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El camino hacia el caos o la espiritualidad

Rav Berg
Diciembre 28, 2016
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La palabra espiritualidad tiene muchos entendimientos y significados para la gente. Un entendimiento kabbalístico sobre la espiritualidad lleva nuestra atención a la idea de activar la “naturaleza del Creador” que está dentro de cada ser humano para superar nuestro ego y alcanzar nuestro potencial. Al elevar nuestra conciencia y emular las características del Creador podemos evitar el caos y tener una vida de plenitud duradera.


El título de esta historia seguramente le parece confuso al lector. ¿Qué conexión tiene la espiritualidad con el caos? ¿Esta relación indica que si una persona es espiritual, entonces puede asumir que su vida estará libre del dolor y el sufrimiento que forman parte del caos? Desafortunadamente, la realidad de la vida no corrobora esta suposición. El caos parece afectar indiscriminadamente, sin tomar en cuenta el estado espiritual de una persona.

Por eso me gustaría hablar del concepto de espiritualidad en sí mismo. Para algunas personas, alguien que está en un camino espiritual está buscando el significado de la vida o explora las maneras de convertirse en una mejor persona. Para otras, seguir el camino espiritual implica investigar el plano de existencia metafísico, no corpóreo.

Al tomar todo en consideración, la espiritualidad se refiere y está relacionada con el mundo de la metafísica. La palabra “espíritu” en sí es un concepto usado de tantas maneras que sería absurdo limitar sus connotaciones. Los siguientes ejemplos muestran la dificultad de determinar lo que “espíritu” o “espiritualidad” significan: “Levantar el espíritu”, suele significar que la persona cobra ánimos y vigor; “El espíritu de San Luís”, el nombre del aeroplano en el que Charles Lindbergh cruzó el Atlántico, debía motivar un sentido de aventura en todos nosotros. Y la religión transmite la idea de que la espiritualidad puede llevar a una persona a ser mejor.

Estos son sólo unos pocos ejemplos. Tienen algo en común: la idea de “espíritu” no se refiere a algo material. Compárelo con tener que definir sabiduría. La respuesta es que una persona sabia tiene sabiduría, pero no se explica claramente lo que significa “sabiduría”.

BUSCA EL NIVEL DE LA SEMILLA

Aunque todos usemos este concepto comúnmente aceptado, “espiritualidad”, su aplicación no define exclusivamente su significado. Con sólo revisar el diccionario notamos cuán general es nuestro entendimiento sobre espiritualidad. Para llevar este dilema al extremo, también nos topamos con el término “espíritu de sal”, el nombre comercial del ácido clorhídrico, y “espíritu de vino” para referirnos a un derivado alcohólico. Entonces, ¿a dónde nos lleva todo esto? Nos guía hacia la necesidad de buscar el nivel de la semilla de las cosas que nos rodean y a no quedar atrapados en el laberinto de sus ramas.

Una vez que hayamos determinado un verdadero entendimiento de las cosas en su fuente, podemos comenzar a distinguir a los árboles de los bosques. Esta siempre ha sido la regla principal que aprendemos en la Kabbalah: sin una comprensión adecuada del lugar de donde vienen las cosas, nuestras esperanzas y resolución de problemas están tan distantes de nosotros tanto como el Sol de la Tierra. Cortar las ramas no puede resolver el problema desde la raíz. En mi humilde opinión, esta ha sido la mayor contribución de la Kabbalah a la humanidad en nuestro deseo por eliminar el caos de nuestro entorno.

Debido a que desde muy temprana edad hemos sido programados para lidiar con los síntomas observables de las enfermedades de la sociedad, apenas resolvemos un aspecto del problema del caos, nos enfrentamos a un remplazo. Este proceso infinito no parece cambiar.

Esto puede ocurrir por una de dos razones. En primer lugar, están los problemas que se presentan con menor resistencia. Esperamos y creemos que eliminar un problema tras otro nos dará una vida libre de caos. Esto, hasta el momento, no ha ocurrido así.

El segundo problema —por mucho el más peligroso y que nos lleva a nuestro estado anestésico de sueño— es que en nuestra evaluación de cualquier forma de caos, el lugar adecuado para iniciar nuestra investigación debe ser sólo en su conciencia o nivel inmaterial.

