El mundo natural nunca deja de responder a los estímulos externos que recibe de la posición del sol y en consecuencia experimentamos las estaciones. Los árboles han perdido sus hojas en el otoño y el invierno parece saber exactamente cuándo desatar nuevas descargas de verde cada primavera. Ellos no esperan simplemente por un día en específico. Si ese fuera el caso, todos los árboles abrirían los brotes de sus hojas al mismo tiempo. Los árboles caducifolios experimentan el frío del invierno durante un largo periodo de tiempo, seguido por el calor antes de que florezcan. Estos estímulos externos disparan una respuesta psicológica interna que resulta en un verde que disfrutamos cada verano. La Kabbalah enseña que el proceso interno de nuestra transformación no es muy diferente a esto.
Cada día experimentamos cosas que están simplemente fuera de nuestro control, algunas positivas, otras negativas. Sin que esto importe, el mundo externo juega una parte integral en despertar nuestra Luz interna para que cada uno de nosotros alcance su potencial más alto.
Los kabbalistas enseñan que cada uno de nosotros estamos en la cúspide de dos fuerzas muy poderosas. Las fuerzas del bien, de compartir y del positivismo nos alientan a transformarnos continuamente para llegar a la versión de nosotros mismos que está conectada y es amorosa. Todo esto mientras la fuerza negativa del egoísmo nos empuja a recibir y actuar por gratificación inmediata para poder alcanzar la satisfacción temporal. Estas fuerzas tanto positivas como negativas nos empujan constantemente en direcciones opuestas.
Imagina que estás en un evento social hablando cuando alguien comienza a chismear sobre un conocido tuyo. Esta situación externa te coloca entre dos fuerzas invisibles. Puedes defender a la pobre alma al irte del grupo, defenderlo hablando en su nombre, o puedes quedarte. Ya sea que elijas permanecer callado o unirte a la conversación estás realizando una acción negativa que impacta la vida de aquellos que están presentes y ausentes. El sujeto del chisme tiene su reputación manchada y aquellos que están presentes se han ido pensando de manera negativa o pensando mentiras acerca de la persona en cuestión.
El bien inherente de la Luz y el rol que juega en nuestro desarrollo espiritual es obvio. Sin embargo, la fuerza negativa es igual de vital para nuestro crecimiento. "Porque de la fuerza negativa tenemos la oportunidad de escoger la dirección de nuestra vida en cada momento", dice Michael Berg. "Recuerda: las decisiones son lo que hacen posible que nos ganemos la beneficencia del Creador. Sin la elección, es imposible la satisfacción duradera".
Las oportunidades que tenemos de tomar decisiones de vida se nos presentan a diario. Cómo respondemos a estos eventos externos tiene el potencial de cambiarnos de formas significantes. No sólo que nuestras elecciones impactan la vida de otros y por ello, al mundo como un todo. Por ejemplo, darle a un amigo dinero para una taza de café podría animarlo a ser más generoso con otros en el futuro. Puede que nunca sepamos el resultado de nuestras acciones. Sin embargo, cada efecto comienza con una causa.
Nuestras acciones negativas crean ondas que afectan las vidas de otros, así como nuestras acciones positivas. No importa lo insignificantes que parezcan nuestras acciones, éstas tienen el poder de influenciar el estado espiritual del mundo. El principio kabbalístico sigue siendo cierto: lo externo despierta lo interno. Es nuestro trabajo aplicar la resistencia cuando enfrentamos la negatividad y tomar mejores decisiones. Así es como fomentamos el cambio. "Resistir nuestra naturaleza arrogante en la vida diaria", dice Michael Berg, "es un acto externo que despierta nuestro propio potencial interno, y también el de todos los demás".
Todo el punto de transformarse es convertirse en una persona más amable y compartir y fortalecer nuestra conexión con el Creador. El primer paso es comenzar a tomar mejores decisiones. Cada evento en nuestra vida presenta la oportunidad de afectar nuestra transformación interna. Cuando nos damos cuenta de que lo externo puede despertar a lo interno no sólo podemos cambiarnos a nosotros mismos, sino a todo el mundo.