“Debes saber: antes de que las emanaciones fueran emanadas y las creaciones fueran creadas, una Luz Celestial simple permeaba toda la existencia; y no existía el espacio en la forma de aire vacío. Sólo había una simple Luz Infinita que llenaba todo. No tenía principio ni fin, sino que más bien era una Luz simple, era toda uniforme, y se llamaba la Luz Infinita”. - Las Diez Emanaciones Luminosas (Capítulo 1, sección 1, párrafo 1)
Simple.
Esa palabra es usada tres veces en el primer párrafo de la primera sección del primer capítulo de Las Diez Emanaciones Luminosas. El Arí escribió una vez que los kabbalistas nunca desperdiciaban palabras, lo cual debe hacernos notar el peso de su significado aquí.
"La Luz del Creador no es complicada."
La primera lección que podemos obtener de esto es quizá la más obvia. Debemos ser simples para conectarnos con la Luz de la manera más profunda. La Luz del Creador no es complicada. Es Luz simple, dadora.
Cuando realizamos acciones de compartir, muchas veces no somos simples. Tenemos una intención oculta. Calculamos. Analizamos y sobreanalizamos. Ponemos condiciones en mayor o menor medida, y eso es lo único que crea distancia entre nosotros y la Luz Infinita del Creador. Al igual que el Sol brilla incondicionalmente en nuestro sistema solar sin ningún cálculo y emana calor aunque las nubes persistan o no, mientras más simple seamos en nuestro compartir y acciones espirituales, más cerca estamos de la Luz.
Piensa en la última vez que fuiste simple. Cuando realmente viste una situación con los lentes más simples, sin sacar conclusiones apresuradas, y sólo viste la situación con la capa de verdad más clara. Los niños pequeños pueden hacer esto con facilidad. Si le preguntas a un niño de tres años si le gusta el brócoli, te dará un sí o un no como respuesta y punto. No perderán tiempo explicando por qué, justificándose o intentando convencerte de la validez de su opinión. Sólo te responderán y seguirán con otra cosa. Con la edad hacemos la vida cada vez más complicada y perdemos contacto con la simplicidad que teníamos en nuestra niñez.
Hay una historia sobre el gran Kabbalista el Baal Shem Tov, que ilustra cómo la simplicidad puede cambiar hasta lo incambiable. Un año, en Yom Kipur, el Baal Shem Tov sintió mucha negatividad que quería provocar enorme destrucción y caos en el mundo. Hasta en la última conexión, cuando todas las puertas de los Mundos Superiores deberían estar abiertas, todos meditaron y oraron con toda su fuerza para despertar misericordia para el mundo. Pero las puertas seguían cerradas, incluso para el Baal Shem Tov.
"La verdad es simple. La Luz es simple."
Dentro de la multitud había un niñito que no sabía orar. El niño sólo quería una cosa: ayudar al Baal Shem Tov en su misión. En un momento en el que todos estaban haciendo su conexión, el niño estaba tan abrumado por el deseo que sacó un silbato de su bolsillo y lo sopló con toda su fuerza. El ruido fue tan fuerte que interrumpió la meditación de todos. Mientras se reunían para amonestar al niño, el Baal Shem Tov anunció de pronto que la negatividad había sido eliminada exitosamente. El niñito, con su deseo simple de conectarse y ayudar, cruzó las puertas que hasta el momento habían estado firmemente bloqueadas.
Que el Arí haya decidido dejar esto claro al inicio del estudio y no después es una señal de la importancia de esta lección.
Es un poco paradójica la naturaleza profunda de la simplicidad. La verdad es simple. La Luz es simple.
Mientras más abordemos la vida y nuestro trabajo espiritual de ese modo cada día, más nos acercaremos a la perfección de nuestra alma.