¿Qué harías por una segunda oportunidad? Una oportunidad para resarcir algo. Una oportunidad para hacerlo bien. Una oportunidad para hacer las cosas de manera diferente. Todos cometemos errores, pero el verdadero error es no creer que podemos tener una segunda oportunidad, sin importar qué tan mal hayamos hecho las cosas.
Creer que no tendremos otra oportunidad es una poderosa ilusión. Usualmente, cuando estamos tambaleandonos saliendo de un error (ya sea que intentemos arreglarlo desesperadamente o que simplemente nos hayamos dado por vencidos) volvemos a arruinar las cosas. ¿Por qué? Porque no hemos cambiado nuestra conciencia.
En la porción de Vayakehel, encontramos una repetición de la porción de Trumá y la historia de la construcción del Tabernáculo que acabamos de leer hace unas cuantas semanas. El Tabernáculo era una estructura física que el Creador hizo que los israelitas construyeran para poder contener las Tablas de Moshé y la fuerza de la Luz del Creador para protección y guía mientras se encontraban en el desierto. Pero ¿por qué repetir la historia?
Cuando el primer Tabernáculo fue construido, fue hecho con una conciencia limitada, una conciencia de lo físico sobre lo espiritual. Esta era la misma conciencia que había causado previamente la pérdida de una de las más grandes oportunidades en la historia de la humanidad. Quedaban sólo seis horas para que Moshé regresase del Monte Sinaí con las primeras tablas luego de 40 días (las tablas personificaban la libertad del caos y de la muerte para siempre) cuando el becerro de oro fue creado, lo que en esencia dañó severamente a la conexión con la inmortalidad.
En Vayakehel se repite la historia porque era la segunda oportunidad de construir el Tabernáculo, pero esta vez sólo con la conciencia de certeza y mente sobre materia. En esencia, el nivel de conciencia más bajo fue eliminado del proceso.
¿Por qué tuvieron una segunda oportunidad? Porque el mundo se basa en la misericordia, y eso es algo que tenemos que recordar. Mira a Moshé, una de las almas más justas. Luego de poner sumo cuidado para que los israelitas construyeran su conciencia espiritual, sería completamente natural que se sintiera decepcionado cuando se desconectaron de la energía de inmortalidad. Sin embargo, nunca se dio por vencido con ellos. Tuvo paciencia y confió en que podrían cambiar.
¿Cuántas veces nos rendimos con las personas o con nosotros mismos? Vemos nuestros errores como el final de la historia, pero la Luz siempre nos da una segunda oportunidad. De hecho, recibimos más que una segunda oportunidad. Como Rav Áshlag explica en Sabiduría de la Verdad (The Wisdom of Truth): nuestras almas de hecho reciben muchas oportunidades para hacer lo correcto a través de la reencarnación:
“Al contrario de los cuerpos que vienen y van, no existen nuevas almas. Existe un número específico de almas y éstas reencarnan en nuevas formas, vestidas con nuevos cuerpos en cada generación. Por ende, tomando el alma en consideración, cada generación es probada desde el principio de la creación hasta que el Tikún es completado. Así como una sola generación que tarda miles de años hasta desarrollarse y llegar al punto de Tikún y alcanzar el nivel que está destinada a alcanzar, sin importar el hecho de que durante el proceso cada individuo cambió de cuerpos unos cuantos cientos de veces, ya que la esencia del cuerpo, llamada alma, no sufre para nada de estos cambios”.
Tikún significa corrección. Se utiliza para describir nuestro trabajo espiritual, la parte de nosotros que es reactiva, egoísta y limitada y que vinimos a transformar. Cuando hacemos cosas desde una conciencia renovada, entonces el resultado será diferente.
Algunas veces nos encontramos a nosotros mismos enfrentando la misma situación una y otra vez y podemos sentirnos frustrados o incluso aburridos. Estos escenarios recurrentes son de hecho oportunidades para transformar nuestra baja conciencia (temor, egoísmo, intenciones ocultas, etc.) hacia una conciencia más elevada de confianza, compartir y cuidado incondicional. Para hacer eso, necesitamos esforzarnos para realmente cambiar ante los desafíos, para que así, cuando aparezcan nuevamente, estemos listos para enfrentarlos de manera diferente.
Mientras estemos respirando, tenemos una segunda oportunidad y una tercera oportunidad. Tenemos una oportunidad cada segundo de cada día.