EL PLANO INMATERIAL

Al escribir esta increíble afirmación puedo escuchar a los lectores decir: “¿De qué otra manera analizaremos el caos que nos rodea, si no lo hacemos a nivel racional?”. ¿Por qué estoy considerando un nivel nuevo y completamente diferente de la observación del caos que va más allá del panorama material conocido? Y luego (los estoy escuchando), afirmo que aquellos que están atascados en el plano físico y material están anestesiados y en un estado de sueño.

La investigación en el plano material, ustedes —mis lectores— afirman, ahora es dinámica y productiva, y que muchas cosas buenas han surgido de cada proyecto científico. ¿Por qué ignoro los progresos logrados en este fascinante siglo nuestro? O quizá hasta sueno negativo cuando digo que todos hemos sido adormentados y se nos evita percibir el panorama completo. La verdad de este asunto kabbalístico es que no niego ni desestimo los logros que de los cuales la humanidad tuvo el privilegio de beneficiarse en este siglo que ha pasado. Sin embargo, lo que quiero resaltar es que si no nos enfocamos más en el reino incorpóreo e inmaterial, constantemente estaremos sujetos al caos en nuestra vida.

Por ejemplo, en nuestra vida ciertamente hemos obtenido algunos beneficios reales, como los progresos médicos. Pero no debemos olvidar que, aun así, aparecen nuevos problemas caóticos de salud. Por ejemplo, el cáncer de mama afecta a más mujeres que nunca antes. Mientras que los oncólogos han estado trabajando con un impulso frenético por detener la propagación de la plaga, las nuevas estadísticas indican que una de cada de tres mujeres tendrá cáncer de mama, una enfermedad de verdaderas proporciones epidémicas.

Atacar esta plaga ha resultado en algunos remedios terapéuticos, pero eso no ha reducido su incidencia. Por el contrario, lo que vemos en nuestros tiempos de enorme progreso es un aumento en el cáncer de mama, con poco conocimiento sobre su prevención.

4.000 AÑOS DE HISTORIA

La razón es que no estamos explorando el plano inmaterial no observable de esta enfermedad. La información kabbalística, aunque aún no está científicamente probada, habla de este plano. Y si bien la información puede parecer tan excéntrica que provoque su desestimación y rechazo absoluto, el sistema médico haría bien en prestarle atención a contenido con más de 4.000 años.

Sin ningún sustento ni experiencia clínica para verificar las afirmaciones de la Kabbalah sobre los senos, un aspecto que surge es que amamantar tiene un efecto extremadamente benéfico sobre ellos. Rav Yitsjak Luria presenta un extenso discurso sobre el tema. El punto al que quiero llegar es que los científicos han negado por mucho tiempo la relación entre el nacimiento, el amamantamiento y la incidencia de cáncer de mama.

Aunque la ciencia ha descubierto una conexión entre amamantar y el cáncer de mama, esta relación es ignorada. Este es el tema que estoy presentando en este artículo. No podemos simplemente erradicar el caos de nuestra vida mientras ignoremos y no tratemos las causas metafísicas e invisibles. Es mucho más fácil enfrentar lo obvio que seguir un camino que recorra el plano evasivo de lo inmaterial. No obstante, si llegáramos a elevar nuestra conciencia, podríamos y lograríamos fortalecer el campo de la ciencia para que reconozca la necesidad de tratar el plano de la acción, aquel en el que ocurre la actividad causal.

CINCO NIVELES DE OCULTAMIENTO

Desde una perspectiva kabbalística, la palabra “espíritu” se relaciona con el nivel metafísico o espiritual de Rúaj, uno de los cinco niveles en los que la Luz de Dios es acogida, envuelta, encapsulada y, en consecuencia, revelada. A partir de la doctrina kabbalística que dice que para que la Luz sea revelada debe pasar por ocultamiento, este proceso ocurre en cinco niveles de ocultamiento y revelación conocidos como Néfesh, Rúaj, Neshamá, Jayá y Yejidá. Estos cinco niveles de la Fuerza de Luz quedan ocultos en las cinco vasijas metafísicas e inmateriales conocidas como Sefirot, llamadas: Maljut, Zeir Anpín, Biná, Jojmá y Kéter.

Néfesh, el más pequeño e inferior de los niveles de revelación de la Fuerza de Luz, está revestido en la Sefirá de Maljut y, por lo tanto, es referido como un espíritu crudo. Yo preferiría excluir la palabra “espíritu”, ya que reservo esta palabra y Fuerza de Luz para el nivel de Rúaj. Néfesh tiene una pizca de la inmaterial Fuerza de Luz contenida en su esencia. El dominio de la realidad física, como ya sabemos, es muy predominante en el nivel de Néfesh-Maljut.

