En el inicio de la porción Tsav hay una discusión interesante. Comienza con: “El Creador habló a Moshé, diciendo: ‘Ordena a Aharón y a sus hijos, diciendo: Esta es la ley del holocausto…’”. Aquí el Creador explica el trabajo que los sacerdotes, los cohanim, tenían que hacer cada mañana en el Mishkán. El altar tenía una llama que siempre estaba encendida, y durante la noche quemaba todos los sacrificios que habían sido llevados. En la mañana, el sacerdote se vestía con una túnica especial, iba al altar y tomaba cierta cantidad de cenizas para luego quemarlas, así las convertía en sacrificio. Claramente, este trabajo no consistía en la eliminación de desechos, entonces, ¿cuál era el fin de esta acción y qué debemos aprender de ella?
"Una de las ilusiones más grandes en las que caemos es la idea de separación."
Mi padre, Rav Berg, solía hablar del hecho de que todo lo que vemos es una ilusión. Una de las ilusiones más grandes en las que caemos es la idea de separación. Por ejemplo, nos comparamos con gigantes espirituales como Rav Shimón bar Yojái y Rav Áshlag, y creemos que estamos separados de ellos. Esto también lo hacemos en nuestra vida, ya que hay momentos en los que nos sentimos elevados y conectados, y momentos en los que nos sentimos debilitados y degradados. Creemos que son cosas separadas. Sin embargo, todos esos pensamientos de separación y diferenciación entre nuestra situación actual y la situación en la que estábamos o estaremos, y entre nuestra situación y la situación de los demás, en realidad disminuye el trabajo que hacemos. Todos esos pensamientos son una ilusión total.
En el Tabernáculo había varios niveles de sacrificios que una persona podía realizar según lo que podían permitirse. La manera errónea de entender esto era que entre más llevara una persona, más conectada se volvería y más Luz podría revelar. No obstante, esto era una ilusión, y es la razón por la que el Creador le dijo al sacerdote que cada mañana lo más importante que primero debía hacerse era tomar las cenizas del altar y convertirlas en sacrificio. A nuestros ojos, vemos las cenizas como algo mínimo y los sacrificios más caros como más elevados. El Creador nos muestra con esta elevación de las cenizas que ese sacrificio revela tanta Luz como todos los demás desafíos que en nuestro mundo ilusorio parecen ser de mejor calidad. Cada ofrenda revela tanta Luz como las demás.
"Todos podemos revelar gran cantidad de Luz."
Esto lo llevamos a nuestra vida, porque creer en la separación influye en nosotros. Menospreciamos nuestro propio trabajo cuando pensamos, consciente o inconscientemente, que algunos días estamos menos conectados o inspirados, que por eso nuestro trabajo no revelará tanta Luz y, por ende, pensamos que podemos hacerlo con menos esfuerzo. Pero eso no es cierto, así pues, cuando el Lado Negativo trata de meterse en nuestra cabeza y decirnos que nuestra conexión será minimizada y la cantidad de esfuerzo que podemos invertir puede ser menos, necesitamos recordar que es una ilusión. Así como no existen sacrificios elevados ni sacrificios inferiores, la Luz puede ser revelada en cualquier momento; incluso desde el estado menos elevado.
Los kabbalistas suelen enseñar algo que el Zóhar también deja claro: lo primero que hacemos en la mañana es la acción más importante, porque influirá en todo nuestro día. Y tal y como nos muestra la porción Tsav, lo primero que hacía en la mañana el alma más elevada, el sacerdote, era elevar las cenizas y sacrificarlas como un modo de demostrar que la diferencia de niveles solo es ilusoria. No importa cuál sea nuestra situación ni lo que hagamos, en cualquier momento todos podemos revelar tanta Luz como el alma más grande en su momento de más elevación. Cuando nos sintamos en una situación inferior, y aunque esa sensación de reducción quiera permitir que minimicemos nuestras acciones, necesitamos recordar esta enseñanza de la elevación de las cenizas.