Este artículo fue publicado originalmente en 2019.
Hay un aprendizaje en la porción de Vayeshev sobre entender que nada nunca nos sucede; incluso lo más terrible que alguien pueda hacernos en realidad viene directamente del Creador. Y una vez que reconocemos esto, podemos traer milagros a nuestra vida porque, mientras culpemos a otra persona por las cosas que nos ha hecho en lugar de ver de inmediato que vienen directamente de la Luz del Creador, nos estamos cerrando a recibir los milagros.
“Podemos traer milagros a nuestra vida”.
Cuando observamos la historia en Vayeshev, Yosef pudo haber tenido una larga lista de personas a quienes culpar. Sus hermanos intentaron matarlo y lo vendieron como esclavo, la esposa de Potifar trató de seducirlo y, cuando él no cedió, lo acusó de violación y fue encarcelado. Luego, cuando estaba en la cárcel, le pidió ayuda al copero,y está escrito que él se olvidó de Yosef.
¿Por qué Yosef tuvo que pasar por todo esto? Porque mientras él culpara a los demás, no podía convertirse en Yosef HaTzadik, un canal para mucha Luz y milagros en este mundo. Por ello, la razón por la que Yosef tuvo que pasar por este proceso fue para eliminar cualquier sentimiento en el que se considerara víctima. Después de haber sido vendido por sus hermanos, después de casi haber sido asesinado por sus hermanos, después de haber sido acusado falsamente y haber estado en la cárcel, él pudo haber culpado a todos ellos. En su lugar, Yosef pudo comprender que todo venía directamente de la Luz del Creador.
“Esto viene hacia nosotros por parte del Creador así que es por nuestro bien”.
Hay una historia del Rey David en el segundo Libro de Samuel, capítulo 16, que aclara más esta enseñanza:
El hijo del Rey David, Absalón, se puso en contra de él y decidió que iba a convertirse en rey. Hubo una rebelión y el Rey David fue forzado a huir con sus soldados. Él huyó a Bajurín, y cuando llegó ahí, Shiméi ben Guerá, un pariente del Rey Shaúl, salió y no solo comenzó a maldecir al Rey David, sino que también le arrojó piedras a él y a todos los soldados que lo rodeaban. Luego Shiméi ben Guerá le preguntó al Rey David: “¿Por qué te está ocurriendo esto? ¿Por qué tu hijo trata de matarte? ¿Por qué tienes que huir por tu vida? Porque tú echaste al Rey Shaúl fuera del reino. Por ello estás siendo castigado por Dios por todas las cosas terribles y negativas que has hecho. El Creador va a darle tu reino a tu hijo Absalón, y la razón de esto es porque tú eres una mala persona, un asesino”.
Uno de los soldados del Rey David, Abishái ben Zeruiá, escuchó esto y le preguntó: “¿Por qué usted le permite al perro muerto (refiriéndose a Shiméi ben Guerá) que se comporte así, que le hable así, que le haga esto a usted? Permítame ir y le arrancaré la cabeza”. “Malinterpretas todo esto. Él me está maldiciendo y haciéndome esto porque, ki HaShem amar lo kalel, el Creador le dijo que lo hiciera. Y entonces, si el Creador le dijo que lo hiciera, ¿cómo podemos culparlo? ¿Cómo podemos estar molestos con él? ¿Cómo podemos siquiera querer hacerle daño?”.
Esta es una frase asombrosa que espero que podamos recordar a lo largo de nuestra vida: ki HaShem amar lo kalel, “el Creador se lo dijo”. El Rey David entendía que todo proviene de la Luz del Creador, y que el Creador le dijo a Shiméi ben Guerá que lo maldijera. El Rey David realizó muchas grandes acciones espirituales en su vida y reveló una Luz colosal. Sin embargo, en el Midrash dice que no fue sino hasta el momento en el que el Rey David dijo: “ki HaShem amar lo kalel, el Creador lo está enviando a hacerme esto”, que él se convirtió en el gran canal para la Luz y alcanzó su propósito en este mundo.
Por lo tanto, no podemos alcanzar el propósito para el que vinimos a este mundo, no importa cuánta Luz revelemos o cuántas cosas grandiosas hagamos, sino hasta que alcancemos el nivel de ki HaShem amar lo kalel, sabiendo que el Creador está enviando a la persona o la situación a nosotros, y que no hay nadie más a quien culpar porque esto viene hacia nosotros por parte del Creador así que es por nuestro bien. Y cuando lleguemos a ese punto, no solo podremos alcanzar el propósito por el que vinimos a este mundo, sino también nos abriremos a los milagros. Mientras culpemos a otra persona por algo que nos ocurra, no podemos ser capaces de atraer milagros a nuestra vida o este mundo.
Muchos de nosotros conocemos este concepto, pero no lo estamos viviendo genuinamente. Podemos comenzar a trabajar en ello la próxima vez que alguien nos diga algo malo al apartar cualquier pensamiento de victimismo o rabia por el daño que está haciendo la otra persona, y más bien recordar estas palabras: ki HaShem amar lo kalel, esto proviene directamente del Creador. Y si lo hacemos de manera constante, a la larga podremos crecer y alcanzar el nivel más elevado que el Rey David alcanzó y abrirnos para atraer milagros ilimitados.