Sin embargo, al ascender al siguiente nivel conocido como Rúaj, la presencia de la Fuerza de Luz predomina. No debería ser sorpresa la razón por la que los kabbalistas le pusieron el nombre de Rúaj o “espíritu” a este nivel. La palabra hebrea representa más que un simple vehículo para la lengua y la conversación; ella nos revela una conciencia interna y definición de una energía en particular. Así pues, la palabra Rúaj en hebreo provee una entrada a lo que realmente significa la palabra, no es simplemente una aplicación de la palabra que puede ser interpretada con muchos significados.

Cuando definimos la palabra “espíritu”, cada uno de sus usos debe contener su conciencia de energía inicial. Cuando se considera un concepto que hace referencia a la palabra “espíritu”, la aplicación de la palabra debe implicar su definición original. En consecuencia, cada uso de la palabra “espíritu” debe necesariamente incluir la imperante presencia de la Fuerza de Luz de Dios.

LA PARADOJA DEL CAOS

Veamos ahora a qué se referían los kabbalistas con Rúaj, el nivel de la Fuerza de Luz que indica un dominio de ella sobre los canales existentes y las vasijas utilizadas para la revelación de la Fuerza de Luz. Esto puede sonar algo confuso para los nuevos o para los lectores que no están completamente familiarizados con la relación entre vasija y Luz. Después de todo, ¿quién o qué puede oponerse al deseo de la conciencia de Fuerza de Luz por compartir y mantener a raya el caos?

Y sin embargo, parece que lidiamos con esta paradoja: ¿Cómo puede el caos formar parte de nuestro panorama? No debería existir nada que pueda oponerse al deseo de la Fuerza de Luz de cubrir al universo con la Luz en la que todas las formas de oscuridad deben desaparecer. La Luz y la oscuridad no pueden coexistir. El caos y la Fuerza de Luz no pueden estar juntos. Entonces, ¿por qué parece que el caos es el jefe que rige sobre los habitantes del planeta? La Fuerza de Luz no parece estar a la vista.

¿Cómo tratan los kabbalistas esta característica paradójica del universo? La respuesta, según los kabbalistas, está estrechamente ligada a las doctrinas kabbalísticas del “Pan de la Vergüenza” y “no hay coerción en la espiritualidad”. Nosotros, los recipientes de la beneficencia de la Fuerza de Luz, sentíamos una abrumadora cantidad de vergüenza al recibir constantemente del Creador.

Por lo tanto, pedimos una retirada del Creador y la Fuerza de Luz y un cese del flujo constante de Su beneficencia. Esto provocó una separación y un espacio para que la oscuridad se instalara debido a la retirada de la Fuerza de Luz. Esta condición generó el caos que actualmente vivimos.

Y cuando preguntamos por qué el Creador no actúa y ayuda a Sus creaciones en tiempo de necesidad, la respuesta dada por los kabbalistas es un contundente: “No hay coerción en la espiritualidad”. Debido a que nosotros, los seres creados, no teníamos ningún deseo de sentir el dolor del “Pan de la Vergüenza”, entonces el Creador, en Su infinito deseo de compartir eternamente, no pudo dar Su beneficencia. Esto representaría coerción en la espiritualidad.

Así pues, aunque no se pone en duda la capacidad del Creador para eliminar el caos de nuestro entorno con una simple infusión de la Fuerza de Luz, ahora reconocemos varias leyes universales que rigen nuestro universo, leyes que incluso el Creador debe respetar.

UNA DEFINICIÓN DE ESPIRITUALIDAD

Lo que parece surgir de esta respuesta kabbalística es la definición de la palabra “espiritualidad”.

La doctrina de “no hay coerción en la espiritualidad” implica que la espiritualidad es un término ligado al Creador. Esto da a entender que esa espiritualidad es una fuerza de energía libre de fallas y de las trampas del caos, ya que la espiritualidad es la solución y el remedio para todos los problemas y enfermedades de la humanidad. En consecuencia, como resultado de nuestro sentimiento de “Pan de la Vergüenza”, preferíamos resolver de algún modo y no aceptar el regalo de la espiritualidad ofrecido libremente por el Creador.

