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Batya Solomon
Julio 15, 2019
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 Hace poco le pedí a mi hija que me acompañara a un evento social mientras pasaba tiempo en casa de vacaciones de la universidad. Ella aceptó acompañarme. No pude evitar notar que lo pensó dos veces porque, mientras nos alistábamos para salir de casa, ella se aseguró de mencionarme que de verdad no tenía ganas de ir. Lo estaba haciendo por mí.

“Gracias”, le contesté.

"El amor es una decisión que ejerces con tus acciones".

Esta respuesta no la satisfizo. Así que reiteró que no tenía deseos de ir. Una vez más, le contesté con un simple “Gracias”.

Para cerciorarse de que yo estuviera al tanto de su opinión, añadió: “Si sabes que no quiero ir y que solo lo hago por ti, ¿no te molesta?”.

“Desde luego que no”.

“¿Por qué no?”.

“Porque te estoy ayudando a desarrollar los músculos de las relaciones”.

“¿Los qué?”.

“Necesitarás fortaleza mental para concentrarte en alcanzar tus metas espirituales, así como tus metas escolares, profesionales, maritales, de relaciones personales y crianza de tus hijos; todo lo que necesitarás para una vida exitosa”.

“¡¿Qué?! No entiendo. ¿Qué tiene que ver acompañarte a un evento al que no quiero asistir con todo lo que mencionaste?”.

“Pues, cariño, puede que esto te sorprenda, pero ¿crees que yo de verdad quise dejar de dormir noches completas por siete años? Sabes cuánto me encanta dormir. Me levantaba cada vez que tú o tus hermanos lloraban de noche. ¿Crees que estaba muy emocionada por darles todo mi tiempo y energía cuando estaba exhausta o no me sentía bien o simplemente quería tiempo a solas? No. Yo te puse por encima de mis necesidades. Y es una decisión que tomé constantemente. La razón por la que lo hice no es porque yo sea una mártir, sino porque estaba y estoy involucrada en esta relación. Te elijo a ti porque mi decisión de invertir en nuestra relación me da plenitud a largo plazo. La plenitud no se desarrolla por sí sola. Amarte es mi decisión. De hecho, escoger el amor por encima de la comodidad es la decisión más sabia y más difícil que cualquiera puede tomar… ¡y vale mucho la pena!”.

Aunque ella estaba un poco molesta porque no había ganado en nuestra conversación ingeniosa, me abrazó y me agradeció por quererla; lo cual, dicho sea de paso, sumó a mi plenitud a largo plazo.

Tenemos que ejercitar la mentalidad de autosacrificio al igual que a un músculo. Cuanto más la usemos, más fuertes nos volvemos. Cuanto más vivamos en el estado llamado “amor”, más podremos mejorar la calidad de nuestra vida.

El amor no es una emoción que sientes cuando te sientes atraído por alguien. Eso se llama “capricho” y usualmente tiene una existencia temporal.

El amor es una decisión que ejerces con tus acciones. Desarrollas el amor al igual que un músculo. Sabes que estás ejercitando tu músculo del amor cuando tu conciencia corpórea quiere hacer lo que le plazca a fin de obtener energía instantánea, y en lugar de ello es doblegada por tu músculo del amor que decide compartir.

Suele ser incómodo o de plano doloroso el momento de superar nuestra programación robótica del “Deseo de Recibir para Sí Mismo” que todos tenemos en nuestro interior. Pero no dejes que eso te detenga. Un pinchazo ahora vale la felicidad que se construye gracias a él. El matrimonio requiere muchísimo ejercicio del músculo del amor para que pueda funcionar. Ser padres mucho más todavía. ¿Quieres desarrollar una carrera muy exitosa? Probablemente implique trabajar más de 40 horas a la semana. Si quieres lograrlo, sabes que tendrás que hacer sacrificios para alcanzar tu plenitud en el trabajo, al igual que en el amor.

¿Quieres un promedio de notas alto? Dedica tu tiempo “libre” a ir a la biblioteca o leer libros en casa en lugar de salir con tus amigos cada vez que desees. Sé que suena desalentador, pero, lo creas o no, es así como desarrollas una autoestima alta y también relaciones satisfactorias y duraderas.

Mi consejo para todos los padres: nunca es demasiado temprano para enseñarles a sus hijos las leyes espirituales de la vida.

"Nunca es demasiado temprano para enseñarles a sus hijos las leyes espirituales de la vida".

Cuando mis hijos eran pequeños, solía leerles cuentos antes de que se durmieran.

Uno de nuestros favoritos era una fábula llamada “La gallinita roja”.

En la fábula, la gallinita roja encuentra un grano de trigo y pide ayuda a tres otros animales de la granja —un pato, un perro y una cabra— para sembrar la semilla para cosechar trigo y poder hacer pan; pero todos dicen que no.

En cada fase posterior (la cosecha, la trilla, la molturación para convertir el trigo en harina, y luego hornear la harina y convertirla en pan), la gallinita vuelve a pedir ayuda a otros animales, pero, de nuevo, no recibe ninguna ayuda.

Finalmente, la gallinita completa su tarea y pregunta quién la ayudaría a comer el pan. Esta vez, todos los que no quisieron participar estaban muy dispuestos a ser voluntarios, pero ella rehúsa diciendo que nadie la había ayudado con el trabajo. Entonces, la gallinita come el pan con sus polluelos y no deja para nadie más.

Nunca es demasiado tarde o demasiado temprano para aprender las reglas de la plenitud mediante el sistema de causa y efecto.

Desarrollar conexión en las relaciones implica una inversión a largo plazo. La plenitud exige un proceso obligatorio de esfuerzo constante. Otro ingrediente clave es hacerlo con amor.

Todo se reduce a esos momentos en los que quizá no tengas deseos de salir de tu marco para compartir con un ser querido… pero lo haces de todas maneras. Esta es una de las formas esenciales en las cuales desarrollamos nuestros “músculos del amor”. Es bueno para tus seres queridos y, más importante todavía, es beneficioso para ti.

La calidad de las relaciones fundamentales como el matrimonio o la paternidad depende de el desarrollo de nuestros “músculos del amor”, la capacidad de doblegar nuestros deseos egoístas para poner primero a alguien más. Esto es lo que nos ayuda a sentirnos conectados con nuestro valor interior y a desarrollar relaciones duraderas y significativas con todos los demás. Si solo hiciésemos lo que queremos hacer cuando queremos hacerlo, no desarrollaríamos la capacidad de sentirnos conectados interiormente, no podríamos mantener relaciones sanas a largo plazo; lo cual abre la puerta a muchos otros problemas, pero, sobre todo, a la tristeza. Cada decisión que tomamos tiene una consecuencia, incluso si pensamos que no es trascendental. La ley espiritual de causa y efecto se ocupará de ello.

En resumen:

Compartir consciente constante
+ Tiempo
+ Paciencia
+ Amor________
Una vida plena

¿Vale la pena? Saca la cuenta.


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