de secretos y lecciones para nuestra vida, pero sólo compartiré con ustedes algunos puntos.
La historia literal es sobre Yosef Hatzadik (Yosef el Justo). En su juventud, Yosef fue vendido como esclavo por sus hermanos y terminó trabajando en la casa de Potifar. Cuando la esposa de Potifar trató de seducir a Yosef, él resistió a sus insinuaciones y, la puso tan furiosa, que lo acusó de violación y lo envió a la cárcel. Allí, Yosef se convirtió en asesor e intérprete de sueños, lo que lo llevó luego a ser el consejero del faraón.
Nuestra maestra, Karen Berg, señala que Yosef era rey en todo lugar al que llegaba, por eso es que se le llama Yosef Hu Hashalit o “Yosef el Gobernante”. En la casa de Potifar, Yosef se convirtió en el jefe de los esclavos. En la cárcel, se convirtió en asesor e intérprete de los sueños de otros prisioneros. Con el faraón, logró controlar todo el dinero de Egipto, la nación más rica del mundo.
Desde el inicio de este calvario, Yosef tenía muchas razones para ser víctima, pero no lo fue. En ninguna situación eligió sólo existir y culpar a los demás. En lugar de caer frente a los obstáculos que se le presentaban en la vida, Yosef los aprovechaba para alcanzar los niveles espirituales más altos en cada situación.
Hay tres puntos específicos en esta porción que crean una fórmula para ayudarnos a controlar nuestra vida.
Nos dice nuestro maestro Rav Berg que el primer punto es la restricción. Yosef eligió resistir a la tentación de la esposa de Potifar, aun sabiendo muy bien que al hacerlo terminaría en la cárcel por ello. Yosef pudo haber vivido una vida cómoda como esclavo predilecto, pero él no eligió la comodidad, eligió la restricción porque sabía que la verdadera grandeza está en el crecimiento. Al elegir pasar por el dolor y sufrimiento que le traería dicha restricción, Yosef acortó el proceso para todo el mundo.
El segundo punto de la fórmula es el gozo y la felicidad en el proceso. La mayoría de nosotros dice “haré restricción mientras no tenga que sufrir”, pero cuando lo decimos, limitamos el gozo y la felicidad que podríamos vivir. Como Yosef eligió hacer restricción y pasar por el dolor, también pudo elegir incluir en su proceso el gozo y la felicidad. Yosef estaba 100% seguro de que este proceso venía de la Luz, por eso no le importó lo que tuviera que vivir, o que le tomara 12 años pasar por eso. Como lo dice el Zóhar en el versículo 55:
Sobre esto está escrito: “Sé que no hay nada bueno en ellos más que regocijarse y hacer el bien en esta vida”. "Sé que no hay nada bueno en ellos”- en las acciones que no se realizan de manera correcta CON EL PROPÓSITO DE HACER CORRECCIÓN- “sino en regocijarse” por lo que llegue a su vida, SEA BUENO O MALO, agradecer al Santísimo, bendito sea, “y hacer bien en su vida”.
El tercer y más importante punto es compartir. Cuando Yosef estaba en la cárcel, él no perdió su tiempo pensando en sí mismo, sus problemas y sus males. En su lugar, se concentró en los problemas de los demás. Al final, su preocupación por otros lo llevó a conocer al copero y al panadero principal quienes ayudaron en su proceso de libertad. Karen Berg siempre dice que cuando sientas dolor o tristeza, la mejor medicina es hacer algo por los demás o pensar en alguien más, porque no hay mejor analgésico que el compartir verdadero.
Para aprovechar al máximo esta semana, podemos conectarnos con el poder de Yosef Hatzadik y aplicar esta fórmula en nuestra propia vida. Primero que nada, podemos resistirnos a las cosas que nos cuestan más, esas cosas a las que somos adictos. Segundo, podemos inyectarle gozo y felicidad al proceso, y saber que después de cualquier tipo de restricción necesitamos pasar por un proceso de oscuridad o desafíos para poder recibir una nueva vasija. Tercero, debemos recordar que la mejor medicina para el dolor es encontrar a alguien en quien pensar o preocuparte por los demás.