Considero que ahora el lector puede tener una definición más precisa con respecto al significado de la espiritualidad. Cualquier aspecto relacionado con la noción de espiritualidad, y dondequiera que surja, la idea expresada es la esencia de la Fuerza de Luz del Creador. Cuando esto ocurre, el caos se convierte en un factor sin influencia. Un espacio vacío toma el lugar de la Fuerza de Luz sólo cuando esta es retirada.

Esto puede compararse con encender y apagar una bombilla. Cuando la Luz está encendida, no hay lugar para la oscuridad. Sin embargo, cuando la Luz está apagada, un espacio vacío se crea y esto le da una oportunidad a la oscuridad para remplazar el espacio que anteriormente estaba ocupado por la Fuerza de Luz. Es así de simple, pero de nuevo, es demasiado simple como para ser verdad.

Los kabbalistas siempre han tenido un estado elevado de conciencia conocido como Rúaj HaKódesh, Espíritu Santo o Inspiración Divina. ¿Qué significa eso? La respuesta está en la palabra “espíritu”. Cuando alguien tiene el espíritu de la Fuerza de Luz, su conciencia y energía es infundida con el perfecto y asombroso poder del Creador. ¿Puede esa persona estar sujeta a la oscuridad y al caos? La respuesta es obvia. Las leyes universales estipulan que cuando la Luz o la Fuerza de Luz del Creador está presente, ni la oscuridad ni el caos pueden ocupar el mismo lugar. Cuando la luz es encendida, la oscuridad es forzada a irse.

Los kabbalistas siempre se han preocupado por comunicarse y conectarse con la Fuerza de Luz del Creador y ser uno con la Luz. Por esa razón los kabbalistas eran considerados personas espirituales. Su trabajo de vida era en pro de la comunión con el Infinito.

La lucha contra el caos

No obstante, con respecto a esto la conciencia de los kabbalistas se desvía de otras tradiciones espirituales. Mientras que otras tradiciones consideran que la meta esencial de las enseñanzas espirituales es el mejoramiento de nuestra conciencia y una conciencia elevada, los kabbalistas reconocen que las enseñanzas de la Kabbalah tienen otra intención. Los versículos finales de la primera sección del Génesis bíblico lo dicen todo. La inclinación del corazón del hombre es maligna desde muy joven o desde el comienzo de su viaje de vida. Y esto, dicen los kabbalistas, es la causa subyacente de la continua lucha de la humanidad contra el caos, en la que la mayoría de las veces, el caos gobierna.

Las enseñanzas y tradiciones de la Kabbalah dicen otra cosa. Aunque se sobrentiende que estas enseñanzas pueden mejorar la relación entre los humanos y crear un camino hacia un estado de conciencia elevada, este no es su principal objetivo. Los kabbalistas han reconocido desde hace mucho tiempo que en momentos de pruebas y desafíos, cuando hay mucha más presión, muy pocas personas, incluso las bondadosas y espirituales, enfrentan el desafío y superan la tentación del instinto de sobrevivencia. Precisamente por esta razón el caos continúa infligiendo dolor y sufrimiento sobre los asuntos de la humanidad, ya sean considerados como buenos, malos, espirituales o materiales.

Las enseñanzas, según la perspectiva kabbalística, están para elevar la conciencia de la humanidad al entendimiento de que sin un mejoramiento del carácter propio, no hay oportunidad en absoluto de evitar el caos. La hora de la retribución quizá ni siquiera llegue en esta vida. El estudiante de Kabbalah reconoce rápidamente las debilidades que acosan a la humanidad y el esfuerzo requerido para superar las tentaciones que nos llevan a creer que podemos salirnos con la nuestra.

Los kabbalistas entienden que debemos reestablecer una vez más el aspecto del Creador de nuestro interior. Así como nos dimos cuenta de que el Señor del Universo no le teme al caos y no está sujeto a los altibajos de la vida, del mismo modo, cuando predomina su aspecto divino interior, la humanidad se libera de la agitación del caos.

IMITAR EL COMPORTAMIENTO DEL CREADOR

El mejoramiento que los kabbalistas buscaron en su vida diaria era comportarse de manera similar al mismísimo Creador. El primer paso es ser proactivo en lugar de reactivo. La naturaleza humana siempre ha seguido un patrón de reacción y respuesta a los estímulos que influyen en nuestras actividades diarias. En esencia, nuestro proceso de toma de decisiones se ha vuelto más o menos dependiente de estas injerencias en nuestro estilo de vida individual.

