La palabra “mandamiento” tiene una fuerza reverberante. Una persona que manda es alguien que tiene una posición de poder, a veces excesivo, sobre otros. Podríamos imaginarnos a un implacable general del ejército, a un dictador, a un director general de una empresa de la lista Fortune 500 o a un rígido jefe policial. Cuando alguien está al mando, da órdenes a otros. A aquellos que son “mandados” les toca pasar por una dura realidad: que los manden y que se abuse de ellos, ellos desarrollan una sensación de que no tienen libre albedrío. En la mayoría de los casos, la palabra “mandamiento” no es tomada a la ligera y, por lo general, preferimos no ser descritos como mandón o mandado, ¿verdad?
Sin embargo, en la porción de Tsav de la Torá (Tsav significa “mandamiento”) se nos desafía a entender cómo la acción de “MANDAMIENTO” puede ser un concepto espiritual. En la porción está incluida la historia bíblica de todos los mandamientos que le fueron dados a Aarón y a sus hijos. Por eso los kabbalistas enseñan que de esta porción proviene la malinterpretación de los 10 Enunciados, que se convirtieron en mandamientos. Piensa por un momento, nosotros que estamos estudiando para ser personas espirituales, para ver nuestra negatividad, para trabajar en nosotros, cambiar y transformar nuestra negatividad, ¿se supone que debemos prestarle atención a estos mandamientos? ¿Y hacerlo de manera tan ciega? ¿Cómo puede esto tener sentido? Intentemos entender nuestra verdadera lección espiritual.
En la porción de Tsav leemos sobre una cantidad sin fin de sacrificios que se hacían, estos sacrificios se explican y dan según su tipo. Los sacrificios dependían del tipo de persona. Por ejemplo si la persona era rica o pobre se le pedía un sacrificio específico. Rav Berg nos enseña que en esta porción, Tsav no significa “mandamiento”. De hecho, Rav Berg cuestiona y nos hace preguntarnos: ¿Qué clase de Dios nos pediría cumplir estos mandamientos?
Rav Berg continúa y revela los secretos de esta porción, “La única manera en la que podríamos creer que Dios nos estaba mandando es si nosotros fuésemos a interpretar estos mandamientos en un aspecto religioso. En ese caso, una persona podría pensar que lo único de lo que necesita preocuparse es de su relación con Dios. Eso significa que una persona haría cosas ciegamente porque cree que así fue como Dios lo ordenó. Sentiría miedo y, por eso, no pensaría en sus acciones y heriría a otros. No entendió que, espiritualmente, hay una parte de Dios en las demás personas ni la idea de tratar a alguien con dignidad humana”.
Rav Berg también nos enseña que “poner la idea de Dios delante de los demás en lugar de poner a Dios DENTRO de los demás se llama ADORACIÓN DE ÍDOLOS”. La adoración de ídolos puede aparecer en nuestra vida de 3 maneras:
1. Cuando estás ocupado con cosas que no tienen valor.
2. Cuando estás involucrado en cosas que tienen valor y significado, pero no para ti. Pierdes tu claridad y no inyectas conciencia en tus palabras ni en tus acciones.
3. Estás en este mundo, pero has perdido completamente tus ganas y deseo de cambiar o mejorar tu vida.
El poder de esta porción es que nos da la medicina, la cura, para entender verdaderamente que los mandamientos no son mandamientos como tal, sino una oportunidad para ver cómo la Luz del Creador habita en los demás. Vemos los momentos de nuestra vida en los que nos hemos desconectado por culpa de la adoración de ídolos. Entre más revelemos, podremos transformar más negatividad en Luz.