¿De dónde proviene tu deseo? Nuestro deseo puede ser encendido por todo tipo de influencias externas. Acabas de ver un comercial de una cadena de comida rápida y ahora anhelas una hamburguesa. Tu amiga viste a la moda y ahora sientes que necesitas dirigirte al centro comercial. Estos tipos de deseo pueden acercarse sigilosamente a nosotros guiados por algo interno o externo. La mayoría de las veces no estamos conscientes de qué influencia nuestro deseo. A veces ni siquiera notamos el deseo en sí; simplemente actuamos. Puede que esto tenga pequeñas consecuencias en relación a los deseos no espirituales, sin embargo, cuando deseamos algo de naturaleza espiritual, no sólo es la acción la que mejora nuestra conexión con la Luz, es la conciencia detrás de dicha acción.
Puede que recuerdes una época en la que sentiste la necesidad de meditar o de hablar con el Creador. Quizás no ubicabas una razón del por qué; sólo sabías que sentías el llamado de acercarte al Creador. En un momento así, tenemos la oportunidad de traer más Luz al mundo. Por supuesto, deberíamos actuar ante la urgencia de conectar con el Creador, pero el acto no termina con la oración.
A diferencia del antojo por una hamburguesa o un nuevo par de jeans, el deseo espiritual es plantado en nuestro corazón y mente por el Creador. La urgencia por leer el Zóhar, escanear las oraciones en hebreo o cantar en voz alta es algo hermoso que deberíamos acoger. Sin embargo, limitamos la cantidad de Luz con la que conectamos y que atraemos al mundo cuando no estamos conscientes del origen de este deseo. Nos corresponde a nosotros ir un paso más adelante y reconocer que el deseo de estar más cerca del Creador es un resultado directo de Su presencia. El Zóhar nos dice que el Creador se revela ante nosotros en una relación directamente proporcional a cuán conscientes somos de que el Creador está siendo revelado ante nosotros. Lo anterior significa que al fallar en entender el rol que juega el Creador en nuestra vida, limitamos nuestra relación con Él.
Luego de que se despierta un deseo espiritual dentro de nosotros, tenemos la oportunidad de actuar. La acción (en la mayoría de los casos) lleva a la satisfacción de ese deseo. Muchos se detienen en este punto, pero existe un paso crucial más que debemos tomar, y es estar conscientes de que el deseo inicial fue despertado por el Creador. Muchos de nosotros nos saltamos este paso. Nos sentimos tan satisfechos en el momento con la conexión que creamos que no volvemos a pensar en ello.
La clave para vencer esta única limitación es ver más allá de nuestras acciones basadas en el ego, ver más allá de nosotros mismos y reconocer al Creador en todas las cosas.
¿Cómo hacemos esto? ¡Practicando! El Creador está en todas las cosas; es nuestra decisión buscarlo. Lo anterior requiere un cambio de conciencia. Michael Berg dice: “Si realmente creemos que el Creador se nos revela en este momento, el Creador se revelará ante nosotros justo ahora”.
El Creador se revela ante nosotros cada día. Aprende a reconocerlo comenzando con las pequeñas cosas: sal a caminar y observa todo lo que te rodea, nota al Creador en la naturaleza a tu alrededor o en la sonrisa de la persona que pasa a tu lado. Utiliza esta misma técnica con ideas cada vez mayores, como las oportunidades que surgen o la alegría que sientes al recibir un mensaje de un amigo. Puede que así comiences a ver al Creador en tus pensamientos y deseos también. El Creador se encuentra en todas estas cosas. “al final” dice Michael Berg, “cuando ya no dudemos de si estamos viendo la mano del Creador o no, cuando reconozcamos que absolutamente todo pensamiento de naturaleza espiritual es una revelación directa del Creador, comenzaremos a elevarnos hasta el nivel de los profetas”. Con la práctica, ver la mano del Creador en todo lo que está a tu alrededor se convierte en tu segunda naturaleza, un hábito que trae más Luz a tu vida y al mundo.