Sin embargo, escucho a varios lectores que responden a esta ley fundamental de ser y actuar como el Creador: “Pues, no somos Dios. Si lo fuésemos, nuestra naturaleza reaccionaría de la misma manera que Dios. Pero no lo somos y, en consecuencia, no podemos evitar reacciones distintas a la naturaleza del Creador”.

Este es justamente el asunto en el que los kabbalistas no están de acuerdo y plenamente respaldan la idea de que verdaderamente somos como Dios. Pero si debemos asumir que los kabbalistas están en lo correcto, entonces, ¿por qué no vemos esta característica del Creador en nosotros y, en consecuencia, tomamos las riendas de la manera en la que se desarrolla nuestra vida? A eso, los kabbalistas responden firmemente que es porque simplemente no lo creemos. Nuestra conciencia está desprovista de esta manera de pensar, a pesar de la descripción bíblica de que la creación del hombre fue “a Su imagen y semejanza”.

Entonces, la espiritualidad incluye esta característica divina que la humanidad tiene. Desde una perspectiva kabbalística, el espíritu, y lo relacionado con él, está relacionado estrechamente con la revelación de la característica divina que es parte integrante de la humanidad. Por consiguiente, una persona puede ser buena y bondadosa, pero no ser considerada como espiritual.

Cuando alguien llega a un grado de espiritualidad, la implicación de este nivel de conciencia es que ha trabajado y hecho esfuerzos por actuar como el Creador. Y no puede haber mayor demostración de esta característica que cuando la persona se niega a reaccionar a estímulos externos y, más bien, considera que esta influencia es una oportunidad para mostrar la característica divina y resistir a caer presa del caos que estos estímulos suelen traer.

FORTALECER EL COSMOS

Aunque todos los distintos significados del concepto de espiritualidad sean correctos, la esencia ha eludido a aquellos que buscan el origen de esta misteriosa palabra. Con todo y eso, el interés generalizado por la Kabbalah ha traído una masa crítica de practicantes que ahora fortalecen al cosmos para permitir que la Fuerza de Luz tenga un enorme impacto en la conciencia de la humanidad. Precisamente esta diseminación de la Kabbalah en este siglo ha fortalecido al cosmos para aumentar la conciencia de los físicos con el fin de que vean el mismo panorama físico y perciban la perspectiva de un nuevo universo de otra dimensión.

Lograr cambios en la búsqueda de un mundo libre de violencia y caos requiere una revisión completa de la manera en la que percibimos las cosas. Es nuestro espíritu interior, nuestra conciencia, lo que determina al mundo visible que vivimos.

Si el espíritu de la humanidad es elevado a un nivel de positividad, nuestro marco de referencia se equipara a la Fuerza de Luz de Dios, cuya naturaleza intrínseca es de compartir y positividad. Y cuando la Fuerza de Luz domina y reina sobre el nivel físico y material, la interferencia de la realidad física se vuelve neutral y logramos llevar nuestro paradigma al nivel de control espiritual o espiritualidad.

En consecuencia, nuestras opciones para la eliminación definitiva del caos están muy limitadas a esta idea central: la humanidad debe pasar por una completa transformación desde un camino histórico de negatividad y reactividad a uno de positividad y proactividad. Si negamos esta oportunidad de elegir la espiritualidad, la única alternativa que queda es el caos que nos ha plagado por siglos.

En este período de la Era de Acuario, el cosmos está completamente preparado para ayudar a la humanidad en su esfuerzo por alcanzar el nivel de espiritualidad necesario para hacer el cambio que este universo tanto necesita. Esta garantía viene nada más y nada menos que de parte de Rav Shimón bar Yojái en el Zóhar cuando dice: “En los días de la Era de Acuario, nadie tendrá que pedirle a su prójimo que le enseñe sabiduría porque como está escrito: ‘Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Eterno; porque todos Me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande’”.

Desde una perspectiva kabbalística, el conocimiento es la conexión. Esta visión profética del Zóhar es, para mí, la garantía de que hay esperanzas de que la humanidad logre la satisfacción definitiva y complete su camino a la felicidad. El Zóhar nos asegura que “conoceremos al Eterno” para decirnos que nos conectaremos con la personalidad intrínseca del Eterno, es decir, el concepto de espiritualidad.

¡Espiritualidad o caos! En estos tiempos, el futuro se ve muy bien. Debido a que la gente de este universo tiene la Kabbalah.

La Kababalah es el conocimiento y, por lo tanto, la conexión.


Extraído de Kabbalah Magazine, Vol. 3 Edición 1, enero 1998


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