Las investigaciones demuestran que estamos programados para ayudar a otras personas. En estudios del comportamiento se ha observado que tanto los bebés como los chimpancés ayudarán a otros sin que se les indique que deban hacerlo, aun si implica algún tipo de dificultad.
Los bebés en dichos estudios eran muy jóvenes para actuar bajo un sentido de responsabilidad, y tampoco fue necesario el uso de recompensa. Los bebés y los chimpancés parecían motivados por el deseo de aliviar el sufrimiento de los demás.
Pero a medida que envejecemos es menos probable que compartamos, no porque nuestro primer impulso cambie con los años, sino porque escogemos no actuar conforme a él. Aún deseamos ayudar a otras personas, pero sentimos incomodidad y escogemos no hacerlo. O nos preocupamos por lo que los demás puedan pensar de nosotros, quizá cuestionando nuestras intenciones. Estos sentimientos pueden enturbiar profundamente nuestro deseo de ayudar, tanto que cuando salimos de nuestra comodidad para compartir con otras personas, el acto carece de alegría.
Los kabbalistas enseñan que ayudar a otras personas, mostrar bondad y compasión, y compartir desinteresadamente conducen a la transformación espiritual, además de ser lo correcto. Así que damos cuando podemos. Sea cómodo o no, a menudo sonreímos y fingimos que nos sentimos felices al hacerlo. De lo que no nos damos cuenta a menudo es que el espíritu con el que compartimos es tan importante como el acto de compartir en sí. Si no estamos compartiendo con un corazón abierto estamos reduciendo la Luz que esa acción canaliza al mundo.
Los estudiantes de Kabbalah a menudo confunden el compartir y la bondad como si fueran lo mismo. En realidad, son muy diferentes. Es completamente posible dar a otras personas y carecer del deseo básico de compartir con ellos. La bondad se mide por la apertura con la que compartes, si lo haces con alegría y disposición, sin pensar en los obstáculos que quizá tengas que superar para hacerlo. Esta es una de las metas de nuestro trabajo espiritual.
Si simplemente calculamos nuestro progreso espiritual conforme a si estamos compartiendo y dando más, nuestro barómetro está apagado, porque esas acciones pueden ocurrir sin ningún cambio interno. Los kabbalistas enseñan que el propósito de la vida es transformar nuestro Deseo de Recibir en Deseo de Compartir. El verdadero compartir ocurre cuando no dudas en ayudar a un amigo enfermo con sus quehaceres o asistir a un compañero que tiene más trabajo del que puede manejar. Lo hacemos con alegría porque estamos emocionados por la oportunidad de ayudar a otras personas. Ni siquiera lo vemos como trabajo espiritual, sino como una bendición. La actitud hace toda la diferencia.
Tu actitud define la bondad con la que das. ¿Qué significa la bondad verdadera? Michael Berg dice: “Significa que por naturaleza, cuando debes elegir entre cerrar tu puño o abrir la mano, tu deseo es abrir la mano y ayudar”. También agrega: “El Zóhar dice que no hay nada peor que alguien que no desea seguir abriendo sus manos para dar y más bien cierra su puño; dice que no hay aspecto más grande de la personalidad y la vida de un individuo que disminuya y entorpezca la entrada de Luz y la llegada de bendiciones duraderas como alguien cerrado a su deseo de dar”.
Sé el tipo de persona que no se detiene después de decir: “Avísame si hay algo que pueda hacer para ayudar”. Sé una persona que encuentre una manera de ayudar y lo haga sin dudar y con un corazón alegre. Intenta ver las oportunidades para compartir como bendiciones. Michael Berg dice: “Al final, debemos llegar al punto en el que de todos los momentos del día en el que debamos escoger entre abrir o cerrar, abramos nuestra mano, nuestro corazón y nuestra mente”.
Con el tiempo, el acto de compartir se volverá tan natural que no lo sentirás como una obligación en lo absoluto.